En el año 2005 la producción de petróleo en los Estados Unidos iba en picada, rozaba los cinco millones de barriles por día y debían importar unos diez millones para satisfacer su consumo. Luego de haber alcanzado su pico de producción de diez millones de barriles diarios en 1970, la producción comenzó a decaer paulatinamente hasta llegar a los niveles de 1950. Y el fenómeno parecía irreversible.
El embargo petrolero de 1973, que elevó los precios del petróleo y por ende los de la gasolina, afectó seriamente a la economía norteamericana – inflación y decrecimiento- y fue como un pellizco que los despertó de su sueño de energía infinita y barata.
La época del despilfarro, de los carros gigantescos como medición de prestigio, de los edificios y fábricas encendidos permanentemente como señal de poder, de la despreocupación por las facturas energéticas, había quedado en el pasado.
Los norteamericanos sintieron en la piel que su portentoso desarrollo tecnológico que tan alto nivel de vida les brindaba, no era nada sin petróleo. Tomaron conciencia de su dependencia del mundo árabe, y de la aterradora realidad que sin petróleo… quedarían paralizados y retornarían a la edad de piedra.
Se inició un “corre – corre” para encontrar sustitutos del petróleo y minimizar la dependencia de los países árabes. Aceleraron las inversiones en energías alternas; pero sorpresa, encontraron que el sustituto del petróleo, estaba en el mismo petróleo… de lutita.
Su explotación lo cambió todo, más allá de los sueños de los más optimistas. Estados Unidos incrementó significativamente su producción de hidrocarburos, hasta más del doble. Hoy van por más de trece millones de barriles diarios y su producción de gas ha crecido desde 50 hasta 100.000 mil millones de pies cúbicos diarios.
Pero… ¿Qué es la lutita?
Antes de continuar debemos precisar que es la lutita. Se trata de una roca madre, donde se generó el hidrocarburo, y se “cocinó” antes de emigrar hasta conformar los yacimientos petrolíferos y gasíferos.
El hidrocarburo de la lutita no era explotado porque la roca tiene unos poros demasiado pequeños y su permeabilidad (capacidad de fluir) es mínima. En pocas palabras, no era comercial.
Pero el uso simultáneo de dos tecnologías, una tradicional – el fracturamiento hidráulico de las rocas-, y una novedosa – la perforación horizontal –, permitieron explotar las rocas de lutita. La perforación horizontal permite penetrar en la roca hasta unos dos kilómetros, y múltiples fracturamientos en ésta permiten que el hidrocarburo fluya en altos volúmenes de un crudo muy liviano, o de gas.
¿Dónde están los yacimientos de lutita?
En los Estados Unidos destacan la formación Bakken hacia el oeste, la Eagle Ford por la costa del Golfo de México y Pérmico en el sur. Hay otros países como por ejemplo Argentina, que con “Vaca Muerta” promete en mediano plazo muy alta producción de petróleo y gas. Igualmente se estiman significativas cantidades en China, Argelia, Canadá, y en múltiples países.
En Venezuela las rocas madres son Querecual en oriente, y La Luna en occidente, se estima que allí existen importantes cantidades de hidrocarburos que por razón periodística llamamos “de lutita”.
Los costos de producción de los hidrocarburos de lutita han disminuido significativamente, sin embargo la declinación de la producción anual es altísima – 80% anual – lo que implica que los pozos disminuyen su producción por lo menos cinco veces en dos años.
Las significativas cantidades de agua que requiere el fracturamiento hidráulico, aunado a los gases de efecto invernadero, han generado severas críticas de los ambientalistas. Por ello, en Europa no se han explotado estos recursos. Por las mismas razones en Colombia, a pesar que sus reservas convencionales dan apenas para siete u ocho años y podrían ser duplicadas con explotación de lutitas, ésta continúa vedada.
La nueva geopolítica del petróleo
La segunda guerra mundial fue una guerra de petróleo. Al general Rommel se le paralizaron sus tanques en el desierto por falta de combustible. A Hitler se le catalogó de loco cuando abrió dos frentes e invadió la URRSS. Sin embargo lo hizo buscando los hidrocarburos rusos. Él sabía – como en efecto sucedió – que si no los conseguía perdería la guerra.
Venezuela fue un gran surtidor de petróleo en esa guerra. Un importante porcentaje del utilizado por los aliados era venezolano. El campo petrolero Jusepín, en Monagas, fue sobreexplotado y sufrió serios daños.
A partir de entonces, por muchos años los países del llamado primer mundo se acostumbraron a que la sangre que daba vida a sus portentos tecnológicos procedía de los países árabes y en general de países subdesarrollados como Venezuela, México, o naciones africanas.
En aras de garantizar el suministro de hidrocarburos, se generaron conflictos como el de Mossadegh en Irán, el embargo petrolero de 1973, la caída del Sha de Irán, la guerra Irán- Irak y unos cuantos derrocamientos de gobiernos.
Pero a partir de la lutita cambiaron los parámetros geopolíticos. Ahora, una importante fuente de energía estaba en el primer mundo. Estados Unidos se convirtió en el primer productor petrolero del planeta. Incrementó su independencia energética en cuanto a petróleo, y su producción de gas es ahora superior a sus requerimientos, lo que la ha permitido ir en vía de ser el principal surtidor de gas licuado en Europa.
Estados Unidos en lugar de ser el mejor cliente, es la primera potencia petrolera. ¿Qué tal? Un giro de ciento ochenta grados.
La misma Europa tiene nuevas posibilidades de explotar petróleo y disminuir su dependencia, un poco difícil por las presiones ambientalistas; pero allí está el hidrocarburo esperando a los taladros en caso de extrema necesidad.
De no ser por la lutita, Estados Unidos estuviera importando tal vez más de quince millones de barriles diarios, quien sabe que de guerras, o de derrocamientos, o de acuerdos de potencias hubiera generado para cumplir su primer deber geopolítico: garantizar el suministro energético para su país.
El futuro
La lutita lo cambió todo. Por ahora. Pero la relación reserva- producción en Estados Unidos es de aproximadamente unos diez años. Lo que implica – desde ya- la búsqueda de seguridad de suministro en el extranjero.
En este escenario, ¿cómo queda Venezuela? ¿Seguirá siendo el país de las oportunidades perdidas prometiendo fallidamente todos los años un millón de barriles? En lugar de proyectar cuatro millones de barriles diarios, ocho o diez mil millones de pies cúbicos de gas, capacidad de refinación, desarrollo petroquímico… lo que merece este país por su nivel de reservas.
Pero ese, es otro tema.
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