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Varias noticias de carácter político podríamos destacar desde Ecuador, ya que se encuentra en los inicios de la campaña electoral para las elecciones generales previstas en febrero del nuevo año 2021; empero, en estos momentos, un hecho que impacta es la suscripción de un acuerdo preliminar orientado a la conformación de una zona de libre comercio con los Estados Unidos.
El acuerdo suscrito representa una decisión importante, compleja y novedosa, que debería ser evaluada con atención, en particular por los países que aún no han negociado acuerdos comerciales con Estados Unidos, un paso que se presenta necesario por la importancia de ese mercado, pero que debería ser abordado con prudencia y, este acuerdo, por su novedad, puede constituir un precedente importante.
Estados Unidos es el principal mercado para las exportaciones ecuatorianas; además, la balanza comercial se presenta favorable para Ecuador, de allí la importancia de establecer un marco normativo que permita una relación comercial estable y facilite la diversificación y el crecimiento del comercio, tanto de bienes, como de servicios.
Otro elemento importante que se desarrollará en el acuerdo es el relativo a las inversiones, tema fundamental para garantizar importantes recursos para los nuevos proyectos de desarrollo económico del Ecuador.
Ahora bien, la decisión es compleja, genera riesgos políticos y seguramente será objeto de debate en la campaña electoral que está iniciando. A muchos países en desarrollo preocupan los acuerdos que facilitan el acceso al mercado para las importaciones provenientes de los países industrializados, por su potencial carácter de desplazar la producción nacional.
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Ese argumento fundamenta algunas políticas comerciales conservadoras por parte de los países en desarrollo, olvidando la importancia de la competencia y la necesidad de mejorar en productividad y competitividad. En este contexto se inscribe la tesis de la defensa a la industria naciente, que puede tener validez, más aún, ante los perversos efectos de la pandemia del covid-19; pero, también puede ser utilizado para promover una protección que genera posiciones privilegiadas e ineficiencia que termina afectando al consumidor.
En la narrativa de los radicales, los acuerdos con los países industrializados han sido ilustrados con la imagen de la ballena (el país industrializado), que se come a la sardina (el país en desarrollo). Pero los tiempos han cambiado y el hecho de que México obtenga importantes beneficios del acuerdo suscrito con dos países industrializados, ha invertido la imagen y demostrado los interesantes beneficios que puede generar la apertura comercial.
Teniendo en cuenta que existen sectores vulnerables y potenciales perdedores, es importante la incorporación de mecanismos de equidad en los acuerdos comerciales, que faciliten la modernización e integración del mayor número de sectores productivos, en particular, de la pequeña y mediana industria en la dinámica del comercio internacional.
No está claro que en el acuerdo suscrito, en esta fase preliminar, incluya mecanismos de equidad, tales como: tratamientos diferenciales por países y por sectores productivos, salvaguardias comerciales y mecanismos de escape temporal; pero convendría que sean abordados en las próximas negociaciones, a los fines de incorporarlos en el acuerdo integral final, lo que representaría otro elementos novedoso del esfuerzo que está realizando Ecuador.
Al abordar aspectos novedosos del acuerdo, tenemos que destacar, en particular, la flexibilidad que está evidenciando el gobierno de los Estados Unidos con la firma de este acuerdo preliminar, que contiene elementos sustantivos importantes, incluso incorporando temas estrictamente políticos como la corrupción; lo que representa un punto de cambio en el rígido estilo que ha caracterizado a ese gobierno en las negociación comerciales.
Conviene recordar que al iniciar el proceso de apertura, con la negociación de acuerdos de libre comercio, el Gobierno de los Estados Unidos adoptó el tratado suscrito con Canadá y México (TLC), como un patrón estricto, que se tenía que conservar en todas sus negociaciones; representaba el piso y, en la práctica, un “toma o déjalo”. Lo que generaba la duda si realmente se estaba negociando o era simplemente un proceso de adhesión a un texto preestablecido. Esta rígida posición impidió cualquier modificación en las negociaciones en el marco del ALCA, lo que, entre otras, llevó al fracaso a la negociación.
En esta oportunidad nos encontramos con cambios en la posición de los Estados Unidos, donde es posible suscribir acuerdos tempranos y continuar gradualmente con otros temas más complejos o sensibles. Conviene destacar que en el acuerdo suscrito se logran algunos avances importantes en materia de acceso al mercado, en particular para la pequeña y mediana industria.
Por otra parte, según informa la delegación estadounidense, en términos procedimentales, este acuerdo preliminar no requiere de la aprobación del Congreso de los Estados Unidos, que constituye otro elemento de flexibilidad novedoso en el proceso de negociación.
En años anteriores, durante la fase rígida, resultaba impensable que el Gobierno de los Estados Unidos aceptara la suscripción de acuerdos preliminares, todo tenía que estar negociado en conjunto. No existía la posibilidad de avanzar gradualmente, generando confianza y trabajando con mayor prudencia los sectores más sensibles. Todo parece indicar que el precedente ecuatoriano podría abrir nuevas posibilidades en las negociaciones futuras con los Estados Unidos.
Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.
En años anteriores, durante la fase rígida, resultaba impensable que el Gobierno de los Estados Unidos aceptara la suscripción de acuerdos preliminares, todo tenía que estar negociado en conjunto. No existía la posibilidad de avanzar gradualmente, generando confianza y trabajando con mayor prudencia los sectores más sensibles. Todo parece indicar que el precedente ecuatoriano podría abrir nuevas posibilidades en las negociaciones futuras con los Estados Unidos.
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