Con motivo de su 13° aniversario, Clímax presenta la serie Deconstruyendo a Hugo Chávez
La exportación de la franquicia chavista solo se entiende cuando miramos el recorrido de un plan político elaborado meticulosamente y llevado hacia adelante a muy largo plazo. Muchos fueron los pasos que se iban dando mientras la sociedad veía para otro lado –por ofuscación o por distracción de dólares baratos– y los líderes políticos antagonistas al gobierno fracasaron, se exilaron, se agotaron o se vendieron.
Las fases se pueden dar en concurrencia, pero la mayor parte de las veces se daban una tras otra. El desguace de un Estado –como si fuese un auto desvalijado- no solo pasa por la remoción de leyes y prácticas institucionales, sino por la total alteración de la base humana, demográfica, y en especial, de las conexiones emocionales entre ciudadanos.
Todo comenzó cuando desbarataron los programas sociales educativos y de salud –con los hogares de cuidado diario fueron especialmente crueles– para generar nuevas dependencias del Estado Central. En pocas palabras, más clientelismo y menos libertad.
Desde el punto de vista económico se generó una total ruptura en las cadenas de producción, cambiando el orden de los procesos para integrar a nuevos responsables desde el mercado negro. Así se mataba con un mismo disparo a dos pájaros: el espíritu empresarial, por un lado; y asimismo, se podía reformatear más fácilmente los patrones de consumo del venezolano.
Desde el poder central se dieron a la tarea de reducir y debilitar presupuestos; de la mano de creación de organismos sombra en clave de protectorados. Así ampliaban funciones en unos –los nuevos- cercenando funciones y atribuciones en los viejos. La tesis del Perú de Fujimori se impuso un rato y los cuarteles tendrían más importancia que gobernaciones y alcaldías. El infame Vladimiro Montesinos fue mejor organizador de lo que muchos pensaban
Se dedicaron con tino a perseguir, cerrar, comprar y estrangular a la libertad de expresión arruinando, cerrando y reemplazando medios de comunicación: confiscación de equipos, multas impagables, no renovación de concesiones, etc.
¿Cómo funciona?
La franquicia es un aparato comunicacional de total hegemonía que produce contenidos, manuales de operatividad y directrices internas y externas.
Una línea editorial con entrenamiento para sus anclas y reporteros, desde el punto de vista ideologizante, pero con un look and feel de estilo POP. Los acentos y las maneras de canales privados se copian, pero siendo el contenido fundamentalmente alterglobalizador o comunista para la globalización.
Toda la matriz política al final de cada emisión bajará la línea regionalmente. Así como La Hojilla o Con el Mazo Dando le dicen al resto de los canales del sistema de medios del gobierno qué decir, asimismo lo hacían canales como Telesur o VTV. Cada programa es un referente para grupos, públicos internacionales afines, ideológicamente hablando.
Se crea un ministerio de comunicaciones con el fin de ir centralizando y controlando todos los presupuestos de relaciones públicas y prensa a nivel nacional. Los éxitos más esplendorosos en la tarea encomendada se darían durante las administraciones de Wlliam Izarra y Jesse Chacón; mientras tanto y en paralelo -como si diseñáramos una infografía- se crean organismos como Petrocaribe para comprar voluntades por medio del dinero del oro negro.
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Gracias por compartir. Mil éxitos
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