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jueves, 20 de febrero de 2025

CSI: Ciencia de la mente en la investigación criminal Por María Mercedes y Vladimir Gessen


Las series televisivas como CSI han despertado curiosidad en el mundo forense donde en la vida real la psicología tiene un papel crucial

En el cine y la televisión los programas de CSI —Crime Scene Investigation— muchas veces ofrecen una visión simplificada de los hechos. Sin embargo, la realidad es que detrás de cada investigación criminal, la psicología juega un papel crucial, no solo en la reconstrucción del delito, sino también en la interpretación de la conducta de los implicados.

La psicología forense y la criminología ayudan a analizar el comportamiento de los criminales, evaluar testigos, perfilar sospechosos y mejorar las técnicas de interrogación. La relación entre la psicología y la investigación criminal destaca el impacto de la ciencia de la conducta en la resolución de crímenes.

Caso 1: El misterio del empresario asesinado

Antecedentes: Un empresario de 50 años, dueño de una cadena de restaurantes, es encontrado muerto en su oficina con un disparo en la cabeza. No hay signos de lucha, la puerta estaba cerrada desde dentro y la pistola estaba en su mano derecha. La escena sugiere un aparente suicidio. Sin embargo, los familiares insisten en que no tenía razones para quitarse la vida y exigen una investigación.

Intervención del psicólogo forense: El psicólogo es llamado para determinar si el empresario presentaba rasgos de depresión o tendencias suicidas. Para ello, realiza varias tareas clave. La primera es entrevistar a familiares y empleados. Estas conversaciones revelan que la víctima aparentemente no presentaba signos de depresión ni antecedentes de trastornos mentales. No obstante, los empleados mencionan que en los últimos días lo vieron preocupado, pero aseguran que “no parecía suicida”.

Luego realiza un análisis del perfil psicológico de la víctima, concluyendo que el empresario era un hombre meticuloso y organizado. Suponiendo que hubiera planeado un suicidio, habría dejado una nota o puesto en orden sus asuntos, cosa que no ocurrió. La ausencia de antecedentes psiquiátricos y su carácter pragmático hacen que el suicidio sea poco probable. En cuanto a la evaluación del lenguaje corporal en las cámaras de seguridad se observó que, horas antes del incidente, el empresario discutió acaloradamente con un socio comercial y claramente se determina que no muestra señales de alguien que planeara quitarse la vida, sino más bien de una persona preocupada o enojada.

En el análisis de la escena del crimen desde una perspectiva psicológica se observa que la pistola está en su mano derecha, pero la víctima era zurda. Además la trayectoria del disparo no era típica en casos de suicidios.

El psicólogo forense presenta su informe, donde concluye que el patrón psicológico del empresario no concuerda con un suicidio. Gracias a esta evaluación, se profundiza en la investigación y se encuentra que su socio, quien tenía un fuerte motivo económico, manipuló la escena para hacer pasar el asesinato por suicidio.

Caso 2: La niñera sospechosa

Antecedentes: Una familia acude a la policía tras encontrar a su hijo de 5 años inconsciente en su habitación. El niño tiene moretones en el cuerpo y un golpe en la cabeza. La niñera, que estaba a cargo en el momento del incidente, alega que el niño se cayó de la cama mientras jugaba. Sin embargo, los médicos encuentran signos de maltrato recurrente.

Intervención del psicólogo forense: El profesional es convocado para evaluar la credibilidad del testimonio de la niñera y analizar si hay signos de abuso infantil en el entorno del niño.

En la evaluación psicológica del menor, cuando estuvo disponible, el psicólogo utiliza técnicas de entrevista para infantes, evitando preguntas sugestivas. El niño, aunque asustado, menciona que «la niñera lo castigaba cuando se portaba mal», y se observaron signos de ansiedad y miedo al mencionarla.

Luego en el análisis del patrón de lesiones se les consultan a médicos forenses, quienes confirman que las lesiones no concuerdan con una caída común. Se identificaron hematomas antiguos, lo que sugiere abuso continuo.

