Venezuela entera ha comprendido y aceptado esta ruta. En el seno del pluralismo democrático hay distintas maneras de apreciar el proceso, pero no tengo dudas con relación a la unidad relativa a estos tres aspectos fundamentales. En mi opinión el cese de la usurpación, es decir, la salida de Maduro y el fin del nefasto régimen que desmorona a la nación, es básico para la tarea de construir el nuevo país que anhelamos. Debemos entender que mientras el régimen exista y Maduro siga al frente, no hay ni habrá solución para ninguno de los problemas que nos aquejan. Todo se derrumba. La crisis está sobrediagnosticada. Basta con mirar el drama educacional cuando se está iniciando el año escolar, a todos los niveles.
El deterioro de la planta física de escuelas, liceos e institutos de educación superior es dramático y está a la vista. Pero, peor que eso es la angustia existencial de los estudiantes junto a padres y representantes que no saben qué hacer ante la carencia de recursos para proveer lo mínimo, incluido el transporte. Estoy convencido de que este problema, así como el resto que todos conocemos, es consecuencia de una incapacidad altamente corrompida y, además, ideologizada en la dirección socialista-comunistoide que han tratado de imponer. Se trata de un nuevo fracaso de una ideología que murió hace rato, pero generadora de políticas capaces de hacer mucho daño.
Nos acercamos al final del drama. Quizás sintamos preocupación legítima por la lentitud del proceso de cambio y por falta de información veraz sobre muchas cosas que están sucediendo. Sin embargo, estamos cerca. Hay que prepararse para la confrontación final. De esto no saldremos “por las buenas”. Lo saben todas las partes, pero el tiempo se agota.
Para que nadie se equivoque con nuestra posición, a estas alturas y en las actuales circunstancias, rechazo cualquier esquema de “convivencia”, o de entendimientos que no signifiquen el fin radical de la situación. Todas las políticas tienen su hora. En el momento actual están agotados tanto el camino de las “negociaciones” o “conversaciones” medio misteriosas. Otra cosa son los posibles entendimientos más adelante para normalizar al país sobre la base de la justicia honestamente aplicada.
En mí es infinita la absoluta solidaridad con los presos, los exilados, los migrantes, los perseguidos y los acosados. Se trata de una de las motivaciones fundamentales que tengo para continuar en esta lucha.
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Para que nadie se equivoque con nuestra posición, a estas alturas y en las actuales circunstancias, rechazo cualquier esquema de “convivencia”, o de entendimientos que no signifiquen el fin radical de la situación. Todas las políticas tienen su hora. En el momento actual están agotados tanto el camino de las “negociaciones” o “conversaciones” medio misteriosas. Otra cosa son los posibles entendimientos más adelante para normalizar al país sobre la base de la justicia honestamente aplicada.
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