Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

martes, 29 de mayo de 2018

Venezuela, un país destruido, Antonio Pérez Esclarín

Estoy regresando de un breve viaje a Ecuador, donde fui invitado a dar unos cursos y conferencias, y la comparación con Venezuela me produjo ganas de llorar.   El viaje fue una odisea pues, ante la salida casi total de líneas internacionales y la escasez de vuelos nacionales, viajar en Venezuela está resultando una aventura riesgosa e incierta. Como habían suspendido los vuelos de la línea panameña Copa, que casi es la única que vuela a Maracaibo, tuve que ir por tierra a Valencia para agarrar un vuelo de Avior que me llevó a Barcelona, y de allí a Guayaquil y por fin, por una línea ecuatoriana, a Quito.

La total desolación de la zona industrial de Valencia me arrugó el corazón. Casi todas las empresas, hace unos años pujantes, estaban cerradas y el paisaje parecía propicio para filmar una película después de un cataclismo cósmico o la invasión de extraterrestres. Por supuesto, en el aeropuerto internacional de Valencia no había aire acondicionado, tampoco wi-fi, y el vuelo estaba retrasado. Tampoco había aire, wi-fi, ni agua en el aeropuerto internacional de Barcelona, los baños estaban hediondos y el agua nauseabunda corría por el piso.  ¡Qué imagen estamos dando a los que llegan a Venezuela! Por supuesto, el vuelo también se retrasó y no pudimos llegar a tiempo para la conexión Guayaquil-Quito, con lo que tuvimos que dormir en Guayaquil.

Yo estudié hace ya unos cuantos años filosofía en la Universidad Católica de Quito y en aquellos años Ecuador era un país atrasado y pobre. El centro colonial olía a orines, era común ver mendigos por las calles, y era evidente el abandono de las poblaciones indígenas, Quito parecía un pueblo grande, con escasas avenidas y Ecuador tenía muy pocos kilómetros de asfalto. Los venezolanos nos sentíamos ricos y privilegiados, y nos enorgullecíamos de nuestro país,   

Hoy Ecuador es un país próspero y pujante, donde todo funciona. Los vuelos parten a la hora, el internet es rapidísimo, los supermercados y farmacias están llenos de productos, el transporte público es de una gran calidad y a precios solidarios, los hospitales atienden bien a los enfermos,  hay una verdadera preocupación por la educación de calidad, lo que entre otras cosas, implica  remunerar adecuadamente a los educadores,  y tanto Quito como Guayaquil, que son las ciudades que pude visitar, cuentan  con grandes avenidas, aeropuertos funcionales, supermercados, farmacias y negocios muy bien surtidos  y   gentes que te atienden con amabilidad y eficiencia. Como la inflación es mínima, la gente ahorra y el valor de su dinero se mantiene.

El regreso fue todavía peor, pues además de los problemas de calor, falta de agua y retrasos de vuelos, en Barcelona me rompieron la maleta que se quedó trabada y un empleado la tiró con fuerza desde lo alto de la correa. En el regreso por tierra a Barquisimeto, la mayor parte de las bombas de Yaracuy estaban cerradas porque no había luz.

¿Cómo hemos permitido que Venezuela llegara a esta situación de destrucción y miseria? ¿Qué revolución es esta que nos ha colocado entre los países más pobres del mundo? Es la hora de deponer los intereses partidistas o individualistas y trabajar unidos por rescatar a Venezuela mediante el trabajo y abandonar los caminos del populismo y el mesianismo.

http://revistasic.gumilla.org/

1 comentario:

  1. Anónimo3:47 a.m.

    ¿Cómo hemos permitido que Venezuela llegara a esta situación de destrucción y miseria? ¿Qué revolución es esta que nos ha colocado entre los países más pobres del mundo? Es la hora de deponer los intereses partidistas o individualistas y trabajar unidos por rescatar a Venezuela mediante el trabajo y abandonar los caminos del populismo y el mesianismo

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