Uso esa palabra para explicar a los amables seguidores y contradictorios lectores, lo observado y sentido en estos días convulsos y complicados: el deseo, las ganas, la necesidad, de tener información, compulsivamente, y conocer lo que está sucediendo realmente. Esto, en medio de una especie de bombardeo informativo-noticioso, especialmente vía las redes. Interesante destacar, el ansia informativa no se sacia, más bien es un deseo incontrolable de saber y conocer más. Al lograr el propósito informativo-noticioso, aparece el deseo comunicacional: ¿” qué más se sabe?, ¿sucedió algo más?” Sin embargo, de inmediato, surge la duda y nos preguntamos: “¿es verdad? ¿esto sucedió así, como lo están transmitiendo?” Claro tenemos ansias informativas, sin duda, lo que ocurre es que necesitamos que sea: “ veraz, oportuna e imparcial” como indica el artículo 58 de nuestra CNRBV. Al conocer el concepto de información del Dr. Claude Shannon:” la información es un dato reductor de incertidumbre”; resulta comprensible, y más allá entendible, ésta ansia informativa: reducir la incertidumbre. Imprescindible y necesario para el humano.
En la historia, encontramos al tribuno y retórico romano, Fabio Quintiliano. Autor de la fórmula usada cotidianamente, nos dejó las famosas preguntas: ¿Quién dijo?, ¿Qué? ¿Dónde? ¿Cuándo?, ¿Cómo? y ¿Por Qué? Quintiliano, gran pensador, planteó temas educativos de trascendencia. Se le reconoce como creador y organizador de esa fórmula, estructurada por él, con fines éticos y pedagógicos. Los periodistas ingleses y luego los norteamericanos, consideraron la validez y pertinencia de esas preguntas de manera resumida, imprescindibles y que debe contener una noticia. Los periodistas, hay que decirlo, nos apropiamos de esas preguntas, las hicimos nuestras y forman parte de las primeras enseñanzas del periodismo. “Un buen `lead ´(1)decía el inolvidable periodista José “Chepino” Gerbasi, debe contestar las preguntas de Quintiliano.” Los periodistas norteamericanos, pragmáticos como son, hablan de las “5 W más la H”. Traducción de las palabras al inglés que nosotros seguimos, convencidos de la trascendencia y vigencia de la misma fórmula: didáctica y pragmática a la vez. Estamos rodeados de información y de información noticiosa, con inteligencia artificial todo parece posible. Sin embargo, no es así. La duda prevalece en nuestra mente, mientras leemos, observamos, escuchamos los mensajes vía las redes sociales. Aprender a reconocer la mentira, la falsedad, para algunos es complejo; depende, en oportunidades, de la “necesidad interior de creer” lo que dice el mensaje. Es un proceso interesante. Algunas características, de las “fake news” (noticias falsas), en oportunidades, refieren a temas sensibles, muy actuales y eso nos hace propensos a creerlas. Repito, para no caer por ingenuos o inocentes, hay que estar alertas. Reconociendo que, a veces, dudamos, y de todos modos las divulgamos. La primera característica, en la que debemos fijarnos, para determinar la veracidad de la información es la fuente: ¿Quién da la información–noticiosa? Sí es anónima, hay que desconfiar en un 40%: La segunda cuestión, la fecha. ¿Cuándo se produjo el suceso? Sí no trae fecha de emisión resulta sospechoso. Se debe revisar bien, porque muchas veces es noticia antigua, reciclada. Si no tiene fecha, hay que aumentar un 20% de duda. A estas alturas con un 60% de desconfianza, lo adecuado, es buscar verificar, usando para ello a periodistas y comunicadores que sepamos, están al día. Puede ser útil, de acuerdo a la dimensión de la información recurrir a los medios internacionales. Lo que conocemos como un “notición” no deberá estar fuera de los grandes cotidianos y noticieros del mundo. Es una forma de asegurarnos sí se trata de una “noticia falsa”. Les advierto, los estudios realizados en las universidades más prestigiosas de los Estados Unidos señalan que el sector más propenso a creer en las “fake news”, somos los de la, eufemísticamente, llamados “Tercera Edad”. Es decir, somos los viejos y los ancianos los más fáciles de creer esas mentiras. Es también una alerta, para iniciar el proceso de verificar. Un dato importante, refiere al lenguaje y la redacción. Lo mal redactado, lleno de vulgaridades y hasta confuso, puede ser indicativo de la falsedad del texto recibido. Otro elemento refiere al tamaño e impacto de la información: algo relevante, que sorprende demasiado, debe ser verificado. Con facilidad podemos creernos las mentiras que el grupo de propagandistas chimbos y los ociosos, sí también están esos, ponen a rodar para ver que “poder” tienen. En realidad, la mentira, dicho muchas veces, “tiene patas cortas, dura hasta que aparece la verdad”. La cuestión dependerá de qué trata la información falsa, a qué se refiere y cual es el objetivo que buscan. En oportunidades, puede cambiar la opinión de un electorado, positiva o negativamente, lograr el triunfo o la derrota, de lo que hay numerosos ejemplos. De manera qué, un instrumento extraordinario, como es el proceso informativo-comunicacional por la vía tecnológica, se puede transformar en una terrorífica arma de desinformación y hasta de caos, si no lo sabemos manipular con consciencia. Agudizar los sentidos, mantenernos alerta, concientizar las implicaciones de nuestros deseos y ansias informativas, todo ayuda a no caer en las trampas desinformativas. ¡Alerta, siempre!
*Lead: Comienzo de la información-noticiosa, resume lo trascendental de la misma. Al resto se le llama cuerpo y cola.
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