La imagen de Hugo Chávez no se ha hundido entre los venezolanos del mismo modo que lo ha hecho la economía, el marco institucional y de libertades o la popularidad de su sucesor. La sorpresa es que, si bien lo que sucede en Venezuela es fruto de las políticas puestas en marcha por Chávez, este es percibido con benevolencia por casi la mitad de la población. Es lo que constata el investigador Alejandro Motta en su tesis doctoral «El populismo de Hugo Chávez y sus efectos en los valores políticos de los venezolanos».
En una encuesta realizada para ese estudio, presentado la semana pasada en la Universidad de Navarra, Motta constata que el 52,8% de los venezolanos rechaza que Chávez fuera un dictador y el 44,5% considera que promovió la libertad de expresión y defendió la democracia.
Motta concluye que esas elevadas cifras no son fruto de la adhesión política, sino de la nostalgia por un tiempo en que la vida discurría sin los sufrimientos del actual colapso general del país. «En realidad, lo que hay es la añoranza de un pasado reciente: al menos con Chávez había algo para comer», afirma el investigador. «La cuestión es que cada vez que con Nicolás Maduro la situación sigue empeorando, con más fuerza se mantiene la nostalgia acerca de la figura de Chávez y eso da una oportunidad a un chavismo originario o alternativo», asegura.
Como el peronismo argentino
Una salida de la actual situación podría venir precisamente de la división efectiva del chavismo, que permitiera apartar a Maduro y a sus sostenes de poder, pero Motta es algo escéptico sobre esa operación. Ciertamente ve condiciones y espacio para que en la política venezolana de las próximas décadas pueda pervivir un componente ideológico chavista, como sucede con el peronismo en Argentina, pero advierte que de momento quienes más aluden a un chavismo originario, libre de la contaminación posterior, son los elementos más marxistas y por tanto más cerrados a una evolución de la mano de los cambios sociales.
Motta considera que la imagen de Chávez también se beneficia de la carga negativa que recibe Maduro y la cúpula que le rodea por las continuas informaciones acerca de la criminalidad del régimen: la corrupción, la implicación directa en el narcotráfico, el lavado de dinero... «Mucho de eso ya existía con Chávez, pero entonces solo eran sospechas; él murió sin que se le llegara a adjudicar esa etiqueta. El chavismo que venga después de Maduro tendrá que desmarcarse de este aspecto criminal».
Efecto en los valores políticos
El estudio de Motta compara los resultados de una importante encuesta sobre valores políticos llevada a cabo en Venezuela en 1994 con los datos de su propia encuesta, realizada en 2019, 25 años después, planteando en algunos casos las mismas preguntas. Entre sus conclusiones destaca que la sociedad venezolana se ha hiperpolitizado, pues hoy no hay ciudadanos que puedan vivir al margen de la cuestión política: todos perciben que esta influye en los más diversos aspectos de su vida diaria. En 1994, solo el 26,1% de los venezolanos afirmaba que la política era para ellos un asunto muy o algo importante; en 2019, esa cifra era del 71,8%.
También se ha incrementado el sentido de dependencia del Estado. La idea de ser un país rico debido al petróleo y la demanda de que esa riqueza llegue a todos siempre han estado ahí, especialmente tras la nacionalización de la industria petrolera de 1974, pero el chavismo ha acentuado la dependencia mediante subsidios y las «misiones sociales», de forma que al venezolano se le ha convencido de que debe esperarlo todo del Estado. Quienes creen que Venezuela es en el fondo un país rico ha pasado del 73% al 89,9%, sugiriendo que «la crisis, en parte, podría ser la consecuencia de una distribución injusta de la renta petrolera».
Eso incrementa además la añoranza de Chávez, cuya popularidad como presidente tuvo completa correlación con el precio del barril del petróleo y de los ingresos que por este recibía el Estado (es decir, según Motta, no había tanto un elemento carismático en el liderazgo de Chávez, sino un cálculo de conveniencia por parte de los electores).
Por otro lado, la situación ha llevado a los venezolanos a valorar más la democracia, lo que no se contradice con cierto desinterés por los partidos políticos: aunque hay más venezolanos que se declaran opositores, el 37,4% dicen no estar ni con el chavismo ni con la oposición, cifra que es del 50% entre los jóvenes de 18 a 24 años y del 52,2% entre el estrato económico medio.
Por otro lado, la situación ha llevado a los venezolanos a valorar más la democracia, lo que no se contradice con cierto desinterés por los partidos políticos: aunque hay más venezolanos que se declaran opositores, el 37,4% dicen no estar ni con el chavismo ni con la oposición, cifra que es del 50% entre los jóvenes de 18 a 24 años y del 52,2% entre el estrato económico medio.
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