Las diferencias de criterios entre los más prestigiosos centros de investigación acerca de cómo enfrentar la pandemia del coronavirus y las múltiples imputaciones en razón de su origen, ponen sobre la mesa de noche a dos grandes autores: Alvin Toffler con tres de sus connotadas obras El shock del futuro, 1970, La tercera ola, en 1980 y El cambio en el poder, en 1990.
En el primero, Toffler, al referirse al shock futuro se adelanta a describirlo como un estado psicológico concreto que afecta tanto a individuos como a sociedades, en la percepción personal de “demasiados cambios en un período de tiempo demasiado corto”, como en esta interminable cuarentena que se nos ha impuesto, incluso en las relaciones intermaritales.
Superado el mal tiempo producido por el shock de la pandemia, la humanidad avanzará recordando a los idos. Muerto el rey viva el rey. Pero la humanidad, como intrépida surfista, se remontará sobre la “cuarta ola” que le deparará el futuro en un nuevo shock, con nuevos escenarios caracterizados por grandes cambios: la descentralización, desmasificación y personalización, tanto en la economía como en la propia sociedad.
Las economías, atendiendo a necesidades sanitarias, pasarán del modo de producción en serie a la robotización e individualización de los productos, adaptados en lo máximo posible a los deseos y necesidades de los consumidores, lo cual estamos viendo en los delivery y la simple y doméstica producción de mascarillas anticontaminación. ¡Qué falta hace Toffler para que nos ilumine sobre el shock futuro de la “cuarta ola”!
La bola de cristal de Alvin, en su visión de futuro, finaliza su trilogía con una tercera obra el Cambio de poder. Las imputaciones entre este y oeste por la responsabilidad de este drama y entre gobernantes y gobernados, representa el juicio final que dictará un cambio de poder social, económico y político.
El pensamiento futurológico en épocas de pandemias como sería El amor en los tiempos del cólera, del nobel García Márquez ha de construirse sobre la creatividad. Una de las teorías más conocidas dentro de las ciencias sociales y políticas es la “Teoría del caos” y el “Efecto mariposa”. Esta teoría, en principio, explica que “el resultado de algo depende de distintas variables y que es imposible de predecir”. Por ejemplo, si se coloca un huevo en la cúspide de una pirámide no se sabrá hacia dónde caerá. Esa incapacidad de predecir hacia dónde caerá el huevo, es la misma incapacidad que existe hoy de predecir cuáles serán los efectos de la pandemia.
Para muchos, las consecuencias serán devastadoras, mientras que para otros (a corto plazo) el necesario control sobre la mortal epidemia les produce eso que el desaparecido futurista, periodista y escritor Alvin Toffler, se anticipó a llamar el shock del futuro, obligando a las personas a repensar poco a poco cómo vivir, cómo aprender y subsistir en un nuevo mundo víctima de un virus globalizado.
Volviendo a la “Teoría del caos” necesariamente hay que referirse al “Efecto mariposa”, el cual asegura que pequeñas variaciones en las condiciones iniciales de un suceso pueden provocar grandes diferencias en el comportamiento del futuro. Puesto de forma gráfica por su autor, el matemático y meteorólogo Edward Norton Lorenz, explica: “si se parte de dos mundos o situaciones globales casi idénticos, el aleteo de una mariposa tiene en el tiempo efectos remotos en el tiempo y la distancia”. La revolución francesa, 1789; la revolución industrial, 1840; la revolución china, 1911; la Revolución Rusa, 1917; y la revolución tecnológica en el siglo pasado han producido en el tiempo y el espacio su efecto mariposa a expensas del fenómeno de la globalización. Un antiguo proverbio chino dice: «el leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo». En este caso, no necesariamente ha sido una mariposa en la China profunda de Wuham, sino un murciélago aleteando sobre nuestros hogares, convirtiéndolos en “ciudades muertas” parodiando a Miguel Otero Silva.
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Volviendo a la “Teoría del caos” necesariamente hay que referirse al “Efecto mariposa”, el cual asegura que pequeñas variaciones en las condiciones iniciales de un suceso pueden provocar grandes diferencias en el comportamiento del futuro. Puesto de forma gráfica por su autor, el matemático y meteorólogo Edward Norton Lorenz, explica: “si se parte de dos mundos o situaciones globales casi idénticos, el aleteo de una mariposa tiene en el tiempo efectos remotos en el tiempo y la distancia”
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