Rodolfo Hernández, el más fuerte contrincante de Gustavo Petro en las elecciones presidenciales de 2022, ingeniero y fundador del partido Liga de Gobernantes Anticorrupción, ha sido condenado a 64 meses de prisión domiciliaria (por razones de edad) por el delito de celebración indebida de contratos, en un caso de corrupción protagonizado por su hijo y que ocurrió cuando era alcalde de Bucaramanga (Santander). La lucha contra la corrupción fue, justamente, la bandera más fuerte de su fallida campaña para optar por la presidencia de Colombia. Petro obtuvo 11.281. 013 (50,44%) y Hernández 10.580.412 (47,31%) de los votos.
Yo tengo dos amigos colombianos, editores por cierto, muy apreciados por mí. Uno de ellos petrista y el otro, creyó en Hernández. El dilema de Colombia se planteó sobre la base de tres tragedias. 1. El fracaso de Duque, que sin bien presentó favorables cifras de crecimiento, como político conservador nada hizo para corregir o reformar las fallas estructurales del Estado que regentó; por ello, recibió el embate despiadado de la izquierda que se aprovechó de las grietas y heridas sociales y políticas, que por cientos de años viene sufriendo Colombia, un país con un índice per cápita que está en el lindero de los 7 mil dólares, es decir, un país pobre. 2. El ascenso al poder de Petro, un ex guerrillero, demagogo, cuyo desempeño gubernamental ya linda en el fracaso, producto de su fanatismo ideológico y la súper creencia que el Estado debe ser el “dador de todo” , y que, como un reyezuelo o sultán tiene un mandato cuasi divino (o marxista) para hacer lo que le venga en gana. 3. Un candidato como Hernández que capitalizó la votación de una Colombia que no quería la fórmula Petro, pues por experiencia de la vecina Venezuela sabían que el futuro estaría lleno de nubarrones negros de decadencia.
Un candidato que abrazó algunas vetas interesantes de crítica al Estado obeso que devora a Colombia, pero que estaba cebado en el arte de la corrupción inherente a toda sociedad en la que el Estado sufre de hipertrofia y no existe la rendición de cuentas auditables, porque la viveza de los políticos logra surfear olímpicamente las normas y las regulaciones.
Hernández fue condenado por corrupción y su hijo está involucrado. Así mismo, para entender que el mal es generalizado, el hijo de la Bachelet estuvo incurso en un negocio inmobiliario fraudulento; el hijo de Tabaré Vásquez en un negocio de “compadres” de más de 100 millones de dólares con Chávez; Hunter Biden, igualmente, en delitos de tráfico de influencias y otros; los hijos de López Obrador en “guisos” de alta y voluminosa cocina. Esto es para la muestra un botón, porque si hacemos extensiva la crónica a los presidentes y altos funcionarios incursos en delitos de corrupción, y si añadimos otros hijos de mandatarios, este artículo sería interminable. Hernández fue alcalde de una ciudad importante de Colombia: Bucaramanga.
El estado es un negocio y su tesoro para saquearlo
Acceder a un cargo público, desde un modesto vigilante de tránsito, pasando por cualquier pequeño jefe de compras, concejales, alcaldes, ministros, jefes de empresas estatales, senadores, representantes, presidentes, todos se suman a los guisos porque el ladrón lo hace la ocasión. El monto de los robos está en relación directa al poder que se tenga. Invertir en el negocio de la política reditúa más que invertir en empresas privadas cuyos riesgos y dificultades son enormes.
