Beijing reclama un lugar adecuado en la gobernanza del nuevo sistema multipolar, pero afirma que su pretensión no es volverse hegemónico. China se ha propuesto ser una gran potencia económica, comercial y financiera global, pero también tiene a Estados Unidos como uno de sus principales mercados y socios, razón por la cual no le interesa retar ni confrontar a la Casa Blanca en el ámbito geopolítico y militar, cazando una pelea por el control geopolítico de América Latina.
Antes que fuerza militar, a China le interesa demostrar que a través de su poder económico puede ejercer influencia diplomática para contribuir a superar los problemas económicos y sociales de otros países con los cuales cultiva sus vínculos de cooperación. Si una confrontación violenta estalla, no será por afanes de expansión y dominación de China.
América Latina en la Nueva Ruta de la Seda
América Latina aún tiene pendiente su integración física y comercial, mas no cuenta con los cuantiosos recursos para la construcción de la infraestructura necesaria. Ante el desdén de los Estados Unidos y Europa hacia la región, los gobiernos y pueblos del continente ven con creciente interés la iniciativa de la Franja y la Ruta a través de la cual China aporta cuantiosos recursos financieros para la construcción de la infraestructura necesaria para dinamizar la actividad económica y productiva. Esto incluye la construcción de autopistas, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, telecomunicaciones, fuentes de energía, agua potable y gas que forman parte del entorno básico que requiere la actividad minera, agrícola, industrial, comercial y de servicios tecnológicos y financieros en los países de América Latina.
En este sentido, la relación de China con los países que forman parte de la Franja y la Ruta se basa en intereses económicos y condiciones de negociación muy diferentes a los de otras potencias que están más interesadas en instalar bases militares y en la dominación geopolítica, razón por la cual la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda se enfrentará a la resistencia de los Estado Unidos. También se enfrentará a los problemas de gobernabilidad interna. En no pocos países de América Latina hay conflictos domésticos. Incluso hay tensiones entre naciones. En los organismos internacionales hay preocupación por los conflictos, disturbios y crisis que estremecen a varios países de la región, cuestión que no contribuye a crear un ambiente de seguridad común. El problema de un país termina siendo de otros y ninguno está exento de sufrir las consecuencias que genera la crisis interna de un país vecino. Las olas migratorias son el más claro ejemplo de los problemas que crea en un país los problemas de otro.
Por el bien de sus pueblos, las naciones están llamadas a complementar capacidades y recursos para lograr un desarrollo económico y social armónico y equilibrado. La integración de la infraestructura continental, la transferencia de tecnología, la diversificación agrícola y comercial constituyen la base del intercambio comercial que permite complementar las economías para satisfacer plenamente las necesidades básicas y esenciales de la sociedad. En estos problemas subyace al mismo tiempo una oportunidad para abrir nuevos espacios a las oportunidades que surgen en la iniciativa de la Franja y la Ruta.
¿Qué puede hacer China para contribuir al desarrollo de América Latina?
China se ha convertido en un importante prestamista en Asia, África y América Latina y se afianza como una alternativa que está al alcance de la mano de muchos países que tienen cerradas las puertas de las instituciones financieras tradicionales. A través del Banco de Desarrollo de China y el Banco de Importación y Exportación, conjuntamente con el Banco de Inversión en Infraestructuras, puede facilitar a los países y gobiernos de América Latina financiamiento en condiciones preferenciales para acometer conjuntamente proyectos de infraestructura que contribuyan a la integración física, económica y comercial de los países que participen.
Los proyectos financiados por China resuelven problemas de infraestructura en los países beneficiarios de los créditos y generan ingresos para cubrir los costos financieros en los que se incurre. Con base en los principios de complementación y cooperación, y mucha capacidad de negociación, es posible propiciar acuerdos ganar-ganar con China que le abran paso a una nueva etapa del crecimiento económico y del desarrollo humano integral en Latinoamérica.
