Nicolás Maduro Crédito: HO / Venezuelan Presidency / AFP
En una visita sorpresa a La Habana, habló sobre los movimientos de protesta que agitan la región
Nicolás Maduro dice que no, pero sugiere que tal vez. Que la rebelión es de los pueblos, pero que la revolución es el ejemplo a seguir pese a su fracaso social y económico. Que no tiene infiltrados ni en Santiago ni en Quito, pero que le sobra fuerza para enviarlos y aprovechar así el "debilitamiento" de la derecha continental.
"El gobierno de Estados Unidos, tan estúpido como es, y la derecha regional expresaron que lo que está pasando en Chile y en Ecuador es culpa de Maduro y Raúl. ¡No! La culpa la tienen el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la aplicación de las recetas neoliberales. La culpa la tienen esas políticas salvajes neoliberales de hambre y miseria", dijo el "hijo de Chávez" durante su discurso del domingo en La Habana.
El líder bolivariano aprovechó su arenga durante el Encuentro Antiimperialista de Solidaridad, por la Democracia y contra el Neoliberalismo para cantar victorias por todos lados y para alimentar las teorías conspirativas. Protestas en principio endógenas, pero en las que gobiernos como el de Lenín Moreno han aireado cierta injerencia exterior.
Maduro llegó a La Habana por sorpresa, sin avisar en su país y tras decretar una Navidad de la que nadie disfruta. Y lo hizo para reivindicar la historia común de ambas revoluciones y para ponerse al frente de la "brisa bolivariana" y la "nueva ola antiliberal" que desde Caracas aseguran recorre la región. "¡Los pueblos despertaron con su fuerza y rebeldía! En América Latina y el Caribe se ha levantado una insurgencia popular de los pueblos contra la exclusión, el empobrecimiento y la privatización impuestos por el capitalismo mundial", clamó el "presidente pueblo", quien contó con el respaldo del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, y del general de Ejército Raúl Castro, quien todavía permanece al frente del Partido Comunista de Cuba (PCC), órgano rector de la sociedad caribeña.
Teorías conspirativas que ya fueron asumidas como ciertas por la Organización de los Estados Americanos (OEA), cuya secretaría general señaló a las "dictaduras bolivariana y cubana" como uno de los orígenes de las "actuales corrientes de desestabilización de los sistemas políticos del continente". Una "vieja metodología" que incluiría financiamiento y apoyo de los conflictos políticos y sociales, pero que para otros observadores, como José Miguel Vivanco, director de Human Rights Watch, es un intento de sacar beneficio político y asumir el crédito del descontento reinante en varios países.
Con semejantes fuerzas se lograría repetir en Chile la imposición de una Constituyente a la medida, tal y como reina hoy en Venezuela. En 2017, y para acabar con las protestas, la revolución impuso una asamblea de militantes chavistas que hoy fungen como si se tratara de un remedo del Comité de Salud Pública de la Revolución Francesa y tan obediente como la Asamblea Nacional de Poder Popular en Cuba. "La revolución social que ha despertado en Chile apunta hacia el camino de la regeneración constituyente. Ahora es el pueblo chileno el que va a cambiar la Constitución de Pinochet", apostó Maduro, a la vez que reivindicaba las figuras de Salvador Allende y de Néstor Kirchner, al cumplirse ayer 14 años de la "histórica victoria en Mar del Plata".
La búsqueda del "destino común" ideado por Fidel Castro cuenta ahora con "buenos y mejores tiempos", en palabras del líder chavista, quien saludó la conformación de un nuevo eje norte/sur gracias a la alianza entre el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y el presidente electo argentino, Alberto Fernández. "Un segundo frente que se levanta vibrante en el horizonte de América Latina es el frente progresista, hermano, encabezado por dos líderes que van a jugar un papel determinante en los próximos años. Frente progresista, de avanzada, antineoliberal", sentenció.
El "hijo de Chávez" no oculta su euforia ante la nueva alianza, porque en definitiva cree que a ambos presidentes amigos les interesa que se mantenga en el poder en Caracas. "A diferencia de lo sucedido en Europa post-68, en América Latina la izquierda moderada sigue considerando aliada a la izquierda autoritaria, cuyo modo leninista de hacer política es opuesto a la democracia. La misma democracia en que florece la izquierda moderada", sostiene el politólogo e historiador Armando Chaguaceda, residente en México y profundo conocedor de las revoluciones continentales.
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El "hijo de Chávez" no oculta su euforia ante la nueva alianza, porque en definitiva cree que a ambos presidentes amigos les interesa que se mantenga en el poder en Caracas. "A diferencia de lo sucedido en Europa post-68, en América Latina la izquierda moderada sigue considerando aliada a la izquierda autoritaria, cuyo modo leninista de hacer política es opuesto a la democracia. La misma democracia en que florece la izquierda moderada", sostiene el politólogo e historiador Armando Chaguaceda, residente en México y profundo conocedor de las revoluciones continentales
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