Por último, en la perfilación de la niñera, el psicólogo concluye que ella encaja con un perfil de abuso infantil encubierto y coincidente con personas con dificultades para controlar la ira que actúan de forma agresiva en situaciones de estrés.

En el informe preliminar se sugiere que la niñera pudo haber usado castigos físicos bajo el pretexto de disciplina. Gracias a esta evaluación psicológica, se logra sospechar que la niñera pudo ser la causante del maltrato y que el niño había sido víctima de abuso físico. 

Interrogatorio entre la psicóloga forense y la niñera

La psicóloga forense, la Dra. E. Rivas, ha sido asignada al caso para evaluar el comportamiento y la veracidad del testimonio de la niñera, Laura M., quien es interrogada tras el hallazgo de un niño inconsciente con signos de maltrato físico.

Dra. Rivas: Buenas tardes, Laura. Estoy aquí para hablar contigo sobre lo que ocurrió con el pequeño Mateo. Antes de comenzar, quiero que sepas que este es un espacio seguro y que es importante que seas completamente honesta porque si hay un crimen debe reportarse a las autoridades. ¿Estás de acuerdo?

Laura M.: (Cruza los brazos y desvía la mirada) Sí… ya lo dije, él se cayó de la cama. No sé qué más quieren que diga.

Dra. Rivas: Entiendo que debe ser un momento difícil para ti. Solo quiero aclarar algunos detalles para que podamos entender mejor lo que pasó. ¿Podrías contarme con calma cómo fue la caída?

Laura M.: (Suspira) Pues… estaba jugando en su cama, saltando como siempre, le dije que parara, pero no me hizo caso… Y entonces, se cayó.

Dra. Rivas: ¿A qué hora ocurrió esto?

Laura M.: No lo sé… antes de la cena, creo.

Dra. Rivas: ¿»Antes de la cena»? ¿Recuerdas una hora aproximada?

Laura M.: (Se mueve incómoda en la silla) No sé, tal vez… las seis o siete.

Dra. Rivas: ¿Después de la caída, cómo reaccionó Mateo? ¿Lloró?

Laura M.: Sí, claro, al principio lloró mucho, pero después se calmó… lo acosté en su cama y pensé que estaba bien.

Dra. Rivas: Sin embargo, cuando sus padres lo encontraron, estaba inconsciente y con moretones en el cuerpo. ¿Cómo explicas eso?

Laura M.: (Se pone tensa) No sé, doctora. Tal vez… ya tenía esos golpes de antes. Los niños siempre se caen jugando.

Dra. Rivas: Dices que él saltaba en la cama. ¿Cómo fue la caída? ¿Hacia adelante, de lado, hacia atrás…?

Laura M.: Hacia atrás.

Dra. Rivas: Eso es extraño, porque su lesión principal está en la frente y no en la parte posterior de la cabeza.

Laura M.: (Mueve las manos nerviosa) Bueno, es que… creo que se giró antes de caer. No lo vi bien, fue muy rápido.

Dra. Rivas: Laura, también encontramos moretones antiguos en su cuerpo. Algunos datan de hace varias semanas. ¿Sabes algo al respecto?

Laura M.: (Evita la mirada) No sé… él es muy inquieto, siempre anda corriendo y golpeándose.

Dra. Rivas: Su madre nos dijo que últimamente Mateo estaba más callado y temeroso. Incluso mencionó que parecía tener miedo de hacer algo mal cuando tú estabas cerca. ¿Por qué crees que se comportaba así?

Laura M.: (Nerviosa) No sé… yo solo lo cuidaba.

Dra. Rivas: ¿Alguna vez lo castigaste físicamente?

Laura M.: ¡No! Bueno… tal vez le agarré fuerte el brazo alguna vez cuando no me hacía caso… pero nada más.

Dra. Rivas: ¿Alguna vez lo empujaste, golpeaste o lo hiciste llorar intencionalmente?

Laura M.: ¡No! ¡Yo lo cuidaba bien!

Dra. Rivas: (Pausa) Laura, he hablado con expertos en medicina forense y los golpes que tiene Mateo no son normales en caídas accidentales. Hay patrones de lesiones que sugieren que fue golpeado.