Por ejemplo, la alcaldía de Cúcuta (Norte de Santander) maneja un poco más de 30 millones de dólares por año; es decir, unos 120 millones de dólares en 4 años, presupuesto estable, que sólo las megaempresas o las multinacionales privadas pueden poseer. No creo que en Cúcuta existan una docena de empresas privadas con ese monto de presupuesto. Si tres amigos con algo de capital reúnen un millón 500 mil dólares y hacen una buena campaña, es probable que obtengan la victoria; eso les da acceso a una botija repleta de dólares de manera estable por cuatro años. Supongamos que no son tan avariciosos e invierten en la ciudad un buen porcentaje, aún así les queda una enorme ganancia, especie de enfermedad holandesa, pues cada dólar invertido (como en el petróleo) renta mucho más que invertirlo en empresas industriales o en agricultura. Qué decir, de la alcaldía de Medellín, cuyo presupuesto 2024 es de más cinco mil billones de pesos (12 ceros). Y así, cualquier alcaldía. Sumemos a eso, el resto de las entidades y empresa públicas. ¡El saqueo es descomunal!
La reducción de la goloteneria y la obesidad estadal
Una estado pequeño y barato abre las puertas al desarrollo, pues la inversión privada se desata ya que el espacio que ocupaba el Estado obeso queda libre para la iniciativa privada. La diferencia entre Milei, Trump, Duque, Bolsonaro o cualquier conservador o líder de derecha, centro derecha, social demócrata o izquierdistas (zurdos de…) es que Milei si ha acometido la reducción del Estado y del gasto público. La alcaldía de Medellín, no sólo tiene el mega presupuesto antes dicho, sino que también acumula una deuda descomunal, pues nunca le alcanza el dinero y así, muchos gobiernos nacionales, repiten exponencialmente este despilfarro. Una gran cantidad de naciones están endeudadas hasta la coronilla: Japón y EEUU, para sólo citar a ellos.
La revista TIME recientemente publicó un trabajo comparativo entre los calificados como líderes de derecha en un auge que vienen teniendo frente a la social democracia y el populismo de izquierda. Concluyó, por ejemplo, que si bien entre Trump y Milei existe una convergencia en el anticomunismo, los separa el hecho que Trump sólo tiene apetencias de poder, nacionalismo, autoritarismo y predominio de la supremacía blanca y cristiana, en un país que cada día es más diverso y multirracial, mientras Milei abraza un proyecto de reforma genuinamente liberal y a pesar que es beligerante y agresivo, no violenta las reglas democráticas que establece la Constitución y la división de poderes.
Los resultados de su gestión seis mesina son aleccionadores y ejemplo para el mundo. Los profesores Ziblat y Levitsky acaban de publicar un nuevo libro (Dictadura de las minorías) que supera su anterior publicación (Cómo mueren las democracias) en el cuál advierten los peligros que vive la nación más rica y grande del planeta y cómo en 1976 los blancos cristianos representaban el 80% de la población, mientras que en 2016 apenas representan el 43%. Esa minoría se ha apoderado del partido Republicano y junto a los demócratas cómplices, incluso por omisión, están abriendo una puerta antidemocrática, incluso a una potencial guerra civil. Ellos son socialdemócratas y observo que atienden más a las formalidades estructurales de un sistema democrático, necesarias, pero olvidan el conjunto de valores y experiencias que esa nación ha acumulado a lo largo de su historia.
La primer y principal carga que lleva esa nación es su Estado hipertrofiado, su estamento político y su gente que no le importa valorar la sociedad que tienen, como sucede con el pez que no tiene conciencia de la importancia del agua en que vive. Una sociedad radicalizada, inmadura, bastante ignorante y prepotente, fanatizada, muy azotada por las drogas, por la intolerancia y el fanatismo. Una sociedad, que a diferencia del imperio romano, no sucumbe porque es una economía capitalista cuyo libre mercado (pese a sus restricciones) es la columna vertebral granítica que la soporta.
Finalmente, les diré que recomiendo ver la película Guerra Civil, estrenada en el 2024, producción anglo-norteamericana, dirigida por Alex Garland.
Omar Jesús Uribe, fue premio nacional de periodismo por su revista Respuesta, ideada y producida en la ciudad de Maracaibo, Venezuela
Los papeles del CREM
Espacio de libertad
Los papeles del CREM, aspiran ser un reflejo del pensamiento político, económico de la Venezuela actual y de la Venezuela del futuro
Editado por los Papeles del CREM, 18 de junio del año 2024. Responsable de la edición: Raúl Ochoa Cuenca.
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