Los tres términos que titulan esta nota no son equivalentes, pero los líderes populistas más connotados de la historia han sido narcisistas y han usado una estrategia de polarización de sus sociedades como medio para llegar al poder, para destruir las instituciones y por esa vía asegurar su permanencia, y finalmente para segar la libertad de todos como medio para satisfacer su ego.
Así son las historias de muchos líderes populistas, pero por ahora me conformo con hablar de Hugo Chávez y Adolf Hitler, dos líderes que crearon movimientos políticos basándose en la polarización de sus sociedades, intentaron golpes de estado que fallaron, pero llegaron legalmente al poder, y desde él destruyeron las instituciones y la libertad.
Hitler y Chávez también coinciden en que causaron dolor y ruina y murieron en el ejercicio de ese poder.
Todas las sociedades occidentales, con los EEUU a la cabeza, se comprometieron en 1945 con que el nazismo como cultura política desapareciese, y desapareció.
El chavismo como cultura entre los venezolanos no ha desaparecido como lo hizo el nazismo entre los alemanes, pero hay quienes hoy confunden la alineación de muchos chavistas contra Maduro, con la desaparición del chavismo.
El populismo es el binomio inseparable de una estrategia de liderazgo y de unos imaginarios de seguidores. En los imaginarios de muchos venezolanos parecieran estar los valores y creencias que los llevarían a sumarse al próximo líder populista polarizador.
El apoyo que Trump ha suscitado en muchos venezolanos que hoy son también estadounidenses, pareciera confirmar esa hipótesis, porque Trump comparte con Chávez y Hitler el narcisismo; y coincide con ellos en su intento fracasado de un golpe y su arribo al poder por una vía legal, cabalgando la polarización de la sociedad de los EEUU.
Dios quiera que no se consuma la división interna de la sociedad americana en la que ya se está comprometiendo Trump en sus recientes discursos. Los EEUU están transitando un momento peligroso de su historia, y el progreso de la división en marcha puede debilitar seriamente a ese país y a todo el mundo democrático.
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