Laura M.: (Respira agitadamente) No fui yo… ¡de verdad!

Dra. Rivas: Entiendo que esto puede ser difícil, pero es importante que nos digas la verdad. Si algo pasó y perdiste el control, ahora es el momento de decirlo…

Laura M.: (Se tapa el rostro con las manos y solloza) ¡Yo no quería hacerle daño! Pero a veces… a veces no me obedecía, me sacaba de quicio… No sé qué me pasó.

Dra. Rivas: (Con voz calmada) Sé que criar a un niño puede ser difícil, y a veces el estrés nos puede sobrepasar. Pero lastimar a un niño nunca es la solución.

Laura M.: (Sollozando) Solo quería que se calmara… lo zarandeé un poco… luego se cayó. No pensé que se golpearía tan fuerte.

Dra. Rivas: Gracias por ser honesta, Laura. Ahora es importante que asumas la responsabilidad de lo que ocurrió. La justicia y la familia de Mateo necesitan respuestas.

Gracias a la entrevista con la psicóloga forense, se logra que la niñera confiese su agresión. Su lenguaje corporal, contradicciones y reacciones emocionales revelaron inconsistencias que fueron fundamentales para esclarecer el caso. Esta confesión, junto con las pruebas médicas y el testimonio del niño, permitió a las autoridades proceder con la investigación formal por maltrato infantil.

Primero se recopilaron indicios y pruebas, y la sospechosa es sometida a un interrogatorio. Luego de confesar es procesada por maltrato infantil, mientras el niño recibe apoyo psicológico para superar el trauma.

En los dos casos anteriores, la psicología forense fue clave para esclarecer la verdad. La primera intervención evitó que un asesinato quedara impune y la segunda protegió a un niño de un entorno abusivo. Estos casos muestran cómo la mente criminal puede ocultarse detrás de una escena bien construida, pero con la ayuda de la psicología forense, la verdad siempre encuentra su camino.

La psicología en la escena del crimen

Cuando ocurre un crimen, la recolección de evidencia física es fundamental, pero igualmente comprender la mente y el comportamiento de los involucrados es importante si no vital. Aquí es donde entra en juego la psicología.

La perfilación criminal

Criminal profiling o perfilación criminal es una técnica usada por psicólogos forenses para determinar características del posible delincuente basándose en el análisis de la escena del crimen y los patrones de comportamiento. Aunque en CSI y otras series se muestra como un proceso casi místico, en la realidad es un método basado en la ciencia, la observación y la estadística.

Existen dos enfoques principales en la perfilación, uno es la perfilación inductiva basada en los datos de crímenes anteriores y los patrones comunes en los delincuentes.

El otro, es la perfilación deductiva asentada en la evidencia específica de la escena del crimen y en el análisis de la víctima.

Desde el siglo pasado, policías especializadas han utilizado la perfilación en casos reales como en el de Ted Bundy o el del asesino del Zodiaco, ayudando a reducir el rango de sospechosos mediante el análisis de su comportamiento.

El caso de Ted Bundy

Ted Bundy fue uno de los asesinos en serie más notorios de Estados Unidos, activo durante la década de 1970. El FBI empleó la perfilación criminal para entender su comportamiento y anticipar sus movimientos. A través de entrevistas y análisis de su conducta, se determinó que Bundy presentaba una personalidad carismática y manipuladora, lo que le permitía ganarse la confianza de sus víctimas. Además, mostraba una necesidad de «poseer» a sus víctimas, lo que se reflejaba en la forma en que cometía los crímenes y en su comportamiento posterior. Estos perfiles ayudaron a las autoridades a estrechar el cerco en torno a Bundy, quien finalmente fue capturado y condenado. 

El caso del asesino del zodiaco

El asesino del zodiaco aterrorizó el norte de California a finales de los años sesenta y principios de los setenta, cometiendo una serie de homicidios y enviando cartas cifradas a los medios de comunicación. Aunque su identidad nunca fue confirmada, el FBI elaboró y utilizó un perfil del criminal para intentar delinear sus características. Sugirió que el asesino podría ser un hombre con inteligencia superior a la media, con conocimientos en criptografía y una necesidad de atención pública, evidenciada por sus comunicaciones con la prensa. Aunque estos perfiles no llevaron a una identificación definitiva, proporcionaron una base para orientar la investigación y descartar sospechosos.