Suele ocurrir que las obras de la Franja y la Ruta son ejecutadas con empresas, ingeniería y mano de obra chinas. Para que las obras no se limiten a un enclave sin mayor impacto sobre la economía de los países receptores, se debe incorporar el mayor porcentaje de mano de obra nacional y un creciente porcentaje de contenido nacional en las obras. Pequeñas y medianas empresas locales deben ser contratadas en la construcción de las obras y se les debe transferir tecnologías, formar su personal y apoyarlas con asistencia técnica.
La incesante actividad industrial de China demanda petróleo, minerales y toda clase de materias primas. A lo largo de la Franja y la Ruta abundan países ricos en recursos naturales pero pobres en tecnologías para transformarlos. China suele carecer de estos recursos naturales pero tiene los conocimientos científicos, tecnológicos y financieros para convertirlos en productos de mayor valor agregado. Pero hay que tener cuidado que los préstamos chinos reediten el extractivismo como un modelo de acumulación basado en el otorgamiento de préstamos que solo pueden ser pagados a través de la explotación intensiva de grandes cantidades de recursos minerales y energéticos. Solo a través de proyectos productivos que sirvan de canal para la transferencia tecnológica y la formación del factor humano en los países receptores es que se podrá evitar la reedición del extractivismo de los colonizadores que durante siglos sufrieron los pueblos de América Latina.
La resistencia que eventualmente puedan oponer los pueblos a la construcción de grandes obras de infraestructura asociadas a la megaminería tiene que ser escuchada para buscar alternativas viables y convenientes para las partes. En este sentido, las grandes obras de la Franja y la Ruta se tienen que llevar a cabo a través de una amplia consulta a las comunidades y pueblos originarios, y con base en una rigurosa evaluación del impacto ambiental para no solo prever, sino sobre todo evitar daños a la naturaleza y la sociedad que luego puedan ser irreparables.
La construcción de grandes obras de infraestructura suele tener un impacto ambiental en las áreas donde se ejecutan. La destrucción de la biodiversidad, la contaminación de fuentes de agua, la erosión de los suelos y el desplazamiento de pueblos indígenas y comunidades campesinas suelen ser los riesgos más importantes que es necesario minimizar y evitar para que los costos sociales y ambientales en los que se pueda incurrir nunca excedan los beneficios que las obras generan para la sociedad en su conjunto. Si fuese así, los únicos beneficiarios serían las empresas contratistas de las obras, mientras que los costos sociales y ambientales los pagaría solo la sociedad.
¿Por qué el interés de China por América Latina no es bien visto por EEUU?
En los últimos 15 años, Washington miró con desdén a América Latina. China aprovechó este descuido y apareció con su propuesta de acuerdos de cooperación financiera, tecnológica y comercial para apoyar la expansión productiva de países ricos en recursos naturales pero pobres en tecnologías. El gigante asiático ha otorgado cuantiosos préstamos y asistencia técnica para impulsar la integración física, económica y comercial a fin de liberar el potencial de crecimiento de cada país en su aspiración de lograr el desarrollo económico y social.
Ante la creciente presencia de China en América Latina, la Casa Blanca reacciona con una expresión remozada de la Doctrina Monroe que se condensa en aquella frase de “América para los americanos”, generalmente atribuida al presidente James Monroe, pero que en realidad fue un argumento elaborado por John Quincy Adams para declarar cualquier presencia o intervención extranjera en América como un acto de provocación y agresión que sería rechazado por los Estados Unidos.
La Doctrina Monroe sigue siendo un principio rector de la política exterior estadounidense que considera a América Latina como su patio trasero, como una región reservada para su única y exclusiva influencia y dominio. La acusación de EEUU contra la cooperación entre China y América Latina es una expresión de la mentalidad imperialista basada en el reparto territorial y político del mundo.
@victoralvarezr
La Doctrina Monroe sigue siendo un principio rector de la política exterior estadounidense que considera a América Latina como su patio trasero, como una región reservada para su única y exclusiva influencia y dominio. La acusación de EEUU contra la cooperación entre China y América Latina es una expresión de la mentalidad imperialista basada en el reparto territorial y político del mundo.
ResponderBorrar