Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

viernes, 26 de abril de 2024

La utilización de la prostitución para encubrir la corrupción


Un cabaret en Aruba.

El «prepaguismo» como instrumento político

«La ‘prepago’ preferida de (Tareck) El Aissami huyó a Estados Unidos». Estas palabras salieron de la boca del fiscal Tarek William Saab el 10 de abril, a propósito de la trama Pdvsa-Cripto (temporada 2024). ¿Qué implican? Además de una «condena» sin sentencia judicial previa y de la estigmatización social de una persona. La palabra «prepago» ha estado recientemente en las tendencias en redes sociales: podemos cuestionar un modelo de vida basado en la dependencia de un hombre con poder. Pero si hablamos de corrupción, ¿cuándo corremos el riesgo de desviar el discurso hacia el morbo, como ya ocurrió con las mal llamadas «muñecas del petróleo» de 2023, y no hacia los montos desviados, los métodos empleados y los perjuicios a los ciudadanos?

Por todas esas interrogantes, esta vez vamos hablamos con una psicóloga social, no con una experta en corrupción: Magaly Huggins. De leyes, sí, pero sobre todo del discurso emitido desde el poder.

—¿Las «prepagos» y las «muñecas» se usan en Venezuela para desviar las verdaderas discusiones que deberíamos tener sobre la corrupción y cómo se genera?

—Venezuela tiene una tradición histórica de que las leyes se acatan, pero no se cumplen. No existe institucionalidad ni un sistema jurídico responsable. Pero lo que es importante es que hay un contexto de violencia simbólica extrema. El quítate tú para ponerme yo se convirtió en una manera de relación entre los estratos más altos. La cultura tradicional —machista y patriarcal— se ha agravado: lo que hicimos fue retroceder en lo que habíamos avanzado desde 1928 cuando las primeras organizaciones de mujeres salieron a la calle a exigir sus derechos políticos. Si las mujeres mencionadas escogieron o no llevar esa vida, habría que averiguarlo en cada una de ellas. Lo que sí está claro es que las usan como instrumentos para desviar la atención de los verdaderos culpables de los delitos señalados. La trata de personas no se hace con tres, cuatro o cinco muchachas muy bellas y elegantes. La trata de verdad se hace abajo, con niñas y adolescentes de sectores populares.

—¿Entonces tenemos que diferenciar entre la cultura social (no deseable como modelo) de las llamadas «prepagos» y el uso perverso que hace el poder de estas mujeres?

—Estas son mujeres que han convertido su cuerpo en instrumento de ganancia. Las que llamamos acompañantes. Es una versión moderna del trabajo sexual. Más nada. Y ganan más. Es un negocio. Pero lamentablemente es un negocio que tampoco está en manos de ellas, sino en manos de los jefes de esas estructuras. En Venezuela hay que estar alerta siempre ante el discurso que llega desde el poder. Si estos me dan una versión oficial, hay que preguntarse: ¿qué habrá detrás? La otra cara de la moneda es importante. Yo no te voy a decir: estas son unas chicas explotadas. A lo mejor algunas sí, pero que las instrumentalizan con fines políticos, sí. Y que las usan de manera violenta, sí.

La violencia no es solo darte un cuchillazo. Violencia es exponer tu rostro para justificar conductas de jerarcas políticos. Te están diciendo que eres un objeto y que eres culpable. Por eso hablan de ellas de la manera en que hablan. Es un tema muy complicado. Tampoco veamos al ideal de mujer como niñas buenas que van al cielo, pero lo que está sucediendo es que tenemos más de 20 años seguidos de estímulo a la violencia: a obtener beneficio por vía ilegal. Venezuela es una niña flotando en un líquido amniótico llamado violencia. ¿Para qué ha servido la Ley por el Derecho de la Mujer a una Vida Libre de Violencia? Ni siquiera hay un protocolo para aplicarla. La mujer es fácil de victimizar porque no tiene poder. Ese es el verdadero problema.

—¿Qué podemos recomendar al tratar estos temas en medios de comunicación y redes? A todos nos atraen los temas de sexo, belleza y lujo.    

—Lo más básico: cuidar la palabra. Tenemos que usar un discurso respetuoso con todas las personas, con hombres y mujeres, independientemente de sus trabajos o modos de relación con otras personas. ¿Por qué hay que decirles «queridas», «muñecas» o «prepagos»? Porque hay que devaluarlas: insisto en lo del poder. Hay que hacerlas ver como «malas». No: si ellas son malas, igual de malos son las que las usan. La palabra es instrumento de desarrollo, conciencia y pensamiento, pero también puede serlo de violencia y agresión. Usemos palabras que respeten la condición humana de los hombres y las mujeres, y respeten sus derechos humanos. El que agrede con la palabra también viola derechos.

—Disculpe que desviemos el tema, pero usted dice que el problema es que la mujer no tiene poder. ¿Por eso se impide a una mujer llegar al poder?

—Está clarísimo. La humillación mayor para los que hoy tienen el poder sería tener que entregárselo a una mujer. No estamos viendo solo un enfrentamiento político, sino una afrenta al poder: ¿cómo se le ocurre a esa mujer, además esa mujer de “apellido”, venir a decir que quiere ser presidenta?

Costa del Sol

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