La perfilación criminal es una herramienta valiosa para casos complejos permitiendo una comprensión más profunda de la mente criminal y facilitando el desarrollo de estrategias de investigación más efectivas.

Evaluación de testigos y víctimas

El testimonio de testigos y víctimas ante el tribunal suele ser determinante en un caso judicial, pero la memoria humana es imperfecta y fácilmente influenciable. La psicología ayuda a evaluar la fiabilidad de los relatos, detectando sesgos cognitivos y falsos recuerdos.

El efecto de desinformación frecuentemente ocurre cuando un testigo modifica sus memorias debido a preguntas sugestivas o información errónea recibida después del evento. En un tribunal, la credibilidad del testigo puede ser examinada por psicólogos forenses para determinar si su testimonio es fiable.

Psicología del interrogatorio

Las técnicas de interrogatorio han evolucionado desde los métodos coercitivos hasta enfoques psicológicos más sutiles y efectivos. Algunas estrategias psicológicas en estos casos incluyen la técnica Reid, fundamentada en generar estrés y confrontar al sospechoso con pruebas, reales o falsas, para inducir una confesión. Aunque es efectiva, ha sido criticada por generar falsos culpables. Las técnicas cognitivas se centran en ayudar al entrevistado a recordar detalles sin inducir respuestas erróneas.

La psicología desempeña un papel clave en evitar falsas confesiones, que pueden ocurrir debido a la presión psicológica, la fatiga o el miedo.

CSI y la diferencia entre ficción y realidad

Las series como CSI han popularizado la ciencia forense, pero también han generado falsas expectativas en el público y en el sistema judicial. Este fenómeno que algunos llaman efecto CSI, hace que los jurados esperen pruebas científicas irrefutables en cada caso, cuando en realidad no siempre son concluyentes.

El futuro de la psicología en la investigación criminal

La psicología y la ciencia forense continúan evolucionando con nuevas tecnologías y enfoques. Algunas tendencias emergentes son la neurocriminología con el uso de resonancias magnéticas para estudiar el cerebro de criminales y entender cómo las anomalías cerebrales pueden influir en la conducta delictiva.

Otra, es el uso de la inteligencia artificial en el análisis de conducta, a través de algoritmos de aprendizaje automático que analizan patrones de comportamiento en videos de interrogatorios y redes sociales para predecir conductas sospechosas.

En el cibercrimen, con el auge de los delitos digitales, los expertos en psicología analizan el comportamiento de hackers, estafadores y depredadores en línea para mejorar la ciberseguridad.

CSI ha popularizado el campo, pero también ha generado mitos sobre la rapidez y certeza de la ciencia forense. La verdadera investigación criminal requiere paciencia, rigor científico y un enfoque multidisciplinario donde la psicología es clave para comprender no solo el crimen, sino también la naturaleza humana.

El psicólogo forense en atentados y tiroteos escolares

Los tiroteos en escuelas y atentados en instituciones educativas han aumentado en frecuencia y gravedad en los últimos años en los Estados Unidos convirtiéndose en una de las preocupaciones más urgentes en términos de seguridad y salud mental. Estos eventos no solo dejan un saldo trágico de víctimas, sino que también generan un profundo impacto psicológico en los sobrevivientes, las familias y la sociedad en general.

Dentro de la investigación criminal y la prevención de estos actos, el psicólogo forense desempeña un papel crucial en diversas etapas, desde la evaluación del perfil del atacante hasta la intervención con víctimas y la asesoría para la formulación de políticas de prevención. Las funciones del psicólogo forense en estos trágicos eventos contribuyen a la comprensión y mitigación de estos eventos.

Análisis del perfil del atacante

Uno de los aspectos más importantes de la psicología forense en casos de atentados o tiroteos escolares es la evaluación del perfil del agresor. A través de un análisis detallado de su historia personal, patrones de comportamiento y motivaciones, los psicólogos forenses ayudan a entender las razones detrás del acto violento y a identificar posibles señales de advertencia para futuros casos.

