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Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

viernes, 24 de enero de 2020

¿Hemos exagerado el poder de China? Por Laura Espinoza

El señor Zheng Bijian, destacado intelectual chino, dijo en una ocasión que su país tiene problemas de división y multiplicación. El problema de la división se refiere a que no importa cuán grandes sean los recursos disponibles, ya que estos, una vez divididos entre 1.300 millones de personas, se hacen escasos. Por otro lado, no importa cuán reducidos y limitados parezcan los problemas, pues si se les multiplica por 1.300 millones de seres humanos se convierten en enormes problemas.

Esta aguda observación debería ser tomada en cuenta al analizar el poderío de la China actual, así como sus debilidades. Con no poca frecuencia la tarea es abordada desde una perspectiva unilateral, que resalta las fortalezas y minimiza las dificultades de ese inmenso y complejo país. China no es, como decía Mao Tse-tung con relación a la bomba atómica, un “tigre de papel”, pero tampoco un dragón invulnerable e invencible.

Con China ocurre lo contrario que con los estudios sobre el poderío estadounidense. En Estados Unidos el llamado declinismo, es decir, la visión de ese país como una potencia en inevitable decadencia, es una industria académica, en general bastante desatinada. En tal sentido recordamos, por ejemplo, los vaticinios formulados antes de la caída del Muro de Berlín acerca de los avances de la Unión Soviética y su presunta estabilidad e indetenible progreso, que en teoría le destinaban a superar a sus competidores. Algo similar se argumentó en los años setenta acerca de Japón y el “emergente super-Estado japonés”. Todo ello quedó hecho cenizas.

Conviene examinar estos temas con sentido de las proporciones. China ha avanzado mucho y es un gran poder, pero presenta importantes incógnitas. Para empezar, su economía depende de manera fundamental de las exportaciones. La de Estados Unidos no. Por ello, la guerra comercial de estos tiempos ha centrado la atención de los dirigentes chinos, quienes ya han empezado a inclinar la cabeza ante Washington. China, de paso, tiene importantes deficiencias energéticas y debe proveerse de fuentes externas; en cambio, Estados Unidos ha alcanzado o está a punto de alcanzar una total independencia en el campo. Se señala esto pocas veces, pero los gobernantes chinos se han embarcado en numerosos proyectos faraónicos, dentro y fuera de su país, que no van a parte alguna y además imponen deudas impagables a bancos opacos, dependientes del Estado.

Las recientes protestas masivas en Hong Kong y los resultados electorales en Taiwán seguramente han inquietado a los todopoderosos jefes comunistas, que dominan China con mano de hierro pero que conocen bien su historia y saben que su sociedad, cada cierto tiempo, se mueve con fiereza, emitiendo potentes ondas sísmicas de incalculable impacto político. Durante décadas, esos jefes comunistas han logrado el milagro de combinar el capitalismo de Estado con el control colectivista de un gran pueblo, pero existen grietas que ya se perciben con claridad. Debemos añadir que las ambiciones imperiales de China alrededor del mundo, en África, Asia y América Latina, ofrecen un ejemplo de sobreextensión estratégica capaz de suscitar serios dilemas. Harían bien los gobernantes chinos en estudiar el caso de Estados Unidos, algunos de cuyos dirigentes ahora entienden mejor lo que tales excesos imperiales significan.

Para resumir, vale la pena usar un poco de ponderación, sentido de la historia y visión a largo plazo al tratarse de China y su evaluación geopolítica. Las cosas no son tan sencillas como parecen, ni para China ni para Estados Unidos. En este último caso porque las sociedades democráticas, a pesar de su aparente desorden y amargas confrontaciones, son capaces de generar la destrucción creativa necesaria para salir del atolladero y al final imponerse.

1 comentario:

  1. Para resumir, vale la pena usar un poco de ponderación, sentido de la historia y visión a largo plazo al tratarse de China y su evaluación geopolítica. Las cosas no son tan sencillas como parecen, ni para China ni para Estados Unidos. En este último caso porque las sociedades democráticas, a pesar de su aparente desorden y amargas confrontaciones, son capaces de generar la destrucción creativa necesaria para salir del atolladero y al final imponerse.

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