Calles, museos, edificios y grandes espectáculo. Todo está listo en Pekin para recibir el centenario del Partido Comunista de China (PCCh). Fundado desde la clandestinidad en 1921 y consolidado en el poder desde 1949, el PCCh está celebrando por todo lo alto sus 100 años con la promesa de ir por más. Para el actual régimen, hay más objetivos para alcanzar, no necesariamente adentro de sus fronteras.
China pasó de estar sumida en la miseria a ser la segunda potencia económica mundial, calificada en este podio, según la revista estadounidense U.S. News & World Report. Para el año 2049 el país apunta al «gran renacimiento» apoyado en proyectos como Ruta de la Seda que lo conecta con Europa y con planes de extenderlo hasta Norteamérica. Pero también hay otras iniciativas, como superar a Estados Unidos no solo en la economía, sino en el terreno bélico.
Las planes son muchos, mientras el mundo mira expectante. La propia Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se pronunció contra China y Rusia en su reciente cumbre. Los 30 líderes mundiales instaron a Xi Jinping a terminar con políticas desestabilizadoras y ser transparente sobre su capacidad de armamento.
Pero China parece no escuchar. Para 2019 el Partido Comunista chino tenía en sus filas más de 91 millones de miembros, trazando para ellos planes como crear células e inmiscuirse en empresas internacionales con sede en ese país, muestra de ello son IBM, PepsiCo y 3M . El trabajo de China ha sido silencioso.
«Donde quiera que China vaya en el mundo, es parte de una conversación global en la que es una protagonista muy dominante”, declaró recientemente el historiador Rana Mitter, de la Universidad de Oxford.
Las tres razones de mantenerse en el poder
El modelo de partido-Estado es todo en China. El Partido Comunista chino apela al autoritarismo controlando cada aspecto de la vida diaria. No hay acceso a las redes sociales tradicionales de Occidente y las que hay, creadas para la población china, están fuertemente vigiladas. En las calles hay cámaras, un método que recrudeció para someter a la población a la cuarentena por la pandemia causada por el COVID-19.
Pero no solo se trata de métodos de vigilancia o censura. El PCCh ha podido mantener su control del poder por tres razones. Un artículo de The Economist las enumera:
- Es despiadado: Xi Jinping lamenta la caída de la Unión Soviética debido a que sus líderes no eran «lo suficientemente hombres para levantarse y resistir». Por este motivo ha afirmado que a diferencia del comunismo chino, en Rusia «no tuvieron las agallas para masacrar a manifestantes desarmados con ametralladoras». Otro signo de esto, son las torturas y arremetidas actuales contra presos políticos.
- Posee agilidad ideológica: Deng Xiaoping fue líder del país entres 1978 y 1989, abrazó el capitalismo cerrando muchas empresas estatales, pero la economía creció. Con la llegada de Xi Jinping, se purgaron las fuerzas policiales y militares de quien pensara diferente, se reconstruyó el partido y se están vigilando a las empresas desde adentro. Mucho se ha dicho de que sus acciones lo estarían llevando a una concepción del socialismo alejada de los principios comunistas de sus antecesores políticos. «Hace 40 años, el gobierno decidía el precio de casi todo. Hoy, el mercado decide el precio del 97 % de los bienes y servicios. Hace 40 años, apenas había empresas privadas en el país. Hoy, el 90 % de las empresas son privadas y aportan el 60 % del PIB y el 80 % de los empleos», afirmó a EFE Ether Yin, analista de la consultora Trivium China
- Roba, pero da algo a sus ciudadanos: La corrupción ha sido un problema importante en China. En 2020 se registraron unas 20000 personas por delito de corrupción. Aún así, The Economist señala que los ciudadanos han visto mejoras en su calidad de vida, como un sistema de pensiones y medicina subsidiada. Eso naturalmente, beneficia al PCCh.
Las manos de Xi Jinping en América Latina
La Asamblea Nacional Popular de China aprobó en 2018 una reforma Constitucional que eliminó el límite de dos mandatos presidenciales. Xi Jinping, con dos periodos a cuestas, podrá postularse indefinidamente a la presidencia para seguir consolidando planes.
El dictador llegó al poder promoviendo el «sueño chino» para alcanzar una gran revitalización. Bajo esta línea, ha fortalecido puentes con Rusia como aliado e implantado la llamada diplomacia de la trampa de la deuda, asignando créditos a naciones necesitadas para ganar concesiones políticas y económicas cuando el deudor no pueda pagar. Esto, se ha extendido desde África hasta América Latina.
Imposible entonces dejar de mencionar a Venezuela como su principal prestatario en la región. Son más de 62000 millones de dólares en préstamos desde 2007. Nicolás Maduro lo reconoce. Dijo recientemente que ambos naciones están «más unidas que nunca» y lo calificó como una «hermandad indestructible».
En 2012 Hugo Chávez prácticamente entregó los yacimientos de oro venezolano a China. Ese año firmaron acuerdos que comprendían la explotación de la reserva Las Cristinas, con unos 16 millones de onzas de oro. En la elaboración de un mapa minero participaba la empresa Citic Group, con sede en Pekin.
Venezuela se convirtió en la puerta de entrada. Ahora, con la pandemia, China se ha buscado convertirse en un benefactor de vacunas. El año pasado donó 1000 millones de dólares para países sudamericanos, y este año anunció la donación de millones de dosis. Por otro lado, se convirtió en un importante socio comercial de Argentina, Perú, Chile y Brasil.
No todo es color rosa
Detrás de tanto poderío, también existen defectos: daños irreparables en el medio ambiente, desigualdades sociales, envejecimiento acelerado de la población y la necesidad de mantener los estándares económicos. En China la edad de jubilación es una de las más bajas del mundo. Para los hombres es de 60 años y para las mujeres de 55 o 50 dependiendo del tipo de profesión. Esto ha llevado al régimen a considerar subir el rango para hacer frente a los grandes costos de asumir jubilados.
Además, el régimen chino ha visto cómo su imagen ha caído en el plano internacional. Acá entran los abusos a derechos humanos o el secretismo en torno al origen del COVID-19.
El portal El País cita a Tony Saich, director del Ash Center de la Universidad de Harvard y autor del libro From Rebel to Ruler: 100 Years of the Chinese Communist Party. El experto asegura que Xi Jinping se ha dado cuenta de los defectos.
“Corrupción, gobiernos locales que buscan su interés en lugar del interés del Estado, ideas que chocan con la narrativa que llega desde el centro. Y, como todos sabemos, él [Xi Jinping] ha centralizado el control. La pregunta es: ¿va a sofocar el dinamismo y la innovación que ha mantenido en marcha el sistema y el partido?”.
Coincide este argumento con lo expuesto por The Economist, el PCCh en efecto parece tener fraccionamientos y deslealtad ideológica dentro del Partido Comunista chino. «Cuando eliminó los límites del mandato presidencial en 2018, señaló que quiere aferrarse al poder por tiempo indefinido. Pero eso puede hacer que la transferencia final sea más inestable», destaca.
Son 100 años de comunismo en China, de los cuales 72 ha estado en el poder. Sin embargo, hay amenazas. El régimen se ha encargado de celebrar por todo lo alto, pero bastará que pasen los años para determinar si continúa siendo resistente.
Para el año 2049 el país apunta al «gran renacimiento» apoyado en proyectos como Ruta de la Seda que lo conecta con Europa y con planes de extenderlo hasta Norteamérica. Pero también hay otras iniciativas, como superar a Estados Unidos no solo en la economía, sino en el terreno bélico.
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