La crisis alimentaria en el país está obligando a un centenar de venezolanos, que se fueron del país para buscar una vida mejor, unificar esfuerzos para brindar alimentos a los vecinos de diferentes zonas de Maracaibo ya que, con un sueldo a menos de 1 dólar al mes y los altos costos de los alimentos, no les permiten abastecerse a los ciudadanos de los productos de consumo más esenciales en su hogar.
Las jornadas de alimentación que se vienen desarrollando en los sectores 4, 8, 12, 13, 14, 15, 16 y 18 en la urbanización San Jacinto en Maracaibo, llenó de esperanzas y motivación a varios residentes del sector 17, que hoy se encuentran en el extranjero, a emprender un arduo trabajo de contactar a amigos y familiares para comenzar las gestiones y desarrollar la jornada humanitaria en este sector.
“Arisbelli me contactó” dijo Germán Luis Morillo, residente del sector 17 de esta populosa zona de Maracaibo y que hoy se encuentra en Ecuador. A él se le quiebra la voz a pocos segundos de comenzar a hablar. “Me dio Covid-19 y le pedí a papa Dios que me diera vida para ayudar a las personas necesitadas. Morillo recuerda que hace unos años pasó “hambre” en su casa y, en ciertas ocasiones, le reprochaba a su mama por la situación, comenta todo esto con su voz resquebrajada y entre lágrimas. “Uno tiene que pasar muchas cosas, como ser humano, para aprender. Recuerdo que Arisbelli me contactó y me comentó sobre las actividades de alimentos de lo fines de semana y de una vez dije que sí, porque en verdad debemos ayudar al prójimo”.
“Aunque sean dos veces a la semana, vamos a ayudar a nuestra gente que hoy está muy necesitada”. Arisbelli Becerra es precursora de la realización de esta actividad. “Cinco miembros de mi familia están colaborando para que esto se haga”. Ella, al igual que el resto se su familia están en Chile.
El sábado 10 de octubre, desde tempranas horas de la mañana, las gaitas y cánticos religiosos comienzan a vestir a la cancha del sector 17 de alegría. Todavía muchos residentes no sabían lo que iba a desarrollarse y poco a poco se fueron acercando para ver qué sucedía. “Vengan ahora al medio día, vamos a brindarles un almuercito a todos ustedes”, les decía María González, conocida por sus amigos como “Tatica de mi corazón”. “Queremos que más allá de alimentarse, sea un momento de alegría y reconciliación. Todos estamos pasando muchas necesidades y esto los estamos haciendo por ellos, por los que no tienen para comerse nada hoy”.
Como ha caracterizado a estas jornadas, los colores patrios adornan las canchas de los sectores como símbolo de ayuda, solidaridad y sobre todo amor a un país que vio nacer y crecer a los que se han ido del país.
Cercanas las 12:30 p.m, la tercera edad y los niños comienzan a organizarse para ser servidos con estos alimentos. Entre tantos asistentes, una persona llorando dice “esto es una bendición. Se me eriza la piel porque es una bendición de Dios. Vivo sola con mis dos nietos y hoy no tenía con qué comer. A mí me parte más el alma al no tener qué darles a ellos”. La abuela de un aproximado de 70 años, con el color de su cabello blanco, se retira de la cancha con sus alimentos y acompañada de sus pequeños nietos.
Motivación para otros
Germania Morillo caminaba incansablemente en la cancha porque ella, al igual que otros, lideraba el desarrollo de esta jornada. “Los alimentos se darán los sábados y domingos si Dios lo permite. Queremos que esto sea un acto, además de solidario, que sea de motivación para todos aquellos que puedan, lo hagan. Me llena de emoción al ver que tantas personas se beneficien hoy.
En un grupo de WhatsApp de organizadores y colaboradores, había una persona que se caracterizaba por su jocosidad, como así la conocen sus vecinos. Ella Belkys Sifuentes, estaba emocionada al ver fotos y vídeos que le hacían llegar de cómo se iba realizando el evento. “Al saber que muchos están pasando necesidades, no la pensé dos veces y decidí colaborar. Belkys es cuidadora de niños en Chile y migró hace varios años de Venezuela por la grave crisis económica.
José Malavé, es migrante venezolano y dejó viviendo a su familia en el sector 17. Él es consumidor de información de los medios de comunicación venezolanos y al ver que los ancianos y niños estaban padeciendo tanto, decidió colaborar para que, en otra cancha del mismo sector, se diera unas pequeñas bolsas con arepas rellenas. “Ya estoy recibiendo el apoyo de otros colaboradores para que este evento se siga dando y ayudar a más y más personas” Malavé es trabajador de un minimarket en Curazao.
En la denominada “Olla Humanitaria” del sector 17 atendieron el sábado 10 y el domingo 11 de octubre, a un aproximado de 300 personas. Se estima que en los 9 sectores de San Jacinto que están brindando alimentos los fines de semana, se atienden a más de 1.500 personas y esperan que esta cifra siga en crecimiento.
En la denominada “Olla Humanitaria” del sector 17 atendieron el sábado 10 y el domingo 11 de octubre, a un aproximado de 300 personas. Se estima que en los 9 sectores de San Jacinto que están brindando alimentos los fines de semana, se atienden a más de 1.500 personas y esperan que esta cifra siga en crecimiento.
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