Alberto Paniz-Mondolfi trató algunas de las enfermedades infecciosas más terribles en su país. Ahora esa experiencia lo ayuda a investigar el síndrome inflamatorio multisistémico en niños.
Alberto Paniz-Mondolfi en su laboratorio de Mount Sinai. Este investigador venezolano ha pasado su vida estudiando extraños virus contagiosos y ahora se interesa por una misteriosa enfermedad relacionada con los niños y la COVID-19.Credit...Chang W. Lee/The New York Times
Cuando el coronavirus llegó a Estados Unidos, tomó por sorpresa a muchos doctores y profesionales médicos. Alberto Paniz-Mondolfi no fue uno de ellos. Tampoco se sorprendió cuando, meses más tarde, unos pocos niños contagiados empezaron a presentar síntomas inflamatorios raros y generalizados. Ha pasado años combatiendo epidemias en Sudamérica y conoce el modo en que se propagan los patógenos y lo que son capaces de hacer.
“Cuando te enfrentas a estos bichos, como que desarrollas un instinto”, dijo. “Es como si pudieras olerlos”.
Paniz-Mondolfi, un médico con doctorado, es profesor asistente de patología y medicina molecular y celular en la Facultad Icahn de Medicina del hospital Mount Sinai que ha estudiado algunas de las enfermedades infecciosas más terribles del hemisferio occcidental. Cuando se vio obligado a abandonar su natal Venezuela durante la agitación política y económica de 2019, pensó que sus batallas contra los contagios misteriosos iban a amainar, al menos un poco. Pero luego fue lanzado al centro de una de las pandemias más mortíferas del mundo.
Ahora intenta resolver un urgente y problemático misterio de la COVID-19 guiándose por las pistas de sus encuentros infecciosos del pasado: ¿Por qué el coronavirus, que casi no ataca a los niños, enferma mucho mucho a un pequeño grupo de ellos? ¿Y por qué motivo esos niños son frecuentemente negros o latinos, como él?
Paniz-Mondolfi, de 43 años, padre de dos hijos, nació en Venezuela. Pero pasó la mitad de su infancia entre ese país y Kenia, donde su padre, biólogo, fue embajador. Su amor por los virus surgió en parte por la inspiración de un safari a la cueva Kitum en el Parque Nacional del Monte Elgon en Kenia en los años ochenta. Durante la visita, su abuelo le dijo que, varios años antes, los murciélagos habían infectado a los turistas con el virus Marburg, un pariente del virus del Ébola. Había ido con la esperanza de ver elefantes pero se fue fascinado por el universo microbiano.
Paniz Mandolfi, de madre pediatra y sobrino de dos médicos muy reconocidos en Venezuela, quería algo más que una carrera en medicina clínica. Al crecer también quiso estudiar las enfermedades infecciosas. Durante sus estudios de doctorado en Venezuela, Paniz-Mondolfi trabajó con un científico venezolano, Jacinto Convit, pionero en la investigación de la lepra.
Después de obtener una maestría en parasitología y enfermedades tropicales en 2006, hizo estancias en todo el mundo en microbiología, genética molecular y enfermedades de la piel así como una segunda residencia en patología en Estados Unidos. En ese tiempo se aisló y describió una nueva especie de parásitos que infectaron a un hombre en el Bronx, así como una nueva micobacteria que enfermó a dos residentes de Connecticut.
Alberto Paniz-Mondolfi con una paciente de neumonía de la comunidad piaroa en el Amazonas en 2002. Los piaroa viven a orillas del río Orinoco en la frontera con Colombia.Credit...vía Alberto Paniz-Mondolfi
Luego, el especialista volvió a Venezuela donde estudió y atendió a pacientes con enfermedades como dengue, fiebre chikunguña, enfermedad de Chagas y virus guanarito, una fiebre hemorrágica misteriosa que mata a casi una tercera parte de las personas que se contagian. En 2018, Paniz-Mondolfi y su equipo estuvieron entre los primeros en Venezuela en identificar el virus Madariaga, un patógeno transmitido por mosquitos que puede causar infecciones cerebrales mortales.
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Luego, el especialista volvió a Venezuela donde estudió y atendió a pacientes con enfermedades como dengue, fiebre chikunguña, enfermedad de Chagas y virus guanarito, una fiebre hemorrágica misteriosa que mata a casi una tercera parte de las personas que se contagian. En 2018, Paniz-Mondolfi y su equipo estuvieron entre los primeros en Venezuela en identificar el virus Madariaga, un patógeno transmitido por mosquitos que puede causar infecciones cerebrales mortales.
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