Y a estas protestas se unen los reclamos por las reivindicaciones laborales. Primero fueron los trabajadores de la salud, por los bajos sueldos y las condiciones infrahumanas en las que deben enfrentar la pandemia en los hospitales. Ahora, los maestros, que, con sueldos de hambre, pésimas condiciones laborales y cansados ya de pasar trabajo, deciden gritar a los cuatro vientos su malestar y enfrentarse al régimen, manifestando su rechazo al reinicio de “clases virtuales” en un país donde servicios tan elementales como la electricidad y el Internet presentan graves fallas.
¿Pero qué es lo mejor de todo esto? Que las protestas no fueron organizadas por los políticos. Que son reclamos que vienen de ese mismo pueblo, ya enervado ante tanto vejamen.
Quizás esta sea la hora… Esta puede ser la verdadera revolución, de abajo hacia arriba…
¿Pero qué es lo mejor de todo esto? Que las protestas no fueron organizadas por los políticos. Que son reclamos que vienen de ese mismo pueblo, ya enervado ante tanto vejamen. Quizás esta sea la hora… Esta puede ser la verdadera revolución, de abajo hacia arriba
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