Es hora de dar una pausa a tanta destrucción.
Es hora de controlar radicalismos y pensar en el presente y futuro de un país, que fue luz de democracia en un continente plagado de dictaduras.
Es hora de tener prudencia y dejar de apostar al fracaso, con el fin de aprovechar un espacio que permita construir una salida a tanta tragedia, hambre y muerte.
Luego de 22 años de pocos avances y demasiados retrocesos, es comprensible que el escepticismo y la desconfianza invadan a buena parte de la población, sobre todo en quienes estiman que la salida no es negociar, sino pelear la libertad en las calles.
El pasado viernes 13 de agosto inició en Ciudad de México un proceso que puede resultar histórico.
Será histórico si el resultado es un gran acuerdo que permita recuperar la democracia, reconstruir la institucionalidad e iniciar la reconstrucción de una nación casi que reducida a escombros.
Pero, lamentablemente también será histórico si se convierte en un nuevo fracaso, como consecuencia de la falta de visión y responsabilidad política de alguno de los dos bandos en lucha, o quizás de ambos sectores.
¿Es la negociación perfecta?
No y quizás ningún proceso similar podría ser perfecto, pero eso no quiere decir que no se debe tratar de aprovechar esta oportunidad.
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¿Por qué negarle una oportunidad a Venezuela y los venezolanos?
No se trata de entregar un cheque en blanco.
No se trata de repartir impunidad.
Tampoco se trata de olvidar.
Se trata de construir un acuerdo político que permita que coexistan, más no cohabiten, todas las corrientes políticas, en un marco de respeto por las leyes y de tolerancia a quien piensa distinto.
Se trata de construir una Venezuela donde todos tengan espacios.
Se trata de construir una Venezuela donde el miedo no sea general.
Se trata de disfrutar de una Venezuela en la cual pensar distinto, no sea un delito capital.
Se trata de que decenas de miles de venezolanos regresen a sus hogares, sin el temor de ser perseguidos o que corran el riesgo de morir de hambre.
¿Y si fracasa la negociación?
Todo es posible, pero es poco racional y sensato apostar al fracaso cuando apenas el proceso está comenzando.
Apostemos al éxito, porque de esa forma apostamos al éxito de Venezuela y los venezolanos.
Apostemos al éxito, porque es posible detener la destrucción de la patria y frenar la huida de venezolanos.
El fracaso marcaría la desaparición de Venezuela como nación.
@VerdadesyRumores
Apostemos al éxito, porque de esa forma apostamos al éxito de Venezuela y los venezolanos. Apostemos al éxito, porque es posible detener la destrucción de la patria y frenar la huida de venezolanos.
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