El distanciamiento entre Gustavo Petro y Nicolás Maduro pasa a otro nivel. Ya no es solo de carácter diplomático ante la negativa del régimen chavista de mostrar las actas de la elección presidencial, como exige el Gobierno colombiano para reconocer el resultado. En la Casa de Nariño priva el pragmatismo económico. Por ello, la Superintendencia de Sociedades anunció este lunes el inicio de una actuación administrativa de “control” sobre Monómeros –la empresa estatal petroquímica venezolana con sede en Colombia– considerado el máximo grado de supervisión, lo que sin duda eleva los roces con Miraflores, que contempla la venta de la compañía.
“Ante posibles riesgos que afectan el interés general, nuestro deber es actuar oportunamente, conscientes de la importancia que tienen las sociedades para la economía nacional y en el caso particular de Monómeros, por su relevancia para el agro, la soberanía alimentaria y los campesinos colombianos”, dijo el superintendente de Sociedades, Billy Escobar, según se agrega en el comunicado con el que el Gobierno de Petro informó sobre su decisión de “someter al grado de supervisión denominado ‘control'” a Monómeros, ante “la posible venta de sus acciones”.
Con esta medida, en Bogotá se adelantan a las acciones que se pudieran estar emprendiendo desde Caracas. Y es que la dictadura venezolana, a través de su ministro de Industria y Producción, el empresario colombiano Álex Saab –quien estuvo preso en EE. UU. por lavado de dinero–, ha manifestado la intención de “vender y privatizar”, Monómeros, según advirtió Gustavo Petro en una carta dirigida a Nicolás Maduro el pasado 8 de noviembre, en la que se opone a esta decisión y lo invita a “reconsiderar” lo que estima “implicará el encarecimiento de los productos primarios agrícolas” en ambos países.
La importancia de Monómeros para Petro y Maduro
Esta compañía es clave para Colombia, ya que representa 27,8 % de la producción de fertilizantes en el país y abastece a 80 % de los campesinos, lo que llevó a Petro a recordar en su carta que “la comercialización de urea de Monómeros les garantiza a millones de familias venezolanas y colombianas la productividad de sus tierras”.
Debido a la importancia de esta empresa para la economía colombiana, Petro decidió llevar sus palabras a los hechos. La advertencia se convirtió en una acción administrativa que en el propio comunicado se describe como “el máximo grado de supervisión, de carácter societario, que ejerce la Superintendencia de Sociedades, preventivamente, con el fin de preservar la empresa como unidad productiva y fuente generadora de empleo”.
Además, el organismo aclara que “el grado de supervisión denominado ‘control’ no es una toma de posesión ni faculta a la Superintendencia de Sociedades para coadministrar la Sociedad, quien conserva su autonomía con las limitaciones y para los fines indicados en la Constitución y la ley, con plena garantía de sus derechos”. Sin embargo, agrega que esta decisión se adopta “dada la financiación que percibe mayoritariamente por sus vinculados, la cual, en el escenario de una enajenación de sus participaciones podría generar y materializar un riesgo de insolvencia”.
Con la llegada de Gustavo Petro a la Casa de Nariño y como parte del restablecimiento de relaciones con Venezuela, el nuevo gobierno colombiano entregó en agosto de 2022 el control de Monómeros al régimen de Maduro al no reconocer al extinto gobierno interino de Juan Guaidó, que ya se desmoronaba para ese momento, pero que durante un par de años tuvo el control de la compañía mediante la junta ad hoc de PDVSA, gracias al reconocimiento que consiguió por parte de más de 60 países, entre estos Estados Unidos bajo la anterior Administración de Donald Trump.
El temor del chavismo al regreso de Donald Trump
Es justamente el retorno del líder republicano a la Casa Blanca a partir del próximo 20 de enero lo que encendió las alarmas en el chavismo, que pretende mantenerse en el poder más allá del 10 de enero, pese a no haber podido demostrar el supuesto triunfo de Maduro y tener en contra a observadores internacionales invitados por el propio Consejo Nacional Electoral (CNE) como el Centro Carter y el panel de expertos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), que coincidieron en que hubo fraude y el verdadero ganador de los comicios fue el opositor Edmundo González, según las únicas actas publicadas que estos organismos reconocen como válidas.
Por tal motivo, quienes hoy gobiernan Venezuela se atrincheran en el poder pero saben que habrá más sanciones en puerta y que el próximo gobierno republicano, con Marco Rubio como secretario de Estado, tendrá una posición mucho más firme que la actual administración demócrata. En Miraflores necesitan recursos para sostenerse y la venta de Monómeros parece haber sido la opción puesta sobre la mesa. La oposición rechaza rotundamente esta medida por considerar que Monómeros es una “empresa clave para el Estado venezolano” y que esta privatización tiene motivos oscuros. Por su parte, el régimen chavista no ha respondido hasta el momento a la decisión del gobierno colombiano de intervenir Monómeros con su máximo nivel de supervisión.
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