Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

miércoles, 27 de mayo de 2020

Venezuela en la agenda de Trump Por ALFREDO MICHELENA

Últimamente se han publicado varios artículos, algunos de nivel académico, que argumentan, palabras más palabras menos, que la culpa de los fracasos de la oposición en estos últimos años ha sido de la política de Donald Trump hacia Venezuela y Cuba. No sé si esto tiene que ver con la cercanía de las elecciones norteamericanas y la idea de que la política de mano extendida de Obama habría sido más efectiva.

Es decir que la apertura hacia Cuba, por ejemplo, era según esa teoría, una mejor política que el embargo o “bloqueo”, como prefieren llamarlo los castristas. Un “embargo permisivo”, pues las estadísticas muestran que siempre ha habido un significativo intercambio comercial. EE.UU. es uno de los 10 más importantes suplidores de bienes para Cuba, en especial de alimentos.

Es cierto que la política del embargo no ha sido efectiva, pero tampoco la de apertura lo fue, aunque duró muy poco. Simplemente, en términos de derechos humanos, el régimen castrista no se movió ni un centímetro. Para lo que sí sirvió esa política fue para facilitar el levantamiento de sanciones de la Unión Europea y que los europeos invirtieran más en la isla… y nada ha cambiado. Por esa lógica, si hubieran sido los gringos los inversores, entonces Cuba sí hubiera cambiado.

Desde hace muchos años hemos insistido en que la política internacional de Obama, en cuanto nos concierne a los venezolanos, fue permitir la vuelta de Cuba al escenario multilateral regional, la firma de la paz con las FARC y el mantenimiento del status quo en Venezuela, es decir permitir al chavismo en el poder. Por lo tanto, una política alineada con la del Foro de Sao Pablo.

Trump vino a cambiar esto y profundizó la tímida política de sanciones, que tanto le costó a Obama imponerla -recordemos que las sanciones iniciales se aprobaron luego de un largo proceso en las dos cámaras del Congreso y posteriormente Obama se tomó su tiempo para firmarlas.

Trump fue más allá e implementó sanciones como las prohibiciones de hacer negocios con PDVSA a ciudadanos y empresas estadounidenses. Y lo más importante: dejó claro que la opción de fuerza estaba sobre la mesa.

Esto ahora ha sido criticado. Algunos señalan que tal posición lo que ha hecho es radicalizar a una porción de la oposición, que solo quiere que “le hagan el mandado” y que los gringos solos o en coalición invadan, o usando el común eufemismo: intervengan. Incluso dejan ver que la Operación Gedeón y su fracaso se debe a que la política de Trump ha estimulado fantasías como esta. También acusan a la administración de Trump de haber liquidado las negociaciones al exigir la salida de Maduro como condición sine qua non para el famoso gobierno de transición y ponerle precio a su captura. Como en todo razonamiento aquí hay algo de verdad.

Pero también hay que tener en cuenta que el triunfo de la oposición el 2015 y la conquista de la Asamblea Nacional cambiaron el juego político. La cúpula del pranato madurista entendió que la vía democrática electoral es muy peligrosa si se juega con un cierto grado de transparencia. Ellos saben que esa vía significa su salida del poder.

La pregunta de siempre es: ¿por qué el régimen va a aceptar unas elecciones con supervisión internacional, sabiendo que las perdería? Aceptarlas sin condiciones de transición sería un suicidio para el chavismo/ madurismo. Por eso para ellos el trade off (la compensación) en las negociaciones tiene que ser muy alto. Tanto que no creen que puedan alcanzarlo, por lo que la opción de resistir en el poder es, hasta ahora, su mejor opción. Es por esto que al sentir una amenaza real en el plano político electoral, lo esquivan para ganar tiempo y resistir.

Todos sabemos que la fortaleza del régimen está en la organización y control de la violencia, no tanto “legítima”, como diría Weber, pero sí real. Es decir, control de las fuerzas armadas y la policía, pero además la de las guerrillas, los colectivos e incluso las bandas criminales. Es aquí donde “no hay perro que le ladre”.

La oposición no tiene per se la opción de fuerza sobre la mesa ni debajo de la mesa; y menos esta última después del fiasco de la operación Gedeón.

Que la oposición no tenga una alternativa de fuerza que pueda enfrentar o al menos retar al régimen, es lo que le da a Maduro su mayor seguridad.

Se podrá argumentar que Trump es un bocón y que eso de que hay una opción militar para Venezuela que en cualquier momento puede ejecutarse, es puro buchipluma; pero concretamente este es el único reto, la única amenaza creíble, que teme el pranato en lo militar, y que de concretarse sería demoledora.

Si bien una oposición “bien plantada” con condiciones mínimas electorales es una amenaza real para el pranato en lo político electoral –ya lo ha demostrado-, la única amenaza creíble en lo militar que tiene el pranato es la de la administración Trump. Pues, entre otras cosas, tanto la Unión Europea como los demás países del continente se oponen duramente a esa opción y en lo doméstico el control de la corporación militar, a través de la penetración cubana, no ha dejado respiro a los “naturales” desacuerdos internos de nuestros militares.

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1 comentario:

  1. Si bien una oposición “bien plantada” con condiciones mínimas electorales es una amenaza real para el pranato en lo político electoral –ya lo ha demostrado-, la única amenaza creíble en lo militar que tiene el pranato es la de la administración Trump. Pues, entre otras cosas, tanto la Unión Europea como los demás países del continente se oponen duramente a esa opción y en lo doméstico el control de la corporación militar, a través de la penetración cubana, no ha dejado respiro a los “naturales” desacuerdos internos de nuestros militares.

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