Hay que atreverse, lo cual significa enfrentar con valentía la realidad que atosiga y el dolor que nos aflige. Frente a esa monstruosa realidad, la prudencia, igual que la paciencia, también tiene sus límites. El exceso de prudencia deja de ser una virtud para convertirse como nos dijera William Blake, en una solterona vieja, rica y fea cortejada por la ineptitud.
En política hay que atreverse, el cálculo por interés personal o grupal es irracional y nos hace ser muy cautelosos y en política, llegar tarde es no llegar. A veces el exceso de prudencia tiende a confundirse con la cobardía. Venezuela y los venezolanos piden a gritos un liderazgo visionario y valiente que detenga la destrucción del país y que haga lo necesario para cambiar su rumbo. No podemos aspirar y esperar que otros se sacrifiquen y asuman riesgos que no nos atrevemos a tomar nosotros mismos por miedo o por exceso de prudencia.
La calamitosa situación del país es el resultado de nuestros errores cometidos, no sólo por no aplicarles la ley a los delincuentes que intentaron tomar el poder por la fuerza, sino, además por enfrentar sus acciones inconstitucionales y militares por métodos democráticos después de acceder aviesamente por esta vía a la conducción del país. Desde entonces hemos debido enfrentarlos como han demostrado que son, delincuentes que se apoderaron del andamiaje del Estado y de sus recursos todos, para consentir una invasión silenciosa de bandas internacionales de la peor calaña como premio por su apoyo al más grande acto de pillaje cometido contra nación alguna en el globo terráqueo.
Lo que se exige en estos momentos históricos no es algo excepcional, es la unidad de todos los venezolanos con una estrategia única que ponga cese a la usurpación, sin falsas posturas de conciliación colaboracionista que favorezcan al adversario. Una estrategia que tome en cuenta no sólo las reglas de la política democrática convencional sino que interprete el código que guía a la delincuencia civil y militar que tienen secuestrado al país.
Se requiere un liderazgo colectivo que cohesione en torno a acciones definitivas factibles, posibles y valientes, que transmita confianza al pueblo y a los aliados internacionales. Con una visión compartida y trascendente de líderes aplomados, que vean más allá de sus propias narices, con los pies firmes sobre la tierra. Un liderazgo que sea creíble y capaz de devolver a los venezolanos el ansia de vivir en una nación libre y soberana y su espíritu entusiasta y emprendedor.
Es que 21 años no bastan? En este período de castro-chavismo hemos perdido más que en los 300 años de la colonización. Con Maduro y sus filibusteros hemos perdido hasta la vergüenza nacional. Urge rescatar nuestra dignidad como Nación, unidos alrededor de un nuevo ideal que nos ponga en sintonía con el progreso y que nos ubique con orgullo, con certeza, en el verdadero siglo XXI.
nevillarin@gmail.com
Es que 21 años no bastan? En este período de castro-chavismo hemos perdido más que en los 300 años de la colonización. Con Maduro y sus filibusteros hemos perdido hasta la vergüenza nacional. Urge rescatar nuestra dignidad como Nación, unidos alrededor de un nuevo ideal que nos ponga en sintonía con el progreso y que nos ubique con orgullo, con certeza, en el verdadero siglo XXI
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