Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

viernes, 27 de septiembre de 2024

Sebastián de la Nuez: El quiebre de cintura de Diosdado Cabello cuando asegura los vamos a joder

 


Este es un viaje a las profundidades de la penúltima  conspiración terrorista contra el régimen chavo-madurista, según ha sido televisada por el ministro Diosdado Cabello, mientras su compañero el diputado Jorge Rodríguez le hacía firmar al presidente electo de Venezuela, mediante coacción, un papel que legalmente no vale nada. No quieren ver la realidad, la pérdida de las elecciones del 28J; por eso se inventan varias tramas en aluvión, para pintar la que a ellos les conviene. Les fascina la palabra “matriz”

Para estudiar a Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez podría uno apelar a los ensayos sobre el odio de Hannah Arendt o las descripciones del horror nazi de Primo Levy. Pero sería una exageración: no están ni Cabello ni Rodríguez en ese lote, corren en un lote menor. Ambos son apenas un producto del bipartidismo que se impuso en Venezuela a partir de 1958, que amplió soberanamente los derechos del pueblo ―en educación, en sanidad, en libertades―a pesar de los vicios que le aquejaron. No. Para enfocarlos no hacen falta Hannah Arendt ni Primo Levy sino alguien como Ronna Rísquez, que conoce como nadie los mecanismos del Tren de Aragua, o Sebastiana Barráez, dueña de un rico archivo personal sobre la naturaleza corrupta del oficialismo militar en tiempos chavistas.

Para un perfil del teniente, solo una herramienta: Describir su reciente comparecencia en el Congreso de la república o Asamblea Nacional.


Cabello, ante un micrófono, saca un tumbaíto o contoneo de su cintura, un meneo manganzón que, por lo visto, lleva doble función: dar énfasis a su discurso y acercarse más al micrófono para que la inmensa mayoría del país escuche bien claro. Se ladea especialmente cuando se dispone a insultar a los demócratas de su país, subrayando de este modo líneas específicas. En esta comparecencia, la de la Gran Conspiración Maluca, emperchado con traje y corbata, invitado por Jorge Rodríguez, ejecutó esta pirueta o piroutte, que es como se conoce en el ballet clásico el paso de un bailarín o bailarina cuando se apoya en un pie para hacer girar ligera o completamente su cintura sobre tal apoyo. Diosdado apenas ejecuta un abreboca del paso, un prólogo, pero cualquier nos sorprende lanzándose sobre el Cascanueces mientras insulta a los demócratas de su país.

En uno de los 400.000 capítulos de Aló Presidente que dejó como legado el comandante eterno, debe haber un minuto, apenas un minuto, durante el cual Hugo Chávez dedica a los ojos o pestañas de Diosdado Cabello un comentario pícaro, jocoso. Cabello se encontraba escuchándolo en primera fila, presto a recibir instrucciones o un regaño, como era usual en estos programas. Pero en esta ocasión no se produjo ni instrucción ni regaño sino un piropo dedicado a las pestañas coquetas del subalterno. No fue burla sino eso, piropo lisonjero, juguetón, divertido. Y sin embargo encerraba algo: un militar diciéndole a otro militar que había algo bello en su mirada. ¿No era, con todo y la ligereza en apariencia espontánea del comentario, la licencia pública de quien se sabe amo de su ganado y por lo tanto puede actuar en consecuencia, confianzudamente? Un ligero gesto de poder y sumisión, nada más.

Mientras Jorge Rodríguez se ocupa de Edmundo González Urrutia y la carta que, mediante coacción, le hizo firmar en la Embajada de España en Caracas (¿el embajador dejó entrar a los Rodríguez en ese territorio español, cómo fue posible?), Diosdado Cabello insiste en la Gran Conspiración Maluca o de los Turistas Mercenarios. La cúpula trabaja en varios frentes al mismo tiempo, apoyándose unos a otros. Así, Rodríguez invitó a Cabello a exponer su bulo y el ciudadano ministro de Relaciones Interiores comenzó, luego de una bromita sobre los cinco minutos estipulados por el reglamento, de esta guisa:

«Nos trae por acá un tema que el día sábado expusimos ante el mundo, que de alguna manera ha generado noticia. El sábado convocamos esta rueda de prensa para alertar al país y al mundo de una serie de actividades de grupos mercenarios. Luego surgieron unas matrices, como siempre, matrices interesadas: algunas de carácter investigativo, de investigación, de mucha rabia; de sentir que, contra Venezuela, los sectores vinculados al imperialismo van a seguir insistiendo. Pero quiero desde aquí, desde esta Asamblea Nacional, decirle a nuestro pueblo de Venezuela que así como los hemos derrotado en otras ocasiones los vamos a volver a derrotar [aplausos]; y esto no se trata de un lema, no, los vamos a volver a derrotar. Lo dijimos aquí creo que en mi última intervención en un lenguaje de diputado, ahora soy ministro y no puedo decir eso mismo… Les dije aquí que los vamos a joder. Los que intenten meterse con Venezuela los vamos a joder [aplausos], llámense como se llamen. Y comenzamos nuestra exposición allá hablando de un gran lote de armamento que gracias a la inteligencia popular, a nuestro pueblo, a los organismos de seguridad, a informaciones que nos llegaron y fuimos sumando, decomisamos en puertos y aeropuertos más de cuatrocientos fusiles de asalto. En aquella rueda de prensa pusimos allí algunos de estos fusiles. Hablamos de esto como tema introductorio porque siempre habrá quienes dirán “no, esos fusiles no sirven para nada”. Ya lo dijeron, ya lo dijeron. Esa es otra de las matrices: “¿quién es tan bobo para traer cuatrocientos fusiles por vía normal?” Bueno, si tú lo que quieres es sorprender, lo haces por donde nadie sospeche, pues. Un traficante de drogas trata de hacer pasar las drogas por donde nadie sospeche, un traficante de armas hace lo mismo. Es normal, un puerta a puerta. Afortunadamente nuestros mecanismos están funcionando (…); y luego informamos de la captura de grupos de mercenarios de distintas nacionalidades».

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https://www.costadelsolfm.org/

1 comentario:

  1. Y sin embargo encerraba algo: un militar diciéndole a otro militar que había algo bello en su mirada. ¿No era, con todo y la ligereza en apariencia espontánea del comentario, la licencia pública de quien se sabe amo de su ganado y por lo tanto puede actuar en consecuencia, confianzudamente? Un ligero gesto de poder y sumisión, nada más.

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