Propuesta de negociar con Maduro toma auge en la bancada demócrata
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Las expectativas sobre las relaciones de Washington y Caracas, después del 20 de enero, crecen cada vez más. Abordar una relación desgastada por más de una década no es sencillo, especialmente cuando el objetivo de un lado se centra en quebrar una dictadura, mientras que la otra parte espera el perdón de sanciones. Por lo tanto, no en vano analistas y expertos plantean la posibilidad creciente de una negociación entre Biden y Maduro.
Sí, Biden ha sido crítico a su modo. Eso es cierto. Se ha referido a Maduro como «dictador» en las pocas ocasiones que trae a colación el tema. No obstante, su política exterior respecto de Venezuela puede llegar a ser tan tibia como la desarrollada por la administración de Barack Obama -en comparación con la del presidente Donald Trump-, gestión en la que Biden era el vicepresidente.
Es allí cuando podría entrar en juego un nombre en particular: el congresista estadounidense Gregory Meeks. Este demócrata tiene vínculos con el gobierno de Venezuela desde hace años. Conoció a Nicolás Maduro en el año 2002, por medio de Hugo Chávez, cuando Maduro apenas era diputado de la Asamblea Nacional de Venezuela.
Ambos tomaron caminos separados dentro de la política de sus países. Maduro se convirtió en el líder de la dictadura venezolana, mientras Meeks ascendió en la Cámara de Representantes de Estados Unidos a ser presidente del Comité de Asuntos Exteriores.
Aún no es clara la posición que el gobierno de Biden tomará respecto a Venezuela, pero queda claro que el congresista demócrata puede ser una pieza relevante, para bien o para mal. Aunque según sus palabras, parece inclinarse más por la opción de hablar directamente con Maduro.
La cautela ante el gobierno interino
Y es que a pesar de que el Gobierno interino ha tratado de congraciarse con la administración Biden por medio de comunicados y felicitaciones, tal como lo hiciera por las redes sociales el dirigente opositor Juan Guaidó, así como su compañero de partido Leopoldo López, lo cierto es que la respuesta del demócrata ha sido comedida, al menos así se percibe.
Si bien es cierto que fuentes diplomáticas confirmaron la invitación del embajador del interinato en Estados Unidos, Carlos Vecchio, a la ceremonia de toma de posesión de Biden, el próximo miércoles en Washington DC, según Infobae, hecho que se cataloga como un reconocimiento al Gobierno interino por un lado, por otro también se habla de un acercamiento a Maduro con figuras que supone conocidas. Por ejemplo, Gregory Meeks.
Recientemente, Meeks ofreció una entrevista a The Associated Press donde en resumen, dice que podría mediar con Maduro si el gobierno de Biden y los aliados de EE.UU. están de acuerdo. No mencionó nada de conversar con la oposición.
No sería la primera vez que lo hace. Confiesa que tras el funeral de Chávez (al que asistió en representación de Barack Obama), regresó dos veces a Venezuela en una misión no reportada para impulsar el intercambio de embajadores entre ambos países.
En aquella oportunidad, el congresista aprovechó para pedir a Maduro la liberación de Leopoldo López. No sirvió de nada. Meeks dice que salió frustrado del encuentro.
Sin embargo, el escenario ha cambiado. Hoy habría que prestar atención por partida doble, debido a que la administración demócrata también tiene que evaluar al Gobierno interino ahora que en estos años se han acumulado varios casos de corrupción que se han conocido, hechos que erosionan la imagen de Juan Guaidó frente al gobierno estadounidense.
Los traspiés del interinato que merecen la atención de EEUU
Estados Unidos está atento a estos tropezones del interinato, aunque no se mencione a viva voz. Presta su ayuda, es cierto, pero también cuida otros frentes. Por ejemplo, para el año en curso aportó 30 millones de dólares, con el objetivo de la defensa de la democracia en Venezuela, sumado a 5 millones adicionales para programas de salud.
Dicha cantidad está contemplada en el presupuesto general de gastos del Gobierno norteamericano para el año fiscal 2021, documento que firmó el presidente Donald Trump. Sin embargo, el periodista Joshua Goodman indicó que desde la presidencia estadounidense se habría solicitado que el monto fuera de 205 millones de dólares por una posible transición que creían iba ocurrir durante este año.
La cifra está respaldada por un documento emitido por el área de investigación del Congreso de EE.UU., con el objetivo de «apoyar al Gobierno de transición, mejorar la seguridad alimentaria, fortalecer el sistema de salud, estabilizar el sector energético y fomentar el crecimiento económico».
La ayuda total a Venezuela aumentaría en 170 millones de dólares (486 %) en comparación con la estimación del año fiscal 2020. No obstante, los nuevos números, por demás desinflados, no dan un buen mensaje.
¿Qué va a pasar entre Biden y Maduro?
En Venezuela están cautelosos, no solo Maduro, también lo está Guaidó, cuyo reconocimiento pende de un hilo porque poco a poco pierde apoyo dentro de su propio partido y en otros países.
No obstante, Biden se debate en esta interrogante que no termina de aclarar. Según AP, los asesores del demócrata dicen que tiene opciones limitadas para presionar a Maduro y que no hay planes para levantar las sanciones petroleras o las acusaciones por tráfico de drogas.
La nota agrega que los analistas esperan que reduzca el discurso iniciado por Trump, quien levantaba la mano y hacía declaraciones o tomaba acciones por cada abuso del régimen. El exvicepresidente podría recurrir a la celebración de una elecciones «libres y justas lo antes posible».
Aunque sabemos que en Venezuela ese escenario es poco probable.
Mediación bajo la lupa
“Maduro no confía en su propia sombra. Pero podría confiar en Gregory Meeks ”, dijo el exrepresentante por Massachusetts, Bill Delahunt a la agencia de noticias.
Supuestamente Meeks tendrá una actitud menos condescendiente con el régimen venezolano, dicho por él mismo. «No habrá softbol ni recuerdos de los buenos tiempos», aseveró.
Por escrito quedarán sus palabras durante los cuatro años de administración de Biden. En sus declaraciones, el congresista dijo que de convertirse en mediador, él y Maduro tendrían «algunas conversaciones realmente duras sobre lo que ha sucedido». También podría sumar a Cuba y Rusia, países aliados del chavismo si así lo aprueba Estados Unidos.
Ambos personajes políticos —Maduro y Meeks— reforzaron sus relaciones a través del Boston Group, una red de legisladores estadounidenses y venezolanos conformada para supuestamente reparar las relaciones entre dichos países. Una de sus reuniones ocurrió en el año 2003, la Organización de Estados Americanos (OEA) reseñó ese encuentro.
De aquel grupo solo quedan vestigios. Los legisladores de ambos bandos fueron mermando al punto que quedan pocos. A corto plazo veremos qué quedó de la relación política entre Meeks y Maduro; y cuáles serán los resultados para Venezuela.
*Esta nota se realizó en colaboración con Milagros Boyer
Recomiendan además que haya no solo una reorientación en la estrategia opositora, sino también un cambio de mentalidad para sacar el mayor provecho a la vía política y electoral.
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