Algunos elementos comunes que han sido identificados en los atacantes de tiroteos escolares incluyen la historia de acoso escolar –bullying- y el aislamiento social. También, la presencia de trastornos psicológicos no tratados, como depresión severa, paranoia o trastorno de personalidad antisocial, ideación violenta previa, manifestada en escritos, redes sociales o conversaciones con amigos, obsesión con armas o con ataques anteriores porque los atacantes muchas veces buscan inspiración en eventos similares. Asimismo pasa con la falta de supervisión parental y el acceso a armas de fuego.

El psicólogo forense estudia estos patrones y ayuda a las autoridades a determinar si el ataque fue planeado con anticipación, si el agresor tenía cómplices o si hubo señales de advertencia que fueron ignoradas por su entorno.

Evaluación psicológica de los sobrevivientes y víctimas

El papel del psicólogo forense también coadyuva, en los atentados en escuelas, con los alumnos porque esta violencia deja graves secuelas psicológicas en los supervivientes. Algunos de los efectos más comunes incluyen el trastorno de estrés postraumático (TEPT) con presencia de pesadillas, ansiedad extrema, hipervigilancia y recuerdos intrusivos del evento, los trastornos de ansiedad y depresión, que pueden derivar en aislamiento social o pensamientos suicidas, los sentimientos de culpa en los sobrevivientes, especialmente en aquellos que vieron morir a amigos o profesores, así como otros problemas de conducta en niños y adolescentes, como agresividad, evitación de la escuela o insomnio.

El psicólogo forense trabaja en prevención enseñando qué hacer en caso de una emergencia de ataque armado y en el caso de acontecer, ayuda a las víctimas directas e indirectas de un atentado, realizando evaluaciones psicológicas que pueden ser usadas en investigaciones judiciales, juicios y programas de atención postcrisis.

Asistencia en la investigación criminal

Después de un ataque escolar, el psicólogo forense colabora con la policía y el sistema judicial en diversas áreas tales como en las entrevista con los testigos, donde evalúa la credibilidad de los testimonios y ayudan a obtener información sin generar más trauma en los afectados. Igualmente aplica técnicas de interrogatorio especializadas para niños y adolescentes y elabora el análisis de notas, escritos o redes sociales del atacante y si el agresor dejó manifiestos, videos o publicaciones en internet, el psicólogo forense analiza su contenido para determinar sus motivaciones y si actuó solo o en grupo.

Al mismo tiempo, realiza la perfilación de posibles cómplices o imitadores. En algunos casos, el atacante puede haber formado parte de comunidades en línea donde se fomentan ideas violentas. Por último, investiga si hubo apoyo o influencias externas en su planificación.

Intervención en el juicio y evaluación de la imputabilidad

Si el atacante sobrevive y enfrenta un juicio, el psicólogo forense puede ser clave en la evaluación de su estado mental. Algunas preguntas esenciales que debe responder, con base a sus investigaciones a los fiscales o abogados defensores, serían: ¿El agresor era consciente de sus actos en el momento del ataque?, ¿Padecía algún trastorno mental severo que afectara su capacidad de juicio?, ¿Su conducta fue impulsiva o planeada con anticipación? O si ¿presenta peligro de reincidencia?, y otras interrogantes.

La imputabilidad del agresor es un tema complejo. En algunos casos, los abogados defensores pueden argumentar que el atacante no tenía plena capacidad de comprender el daño que estaba causando, mientras que la fiscalía buscará demostrar que hubo premeditación y que el individuo debe enfrentar una condena penal.

El informe del psicólogo forense puede ser clave para determinar si el atacante debe recibir tratamiento psiquiátrico o ser condenado a prisión.

