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miércoles, 8 de enero de 2025

El País: Edmundo González o Nicolás Maduro: ¿a quién reconoce cada país como presidente de Venezuela?


Edmundo González y Nicolás Maduro

Mientras Nicolás Maduro arrecia la represión y se atrinchera en juramentarse este viernes para otros seis años como presidente de Venezuela sin evidencia alguna de que ese haya sido el resultado de las elecciones de hace seis meses, la oposición ha demostrado con más del 80% de las actas en la mano que Edmundo González, asilado en España, lo dobló en votos. A cuentagotas, varios países, con Estados Unidos a la cabeza, han dado el paso de considerar al líder opositor —en el exilio desde septiembre— como el presidente electo. Mientras, los gobiernos progresistas de Brasil, México y Colombia han hecho malabares para mantener una suerte de neutralidad —difícil de sostener en el tiempo— con el propósito de no quemar los puentes con el chavismo después de haber mediado por una salida negociada, un esfuerzo que no arrojó resultados. Tampoco la Unión Europea reconoce formalmente un ganador, aunque ha asegurado su respaldo político a González. El heredero de Hugo Chávez, por su parte, ha contado con las felicitaciones tempranas de Rusia, China e Irán, tres de sus aliados más tradicionales, además de gobiernos más cercanos como los de Cuba y Nicaragua.

Por Santiago Torrado / elpais.com

Chile anunció esta misma semana el fin de la misión de su embajador, después de que el presidente Gabriel Boric ha condenado el “fraude” perpetrado por el régimen de Maduro, mientras que Caracas rompió relaciones con Paraguay después de que el presidente, Santiago Peña, reconociera a González como presidente electo. El chavismo ya lo había hecho con Costa Rica, Perú, Panamá, República Dominicana o Uruguay, además de que el Parlamento ha llegado a pedir romper relaciones con España. El choque con la Argentina de Javier Milei ha sido particularmente duro, pues fue en la embajada del país sudamericano en Caracas —resguardada por Brasil— donde se refugiaron los seis colaboradores de la líder opositora María Corina Machado que han sido hostigados por las fuerzas de seguridad, un enfrentamiento agravado por la detención de un gendarme de ese país.

Con la promesa de regresar “por cualquier vía” este viernes a Venezuela para lograr su propia investidura, Edmundo González organizó una gira americana para recabar apoyos, que ha incluido paradas en Argentina, Uruguay y Estados Unidos, donde Joe Biden lo recibió el lunes en la Casa Blanca con el rótulo de “presidente electo”, pero no llegó a reunirse con Donald Trump, que toma posesión el 20 de enero. También en Panamá y República Dominicana, donde un grupo de expresidentes de la región escenifican una vez más su respaldo.

Fue allí, en Santo Domingo, donde Estados Unidos, la Unión Europea y una veintena de países, reunidos en agosto con motivo de la toma de posesión del dominicano Luis Abinader, rechazaron en bloque la represión de los manifestantes en las protestas posteriores a las presidenciales del 28 de julio, en las que las autoridades venezolanas, controladas por el oficialismo, proclamaron ganador a Maduro. Ya esa declaración —suscrita también por España e Italia de manera individual— hacía alusión al informe del Panel de Expertos de la ONU, que concluyó que el proceso no cumplió con las medidas básicas de transparencia e integridad que son esenciales para la realización de elecciones creíbles. También el Centro Carter, que participó en la observación sobre el terreno, concluyó que las elecciones “no pueden considerarse democráticas” y validó las actas presentadas por la oposición en la Organización de Estados Americanos.

A pesar de esos cuestionamientos, más de medio centenar de países ya habían reconocido desde agosto el triunfo electoral de Maduro, según las cuentas del oficialismo. Entre esas naciones están Rusia, China, Irán, Corea del Norte, Bielorrusia, Turquía y Catar, también algunas otras del mundo árabe —incluyendo el caído régimen de Siria—, África y el Caribe. En Latinoamérica, además de Cuba y Nicaragua, también felicitaron su supuesta victoria los mandatarios de Bolivia (Luis Arce) y Honduras (Xiomara Castro).

Brasil, México y Colombia, las tres potencias latinoamericanas gobernadas por la izquierda, pusieron en marcha un esfuerzo de mediación. Exigieron una verificación independiente y la presentación de los resultados desglosados por mesa de votación. Nunca prosperó. En los tres casos se espera que estén representados este viernes por sus embajadores en Caracas durante la posesión de Maduro, si nada extraordinario ocurre. El mexicano Andrés Manuel López Obrador, en el ocaso de su sexenio, fue el primero en desertar de ese esfuerzo para dejarle campo de acción a su sucesora, Claudia Sheinbaum, que asumió la presidencia en octubre.

Sheinbaum aseguró que su gabinete mantendría una postura “imparcial” ante la crisis venezolana. El Gobierno mexicano ha marcado distancia bajo la premisa de respetar sus principios de política exterior, que establecen la no intervención en asuntos internos de otros países. La presidenta acabó por confirmar en diciembre que finalmente tendría una representación en la investidura, pero defendiendo siempre la idea de autodeterminación de los pueblos. “Irá un representante a la toma de protesta, pero no vemos por qué no deba ser así, le corresponde a las y los venezolanos, no a México, definir”, señaló al ser cuestionada. El canciller mexicano, Juan Ramón de la Fuente, informó esta semana que el enviado será el embajador en Caracas, Leopoldo de Gyves, informa Georgina Zerega desde Ciudad de México.

Tanto el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva como el colombiano Gustavo Petro, que restablecieron relaciones con la vecina Venezuela al comienzo de sus respectivos gobiernos, persistieron en el esfuerzo. Ambos insistieron en la necesidad de presentar las actas perdidas, y en su momento plantearon la posibilidad de un Gobierno de coalición transitorio y nuevas elecciones con garantías como salida a la crisis ­—una idea descartada tanto por Maduro como por la oposición—. Esa iniciativa se diluyó, al punto de que Lula vetó el ingreso de Venezuela a los BRICS en octubre, lo que desató la furia del chavismo. Brasil no reconoce ni a Maduro ni a González, y ha optado por congelar las relaciones sin llegar a romperlas, informa Naiara Galarraga Gortázar desde São Paulo.

La investidura es una prueba de fuego para Gustavo Petro, presidente de Colombia, que mantiene el suspense sobre su presencia en Caracas. Los dos países comparten una porosa frontera, intercambios de todo tipo y Venezuela es garante —y sede— en las negociaciones de paz con la guerrilla del ELN. Colombia es además el principal receptor de la diáspora, con tres millones de migrantes en su territorio. La Cancillería ha insistido en que no reconocerá ganador alguno sin actas electorales, pero tampoco romperá relaciones. “No hubo actas, no hay reconocimiento. Así de sencillo”, defiende el canciller, Luis Gilberto Murillo, muy criticado en Caracas por haber sido antes embajador en Washington. “Respetamos la soberanía de Venezuela, pero las actas son fundamentales. Nuestra relación es de Estado a Estado”.

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