Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

lunes, 13 de enero de 2025

El fracaso de la justicia global y el abandono de Venezuela por parte de la comunidad internacional


Nicolás Maduro ha asumido su tercer mandato como presidente de Venezuela, en unas elecciones cuestionadas por la comunidad internacional y la oposición interna. Este nuevo periodo se inicia en medio de una crisis diplomática, con numerosos países y organismos internacionales rechazando su legitimidad. Además, Maduro ha prometido reformas constitucionales que alimentan temores sobre la consolidación de su poder y la erosión de las instituciones democráticas.

Venezuela atraviesa una de las crisis humanitarias más graves de la historia reciente. Años de políticas fallidas, un régimen autocrático y un colapso económico sin precedentes han empujado al pueblo venezolano al límite de la supervivencia. Sin embargo, la respuesta internacional ha sido decepcionante. Las sanciones no han dado resultados, las condenas diplomáticas son vacías, y la falta de acciones concretas agrava la tragedia humanitaria. La pregunta es: ¿hasta cuándo se ignorará el sufrimiento de millones?

Las sanciones impuestas, que se diseñaron para presionar al gobierno, han afectado más a la población, empujándola a la pobreza extrema, mientras el régimen sigue en el poder. Los ciudadanos enfrentan inflación descontrolada, escasez de alimentos y medicinas, y un colapso de los servicios públicos, sin que haya un cambio real en la estructura del poder.

Por otro lado, organismos internacionales como la ONU y la Corte Penal Internacional han demostrado su impotencia. A pesar de los informes sobre violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, no se han tomado medidas efectivas. Las condenas y resoluciones se quedan en palabras vacías mientras el pueblo venezolano sigue sufriendo. La comunidad internacional no puede tratar este conflicto como si fuera un enfrentamiento entre partes iguales; el régimen ha cometido atrocidades, y su inacción perpetúa el sufrimiento.

El silencio de las grandes potencias es inaceptable. Las sanciones y las declaraciones diplomáticas no han generado resultados tangibles. Los gobiernos que se presentan como defensores de los derechos humanos deben comprender que no basta con imponer sanciones esperando que la situación se resuelva por sí sola. Las medidas adoptadas no han debilitado al régimen, pero sí han empeorado las condiciones de vida de los venezolanos. La diplomacia internacional, sin acciones políticas firmes, es inútil.

Las organizaciones humanitarias desempeñan un papel crucial, pero operan con recursos limitados. La ayuda que brindan es necesaria, pero no basta si no se enfrentan las causas estructurales del problema. El régimen ha saqueado los recursos del país y destruido las instituciones. La comunidad internacional debe dejar de ser cómplice pasiva y actuar para cambiar la situación.

Es momento de que la comunidad internacional actúe con determinación. Las sanciones económicas deben ir acompañadas de un plan claro para cambiar el rumbo del país, y las presiones políticas deben ser mucho más firmes. No es suficiente con enviar ayuda fragmentada ni emitir informes sin impacto. Se deben aplicar medidas efectivas que desafíen al régimen y presionar por un cambio estructural en el país.

La ONU, la CPI y otros organismos internacionales no pueden seguir siendo simples observadores. La tragedia venezolana es un desafío global. Es crucial que la comunidad internacional pase de las promesas vacías a la acción. No es aceptable seguir ignorando el sufrimiento de un pueblo que necesita ayuda urgente. Los responsables de la crisis deben rendir cuentas, y la democracia debe ser restaurada.

Estos organismos, creados para proteger los derechos humanos, son ineficaces si no toman medidas reales. La inacción los convierte en cómplices del sufrimiento de millones de personas.

Es urgente tomar decisiones que marquen la diferencia. No necesitamos más palabras ni sanciones simbólicas, sino una intervención política efectiva que ponga fin a la impunidad y ofrezca esperanza a los venezolanos. La comunidad internacional debe actuar con el mismo compromiso con el que defiende otros derechos humanos en el mundo. Es hora de que la tragedia venezolana reciba la atención que merece y se tomen medidas contundentes para acabar con el sufrimiento diario.


Pedro Adolfo Morales Vera es economista, jurista, criminólogo y politólogo.

https://www.elnacional.com/

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