Prevención de futuros atentados

Una de las contribuciones más importantes del psicólogo forense es su trabajo en prevención. Al estudiar los factores de riesgo en agresores anteriores, se pueden diseñar programas para identificar posibles amenazas en escuelas y tomar medidas antes de que ocurra un nuevo atentado. Así puede realizar evaluaciones de riesgo en escuelas, analizar estudiantes con conductas preocupantes y proporcionar eventualmente la intervención psicológica temprana y/o capacitar a los docentes y personal escolar sobre señales de advertencia en alumnos con tendencias violentas. Entre su campo profesional cuenta el trabajo con familias y comunidades para mejorar la comunicación y supervisión de los adolescentes con sus problemas emocionales. También, supervisa psicológicamente la labor de monitoreo del contenido en las redes sociales para detectar amenazas antes de que se concreten.

El trabajo del psicólogo forense en casos de tiroteos escolares no solo es comprender la mente del agresor, sino también brindar apoyo a quienes han sobrevivido y contribuir a la creación de estrategias efectivas para evitar que más tragedias ocurran.

El aumento de la violencia en instituciones educativas nos obliga a tomar medidas preventivas con base en la ciencia de la conducta. Solo a través del estudio del comportamiento humano, la identificación de señales de alerta y la implementación de programas de intervención temprana podremos enfrentar este problema con mayor eficacia.

Psicología forense en la justicia

La psicología forense es una disciplina que se encuentra en la intersección entre la psicología y el sistema legal. Su propósito es aplicar los principios psicológicos en contextos judiciales, con el fin de evaluar la conducta humana, determinar la responsabilidad penal, y ayudar a jueces, abogados y jurados a comprender los aspectos psicológicos que pueden influir en un caso. 

La psicología forense es la aplicación de los conocimientos de la psicología en el ámbito del derecho. Se centra en el estudio del comportamiento humano en contextos judiciales y legales, con el objetivo de ofrecer evaluaciones psicológicas que contribuyan a la toma de decisiones dentro de los tribunales.

A diferencia de la psicología clínica, que busca la rehabilitación del paciente, la psicología forense se enfoca en la evaluación objetiva de personas involucradas en procesos legales. Para ello, emplea métodos científicos, entrevistas estructuradas, pruebas psicométricas y análisis conductuales para emitir informes que pueden ser utilizados como pruebas en juicios civiles y penales buscando la culpabilidad, o no, del acusado.

Abuso infantil, abuso sexual y violaciones

El psicólogo forense desempeña un papel fundamental en la investigación y tratamiento de casos de abuso infantil, o de abuso sexual y violencia de género, proporcionando evaluaciones psicológicas clave tanto para las víctimas como para los presuntos agresores. Su labor incluye la realización de entrevistas especializadas con menores de edad, y de mujeres atacadas, aplicando técnicas como la entrevista cognitiva forense para obtener testimonios precisos sin inducir respuestas sugestivas. Además, evalúa el impacto emocional y psicológico del abuso en las víctimas, diagnosticando posibles trastornos derivados del trauma, como el trastorno de estrés postraumático (TEPT), depresión o ansiedad. También participa en la identificación de patrones de comportamiento de agresores sexuales, ayudando a determinar el grado de riesgo de reincidencia y la peligrosidad del acusado. En los juicios, sus informes periciales pueden ser determinantes para sustentar pruebas en tribunales, explicando cómo el trauma afecta la memoria y la conducta de las víctimas. Asimismo, colabora en programas de rehabilitación y prevención, , con el fin de mitigar las secuelas psicológicas y reducir la reincidencia delictiva. En definitiva, el psicólogo forense es una figura clave en la protección de menores y víctimas de violencia sexual, garantizando que se haga justicia y se brinde el apoyo necesario a quienes han sufrido estos delitos.

Áreas de aplicación

La psicología forense tiene múltiples aplicaciones dentro del sistema judicial, como son la evaluación de la competencia mental para determinar si un acusado es mentalmente capaz de enfrentar un juicio. Analizar los patrones de comportamiento y factores psicológicos que pueden ayudar a identificar a posibles sospechosos. En establecer la credibilidad de los testimonios, si están influenciados por sesgos o creencias. La psicología forense también ayuda a evaluar la fiabilidad de los testimonios de testigos y víctimas, especialmente en casos de abuso infantil, violencia de género y delitos sexuales.

