Gabriel Boric ha marcado la pauta para la izquierda brasileña del Foro de São Paulo. Por primera vez, no fue Lula da Silva, su líder tradicional, quien, junto a Celso Amorim, hoy todavía tienen esperanzas en el tirano Maduro.
Recordemos que el 28 de julio de 2024, el pueblo venezolano eligió a Edmundo González Urrutia como su nuevo presidente, derrotando a Nicolás Maduro por un contundente 70 a 30. El Comando Con Venezuela logró recolectar el 85 % de las actas oficiales emitidas por las máquinas de votación del Consejo Nacional Electoral, las cuales, hasta la fecha, se encuentran resguardadas en una bóveda del Banco Nacional de Panamá bajo la protección de su gobierno. Casi ocho millones de venezolanos votaron por el cambio. Sin embargo, el Partido de los Trabajadores (PT), en Brasil, reconoció la victoria de Nicolás Maduro.
El 9 de enero pasado, el presidente de Chile, Gabriel Boric, se pronunció sobre la situación en el país carcomido por la dictadura chavista: “En Venezuela hoy día se está persiguiendo a quienes se oponen al gobierno. Y el gobierno de Nicolás Maduro se ha convertido en una dictadura, en una dictadura que, además, se robó las últimas elecciones. Y en Venezuela hoy día, no hay libertad (…) Yo soy una persona de izquierda, y desde la izquierda política les digo: el gobierno de Nicolás Maduro es una dictadura y tenemos que hacer todos los esfuerzos internacionales para que se restablezca la ley, [y] la democracia”.
Esa misma noche, tras la repercusión del intento de secuestro de María Corina Machado por parte del chavismo, el periodista William Waack, en CNN Brasil, hizo un fuerte editorial criticando al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva: “La dictadura en Venezuela consuma mañana [10 de enero] el robo desvergonzado de las últimas elecciones. Es un frontal atentado a los principios básicos de libertades y derechos civiles que el gobierno brasileño, hasta ahora, no tiene el coraje de llamar por el nombre que merece: dictadura (…) La mayor potencia en esta parte del hemisferio, Brasil, fue reducida a una condición de impotencia. Tarea facilitada por el propio presidente Lula que aguantó humillaciones y deshonras por parte de un tirano que el presidente de Brasil y su partido, siempre defendieron (…) No se necesita ser de izquierda o de derecha para condenar el régimen venezolano. Lo que se necesita es tener principios”.
El 10 de enero, la tiranía chavista, al desconocer la voluntad del pueblo venezolano, juramentó a Nicolás Maduro para un tercer mandato. La contradicción fue tan flagrante que, además, lo hizo sobre el original de la Constitución de la República Bolivariana de 1999. Brasil envió a su embajadora en Caracas, Glivânia Maria de Oliveira, para asistir a este acto de usurpación, acompañada de los tiranos de Cuba y Nicaragua, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega, respectivamente.
La reacción de Waack estuvo vinculada a las declaraciones de Boric, lo que generó un revuelo en Brasil y comenzó a cuestionar las posturas de la izquierda, desde la más moderada hasta las más radicales en el PT.
El ministro de Transporte, Renan Filho, expresó en su cuenta X: “Como miembro del MDB, partido que históricamente siempre defendió el respeto a las libertades individuales, la justicia y el voto popular, dejo aquí mi repudio al truculento régimen que se impone una vez más hoy con el intento de toma de posesión de ese dictador que no se cansa de irrespetar la soberana voluntad del pueblo venezolano”.
Por su parte, el gobernador de Río Grande del Sur, Eduardo Leite, también se pronunció en su cuenta X: “Participar de la toma de posesión de Maduro significa legitimar un proceso electoral marcado por evidentes violaciones democráticas en Venezuela. Brasil no debería enviar representante. Esto indica una postura incompatible con nuestra tradición diplomática y nuestros valores constitucionales. La democracia no se trata sólo de votar: se trata de celebrar elecciones libres y justas”.
En una publicación en Instagram, el Partido Socialista Brasileño (PSB) compartió una foto con la frase “No a la farsa de Maduro: democracia siempre”. En ella destacaron palabras de su fundador, João Mangabeira: “Socialismo sin libertad, no es socialismo. Libertad sin socialismo, no puede ser libertad”. En otra publicación, acompañada de una caricatura de Maduro como un tirano, exigieron al gobierno de Lula “una postura firme e inequívoca en defensa de la democracia y de los derechos humanos en Venezuela”.
En una entrevista con CNN Brasil, el vicepresidente de la República y también del PSB, Geraldo Alckmin, calificó el acto de usurpación de Maduro como “lamentable, pero Brasil no reconoce esas elecciones. La democracia es civilizatoria y necesita ser fortalecida, las dictaduras suprimen la libertad”.
El magistrado del Supremo Tribunal Federal, Gilmar Mendes, también se refirió a la situación en su cuenta X: “Las noticias que llegan de Venezuela siguen siendo preocupantes. Un gobierno que utiliza el aparato militar para perseguir y arrestar a sus opositores no es democrático. Tampoco lo son las elecciones libres, sin transparencia y marcadas por la violencia y el autoritarismo”.
El presidente de la Cámara de los Diputados, Arthur Lira, del partido Progressistas, manifestó también en su cuenta X: “La democracia exige elecciones limpias, sin fraudes y respetando el voto popular. Eso no pasó en Venezuela. La toma de posesión de Nicolás Maduro viola la voluntad del pueblo venezolano y debe ser repudiada, con medidas políticas y económicas, para que las dictaduras no se sientan legitimadas”.
El líder del gobierno en el Congreso y militante del PT, el senador Randolfe Rodrigues, publicó un polémico mensaje en su cuenta de X que contradecía la postura oficial de su partido, que reconocía a Maduro como presidente: “El gobierno venezolano es una dictadura y la toma de posesión del señor Nicolás Maduro, que tuvo lugar hoy, es ilegítima y fraudulenta. Un régimen que irrespeta los derechos humanos, irrespeta la alternancia de poder y no respeta la soberanía de la voluntad popular, es un régimen autoritario. Por lo tanto, es deber de todo demócrata, esté donde esté, condenar cualquier dictadura, ya sea de derecha o de izquierda”.
Finalmente, uno de los intelectuales más radicales de la izquierda, Leonardo Boff, expresó en su cuenta X: “Me cuesta imaginar lo que pasa por la cabeza de Maduro sabiendo que perdió las elecciones y se robó el poder cuyo portador es el pueblo. ¿Cómo puede vivir con la mentira y todavía dormir ‘de pie’? Está más cerca de Judas que de Cristo. Pero no va a resistir”.
Estas reacciones, junto a las firmes posturas de la oposición que han sido consistentes en su condena a las acciones de la tiranía chavista, crean un ambiente de consenso en Brasil en torno a la situación de Venezuela. Esta unidad es inusual en un país marcado por la polarización política entre la izquierda y la derecha. Brasil reacciona contra Maduro y ejerce presión sobre un Lula cada vez más impopular, debido a los resultados desastrosos de su tercer mandato.
Gabriel Boric ha marcado la pauta para la izquierda brasileña del Foro de São Paulo. Por primera vez, no fue Lula da Silva, su líder tradicional, quien, junto a Celso Amorim, hoy todavía tienen esperanzas en el tirano Maduro.
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