Por vozdeamerica.com
La pérdida de valor del bolívar no tiene un momento específico en la historia económica reciente de Venezuela. Ha sufrido una depreciación progresiva en medio de la segunda hiperinflación más prolongada de la historia -45 meses al hilo-, una “política fiscal irresponsable” y una estrategia monetaria “desordenada” de parte del gobierno, opina el economista y directivo del Centro de Investigación y Formación Obrera, Manuel Sutherland.
La moneda nacional difícilmente alcanza para pagar siquiera un boleto o “pasaje” de transporte público. Ha derivado en una moneda que genera “una serie de dificultades” y pérdida de tiempo y dinero en transacciones rutinarias, explica Sutherland en entrevista con la Voz de América.
Sobran ejemplos de su escaso impacto en la economía local. Por ejemplo, la cantidad de bolívares equivalentes al tipo de cambio en dólares era de 175 dólares per cápita en 2011. Diez años después, esa variable es de apenas medio dólar.
“Todo se hace más engorroso y complicado. La dolarización informal o ‘chucuta’, como decía Arturo Uslar Pietri, implica que no haya suficiente cambio, ni facilidades para poder realizar las transacciones, porque no hay circulación de monedas, de dinero pequeño, ni céntimos”, indica.
Ese colapso ha sido terreno fértil para una economía que, a pesar de estar enmarcada en un control de cambio oficial desde 2003, permite de facto numerosas y curiosas formas de pago, como pepitas de oro, granos de café, trueques o “tókens” digitales de origen gubernamental.
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Ese colapso ha sido terreno fértil para una economía que, a pesar de estar enmarcada en un control de cambio oficial desde 2003, permite de facto numerosas y curiosas formas de pago, como pepitas de oro, granos de café, trueques o “tókens” digitales de origen gubernamental.
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