En la psicología penitenciaria las evaluaciones de riesgo y peligrosidad se analiza la probabilidad de que un individuo cometa delitos en el futuro, lo que puede influir en decisiones sobre su libertad condicional u otras medidas de seguridad. Evalúa la salud mental de los reclusos y el impacto de su entorno en su conducta, además de diseñar programas de rehabilitación y de reinserción social.

Por otra parte, en el caso del derecho familiar, en disputas por la custodia de hijos, los psicólogos forenses analizan qué entorno es más adecuado para el bienestar del menor. El psicólogo de la misma forma estudia casos de violencia doméstica, acoso laboral y bullying, proporcionando informes periciales que pueden ser usados en juicios sobre violencia y acoso psicológico.

Desafíos éticos y dilemas en la psicología forense

El ejercicio de la psicología forense no está exento de dilemas éticos. Uno de los principales desafíos es la objetividad. A diferencia del psicólogo clínico, que trabaja en favor del bienestar de su paciente, el psicólogo forense debe mantener una imparcialidad absoluta en sus evaluaciones, ya que sus informes pueden influir en decisiones de gran trascendencia, como la condena de un acusado o la pérdida de la custodia de un hijo.

Otro reto es la confidencialidad. En la psicología clínica, la información del paciente se mantiene bajo secreto profesional, pero en la psicología forense, el informe pericial debe ser presentado ante un tribunal y puede ser utilizado en contra de la persona evaluada, por lo que el psicólogo debe advertir al entrevistado que la confidencialidad no es compatible si hay algún crimen de por medio.

De la misma forma, existe el riesgo de sesgos e influencias en la interpretación de pruebas psicológicas. Las herramientas de evaluación no siempre son infalibles, y el psicólogo forense debe ser consciente de las limitaciones metodológicas y del contexto en el que se aplican.

Avances en neurociencia y el uso de la inteligencia artificial

En los últimos años, la neurociencia ha aportado nuevas herramientas a la psicología forense. Técnicas como la resonancia magnética funcional (FMRI) y el electroencefalograma (EEG) permiten analizar la actividad cerebral y estudiar si una persona tiene alteraciones cognitivas o emocionales que puedan influir en su conducta delictiva.

Por otro lado, la inteligencia artificial está comenzando a jugar un papel clave en la predicción de conductas criminales y la identificación de patrones en grandes volúmenes de datos judiciales. Algoritmos de aprendizaje automático se están utilizando para analizar declaraciones, detectar señales de engaño y evaluar el riesgo de reincidencia delictiva.

No obstante, el uso de estas tecnologías plantea nuevos dilemas éticos. ¿Hasta qué punto es legítimo utilizar inteligencia artificial para predecir crímenes? ¿Puede un algoritmo determinar si un testigo dice la verdad sin margen de error? Estas son preguntas que deberán ser abordadas en el futuro cercano.

La mente criminal: psicología, factores y mitos

La mente criminal ha sido objeto de fascinación y estudio durante siglos hasta la actualidad, con las modernas técnicas de la neurociencia, pero la pregunta sigue siendo la misma: ¿qué hace que una persona cometa un crimen? ¿Es la criminalidad un rasgo innato o un producto del entorno?

La primera respuesta es que el comportamiento delictivo no tiene una única causa, sino que resulta de una interacción compleja de factores biológicos, psicológicos y sociales.

Factores biológicos

Algunos estudios han señalado que ciertas alteraciones cerebrales pueden predisponer a una persona a la criminalidad. Investigaciones en neurociencia han demostrado que daños en el lóbulo frontal -particularmente en la corteza prefrontal- pueden afectar el control de los impulsos, la toma de decisiones y la capacidad de sentir empatía.

Asimismo, niveles anormales de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina han sido vinculados a comportamientos violentos o antisociales. También existen estudios sobre la influencia de la genética en la predisposición al crimen, aunque estos factores nunca actúan de manera aislada.

Factores psicológicos

Los trastornos de personalidad han sido ampliamente estudiados en el ámbito criminológico. En particular, los trastornos antisociales y psicopáticos se han relacionado con patrones persistentes de comportamiento criminal.

