El hecho de que Sánchez no haya renunciado no implica cambios significativos, salvo que sus golpes a la institucionalidad permanecen e incluso podrían intensificarse. Esto es muy grave, ya que cuando un gobierno, por razones políticas, destruye las instituciones, la democracia está en peligro.
Afortunadamente, en España aún existe independencia del poder judicial. Si este procede a hacer cumplir la ley, se podrá detener algunas de las aberraciones políticas impulsadas desde el gobierno.
Queda por verse qué ocurrirá en las próximas elecciones en Cataluña, donde el PSOE puede obtener una victoria. Habrá que observar los resultados de sus socios separatistas.
La clave para determinar si Sánchez puede seguir gobernando está en la economía, que continúa deteriorándose a un ritmo acelerado. Después de casi un año en el poder, Sánchez no ha logrado detener este deterioro, ya que su acción de gobierno se ha centrado principalmente en cómo lograr alianzas con partidos antiespañoles para mantenerse en el poder, sin importar las consecuencias.
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