El retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, la posibilidad de una transición democrática en Venezuela, la migración incesante y los negocios petroleros marcarán la próxima etapa de las ya complejas relaciones entre Washington y Caracas, de acuerdo con los expertos.
Por Voz de América
Estados Unidos y Venezuela mantuvieron por décadas vínculos de amistad en asuntos de toda índole, incluso en temas militares y la lucha antidrogas, con acento en los negocios, que incluían cooperaciones energéticas y presencia de personal petrolero.
Sin embargo, esa buena relación se interrumpió con la llegada al poder del expresidente socialista Hugo Chávez, en 1999, y esas tensiones se han incrementado durante la administración de Nicolás Maduro, con especial acento en este último año.
Washington desconoció a Maduro como mandatario legítimamente electo en 2019, además aplicando sanciones económicas a instituciones e industrias económicas del país suramericano e individuales contra cientos de funcionarios del chavismo.
El contexto actual parece avanzar hacia un nuevo desaire en cuanto a la legitimidad de Maduro, proclamado ganador de la elección presidencial de julio, pero cuya oposición dijo haber triunfado holgadamente en la votación con su candidato, Edmundo González.
Con base en las copias del 83 % de las actas de votación de toda Venezuela, Estados Unidos reconoció a González Urrutia como “presidente electo”, llamando al chavismo a permitir una transición democrática y cesar la represión contra sus detractores.
Objetivo fallido
El gobierno de Biden “no logró su objetivo primordial” en Venezuela, es decir, facilitar una transición con elecciones que hoy parece tener “poca probabilidad” de ocurrir en el corto plazo, diagnostica Benjamin Gedan, director del programa para América Latina del centro de estudios y análisis The Wilson Center.
Para animar al gobierno venezolano a permitir elecciones medianamente libres, “Estados Unidos pagó un alto costo”, dice, mencionando la liberación de Alex Saab, un empresario colombiano acusado de sobornos a funcionarios venezolanos y señalado por voceros norteamericanos y la oposición como presunto testaferro de Nicolás Maduro.
Gedan observa que la administración Biden modificó la política de máxima presión de su predecesor, Trump, lo cual permitió que la elección unificara a la oposición venezolana y que la votación, que considera un “fraude electoral”, terminara por aislar a Maduro, indica.
La negación de apoyos a Maduro de figuras “progresistas”, como los presidentes de Brasil y Colombia, y el posible boicot de mandatarios regionales a su juramento para un tercer mandato pueden ser consecuencias de la elección, sí, pero “nad
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