Los psicópatas presentan una falta de remordimiento, manipulan a los demás con facilidad y pueden cometer crímenes de manera fría y calculadora.

El trastorno antisocial de la personalidad se caracteriza por la impulsividad, la irresponsabilidad y la tendencia a violar las normas sociales sin sentir culpa.

Los traumas infantiles también juegan un papel clave en la formación de una mente criminal. Experiencias de abuso físico, emocional o negligencia pueden ser la base en la agresividad y en la dificultad para establecer relaciones sociales saludables.

Factores sociales

El entorno en el que una persona crece tiene un impacto significativo en su desarrollo moral y en sus decisiones. Algunos de los factores sociales más importantes son la falta de una estructura familiar estable, la exposición a la violencia o la ausencia de figuras de autoridad que suelen contribuir en que algunas personas asuman la conducta delictiva. En cuanto al ambiente socioeconómico, la pobreza, la falta de oportunidades y la desigualdad pueden llevar a algunas personas a recurrir al crimen como un medio de supervivencia. La cultura y la violencia social existentes en algunas regiones se han normalizado para resolver conflictos, lo que facilita la reproducción del comportamiento delictivo.

Tipologías de criminales

No todos los delincuentes tienen las mismas motivaciones ni funcionan de la misma manera. La criminología ha desarrollado varias tipologías para clasificar la mente criminal.

Los criminales impulsivos son personas que cometen delitos sin planificación previa. Suelen actuar bajo el efecto de la ira, el miedo, la frustración o la presencia de alguna ocasión que lo propicia. Los crímenes pasionales entran dentro de esta categoría.

En el caso del crimen organizado, el delincuente es meticuloso y planifica cada detalle del delito. Puede presentar rasgos psicopáticos y suele ser difícil de atrapar porque no deja pruebas.

El criminal oportunista no tiene una predisposición criminal, pero comete delitos cuando ve una oportunidad favorable. Es común en casos de robos, fraudes o corrupción.

El criminal psicopático o depredador es frío, calculador y carente de empatía. Se caracteriza por cometer crímenes graves, como asesinatos en serie o delitos de alto impacto social.

Mitos sobre la mente criminal CSI

El cine y la literatura han contribuido a difundir ideas erróneas sobre el comportamiento criminal. A continuación, desmentimos algunos de los mitos más comunes como que «Los criminales son locos», porque no todos los delincuentes tienen enfermedades mentales. De hecho, la mayoría de los criminales comprenden sus actos y los realizan de manera consciente. La locura, en términos legales, es una condición excepcional en la criminalidad. Otro mito es que «los psicópatas son asesinos en serie», ya que no todos los psicópatas cometen crímenes. Muchos de ellos se adaptan a la sociedad y encuentran formas no violentas de manipular a los demás, como son los casos en el mundo de los negocios o la política.

En cuanto a que “todo crimen es solo producto de la pobreza” no es cierto porque si bien la pobreza puede aumentar el riesgo de criminalidad, existen criminales en todos los niveles socioeconómicos y obviamente todos los pobres no son delincuentes sino una minoría. Además los delitos financieros, la corrupción y el fraude son cometidos por personas con altos niveles socioeconómicos y de educación.

La mente criminal es el resultado de una combinación de factores biopsicosociales. No hay una única causa que determine la conducta delictiva, pero la psicología forense y la criminología han avanzado en la identificación de patrones que pueden ayudar a comprender y prevenir el crimen.

A medida que la psicología forense avanza, el desafío es usar este conocimiento para desarrollar políticas de prevención, programas de rehabilitación y estrategias para mejorar la seguridad sin caer en estereotipos simplistas. La criminalidad es un fenómeno complejo, y comprender su origen es el primer paso para enfrentarlo con eficacia. Si deseas profundizar sobre este tema o consultarnos, puedes escribirnos a psicologosgessen@hotmail.com. Que la Divina Providencia del Universo nos acompañe a todos. Hasta la próxima entrega…

María Mercedes y Vladimir Gessen son psicólogos. Autores deMaestría de la felicidadQué cosas y cambios tiene la viday de¿Quién es el Universo?

EL NACIONAL.

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