Mientras haya vida hay esperanzas. Esa es una de las últimas reflexiones que dejó hace dos años el físico británico Stephen Hawking postrado con esclerosis, tras crear la teoría del todo. Ahora, el dictador Nicolás Maduro sostiene sus aspiraciones sobre Washington con esta visión relativa del tiempo y espacio.
La eventual llegada de Joe Biden a la Casa Blanca el próximo 20 de enero acrecienta sus expectativas sobre Estados Unidos, así lo manifestó en una extensa rueda de prensa con medios internacionales, reseñó Infobae.
Maduro quiere diálogo y no lo disimula. Para él ya hay un plazo. “Esperemos que se instale el nuevo gobierno del señor Joe Biden. Esperemos que tenga tiempo de pensar y esperemos que se abran posibilidades de comunicación de Venezuela con Estados Unidos”, reveló en el encuentro.
Pero para que ello ocurra impone condiciones. Aunque asegura que “Biden llegó a la presidencia fruto de una coalición social que quiere un gran cambio en EEUU y le ha dado una oportunidad a él y a Kamala Harris de abrir la puerta de un gran cambio en EEUU” espera que “ojalá suceda y que ese cambio implique el abandono paulatino de la visión imperialista”.
Así deja puesta la pelota en la cancha, junto a su disposición de retomar las relaciones bilaterales que con Donald Trump se mantuvieron en constante «agresión».
Refrescando la memoria
“Tenemos muy buenas relaciones con Estados Unidos como país, con su sociedad, con importantes sectores de la intelectualidad y con movimientos sociales. Los de Black Lives Matter son nuestros grandes amigos”, presumió el socialista en el encuentro con la prensa.
Pero atribuyó la falta de “relaciones buenas con los gobiernos” al expresidente norteamericano Barack Obama quien, a su juicio, cometió el error de afirmar que Venezuela era una «amenaza» para EEUU que luego permitió a Trump actuar de «manera cruel y con saña».
Los gestos de simpatía del régimen venezolano hacia Biden datan de algún tiempo atrás. De hecho, en una oportunidad, como si se tratara de uno de sus aliados, el Partido Socialista Unido de Venezuela publicó en su página web y divulgó en sus redes sociales un artículo en el que destacaba las promesas electorales de Joe Biden para los inmigrantes venezolanos.
Citando una entrevista ofrecida en aquel entonces a la cadena NBC, el partido de Maduro reseñó en su nota que el exvicepresidente de Barack Obama otorgaría el Estatus de Protección Temporal (TPS) a los inmigrantes venezolanos. También subrayó que Biden califica como un “fracaso abyecto” la política del presidente Donald Trump hacia Venezuela.
Un discurso ambiguo
El próximo 5 de enero se instala la nueva Asamblea Nacional en Venezuela que resultó del fraude electoral y así comienza según Maduro “un nuevo ciclo de la historia venezolana”.
En otras palabras, se traduce la salida de Juan Guaidó del Parlamento y al mismo tiempo de la dinámica política porque “la realidad se va a imponer a la fantasía. No importa que a esa fantasía la apoyen EEUU, Europa o los marcianos, desaparecerá”.
De esa manera se contradice con su deseo de empujar su diplomacia a Biden. ¿La razón? Maduro “cree que habrá un cambio que le beneficia con la llegada de Biden. Esto no es así. Si el régimen no busca un acuerdo político no habrá cambio en sanciones”, apunta el coordinador del partido liberal Prociudadanos, Leocenis García, en entrevista con El Tiempo.
La existencia del dictador “Maduro para demócratas y republicanos es el problema. Y cualquier salida pasa por unas elecciones porque su legitimidad de origen está cuestionada”, añade.
Mientras tanto, el eventual arribo de Biden solo es una “oportunidad de revisar el juego” donde destaca que el recién nombrado embajador de Estados Unidos para Venezuela, James Story, “tendrá que abrirse a la posibilidad de una nueva estrategia que busque conjuntamente con el chavismo una salida de consenso, sin que tengan una pistola en la sien”, proyecta.
La indiferencia demócrata
Maduro no es el único que espera un gesto de Biden. En esa misma inquietud está el opositor Juan Guaidó, quien se anticipó a los resultados oficiales y lo felicitó en una evidente ingratitud a Trump y el respaldo que le ha brindado la administración republicana al presidente interino, de acuerdo con Infobae.
Los intereses de los dos saltan a la vista. Guaidó procura más sanciones contra el régimen y Maduro abrir un canal de diálogo “decente, sincero y directo”. ¿Hacia dónde se inclinaría una nueva administración estadounidense? Hay sospechas.
Durante la campaña, Biden planteó “abrir la puerta a los venezolanos y abordar la crisis humanitaria”. En octubre, durante un acto en Florida, el exvicepresidente también prometió “conceder el estatus de protección temporal” a quienes huyen del país.
Sin embargo, por ahora Biden no da señales de que vaya a realizar ningún cambio drástico en la política de sanciones de Estados Unidos hacia Venezuela. Para el demócrata “un diálogo buscando la salida de Maduro no le será nada fácil”, pronostica Infobae porque negociar con Maduro sería, de alguna manera, reconocer la legitimidad de las alianzas con Irán, Rusia y China y, probablemente “nunca podría existir ese acercamiento si no se integra a la mesa”.
La esperanza de Guaidó es mantener el “apoyo bipartidista” tanto de demócratas como de republicanos. No obstante, su salida de la Asamblea lo dejaría sin su investidura. Su meta es que Biden coordine una política más eficaz con la Unión Europea y otros países de América Latina para sancionar a Maduro.
Lo más probable
Lo único factible es que Biden mantenga las sanciones contra la petrolera estatal Petróleos de Venezuela en el corto plazo, según Leopoldo Martínez, estratega de la campaña del candidato demócrata sobre el voto latino, apunta Reuters.
“No buscamos desmantelar la política de sanciones, sino aplicar sanciones de manera inteligente, ayudados por un esfuerzo multilateral y con metas específicas a alcanzar, principalmente elecciones libres, justas y creíbles”, dijo Martínez. En teoría, las sanciones podrían levantarse una vez que se logren esos objetivos. En 2021 se sabrá.
“No buscamos desmantelar la política de sanciones, sino aplicar sanciones de manera inteligente, ayudados por un esfuerzo multilateral y con metas específicas a alcanzar, principalmente elecciones libres, justas y creíbles”, dijo Martínez. En teoría, las sanciones podrían levantarse una vez que se logren esos objetivos. En 2021 se sabrá.
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