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miércoles, 25 de septiembre de 2024

¿Cuándo se abandonó la planificación? por Antonio José Monagas

 


El activismo político-partidista ha desplazado sus participaciones en los procesos que ordenan la gestión gubernamental
Dar cuenta en qué momento fue abandonada la planificación, es ciertamente un problema serio. No sólo por la profundidad de las implicaciones que caracterizan las situaciones impulsadas por el poder político central en perjuicio de los procesos de planificación de la administración pública. Más aún, en países oprimidos por el subdesarrollo y el militarismo autoritario. Pero también, por causa de la controversia que programas de gobierno guiados al abrigo de la planificación pública, avivan de cara a la población. Igualmente, referente a los actores que juegan importantes responsabilidades a dicho respecto. 
Al mismo tiempo, deberá reconocerse el papel que al efecto ha asumido el entorno político toda vez que, a decir de acuciosos planificadores del desarrollo, el actor político se ha desvinculado de la planificación por meros intereses político-partidistas. Particularmente, de la planificación general de la acción de gobierno donde sus competencias o funciones tienen plena injerencia. 
El problema en la óptica histórica
En lo que va del siglo XXI, en lo que toca a países localizados en la geografía tercermundista, el ejercicio de planificación ha sido insuficiente. El activismo político-partidista ha desplazado sus participaciones en los procesos que ordenan la gestión gubernamental. Pareciera no entenderse que la planificación de gobierno, según la teoría de este campo, es útil a lo interno de los procesos que movilizan la necesaria burocracia. 
Burocracia comprendida, según la teoría política, como soporte del discurrir administrativo propio de un Estado constituido. Específicamente, desde el mismo momento en que son pautados los procedimientos que regulan la dinámica pública-administrativa. Procurada esta, mediante técnicas que racionalizan las realidades ubicadas en contextos de sensible gobernabilidad y necesaria gobernanza.
La “antipolítica” como problema
Este concepto de burocracia, pone de manifiesto la dificultad que para el ejercicio de la política es operado con la ayuda cómplice del “inmediatismo” causado por la injerencia de los llamados “problemas intermedios del sistema político”. Es decir, por la intrusión de la micropolítica (antipolítica) en medio de ciertos procesos determinados por criterios exclusivamente gubernamentales. Desde luego, a instancia de las necesidades demandadas. 
En el fragor de estas situaciones, algunos de estos procesos buscan acortar la distancia que tiende a estropear la vinculación entre planes ofrecidos como compromisos de gobierno, y el proceso de discusión y la real toma de decisiones. Aunque esa distancia, generalmente contaminada por rasgos de una cultura política deforme por las mañas inducidas por el empeño de la alta dirigencia política en cargos de relevancia gubernamental y político-partidista, es acusada de ser partícipe en negociaciones que apuntan a aprovecharse de cualquier coyuntura de fácil escalada en lo político o económico. 
A modo de conclusiones
Reconocer que la planificación es un proceso exigente en cuanto a tiempo de análisis, dedicación y ecuanimidad, obliga a una constante retroalimentación de las estrategias organizacionales comprometidas por la gestión de gobierno emprendida. Y esta exigencia evidencia serias complicaciones de orden técnico y político. Consideración que resulta difícil de comprender y aceptarse como realidad de la planificación. 

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