Falcón ahora se siente traicionado. La dirigencia que lo acompañó se siente traicionada. Falcón quería jugar limpio y Maduro y el chavismo en el poder le jugaron sucio. El chavismo violó el acuerdo de garantías electorales y aún así, Maduro no puede ufanarse de una victoria que lo legitima y lo coloca en posición de solucionar la crisis de Venezuela.
La pregunta que se hacen en el comando de campaña de Henri Falcón es por qué de manera tan descarada el gobierno de Nicolás Maduro violó el acuerdo de garantías electorales. Por qué si podían ganar. Por qué si el ventajismo ya lo tenían de su lado, y también con descaro, al descubierto. La violación del acuerdo es lo que lleva a Falcón no sólo a desconocer el resultado sino a desconocer todo el proceso. De allí, la solicitud de nuevas elecciones. Que se repitan las elecciones.
Así comienza un nuevo capítulo de esta historia electoral en Venezuela. Porque Nicolás Maduro hoy es más ilegítimo que ayer, teniendo en cuenta la escasa participación, o la alta abstención, y teniendo en cuenta que a pesar del uso desmedido del poder, no pudo movilizar al voto chavista y por lo tanto quedó bien lejos de sumar los 7, 8 y hasta 10 millones de votos que pregonó iba a conseguir.Es obligatorio para nosotros denunciar el incumplimiento de los acuerdos. Por eso este proceso no fue real, no lo reconocemos y exigimos que se convoquen nuevas elecciones.— Henri Falcón (@HenriFalconLara) 21 de mayo de 2018
Hoy también el gobierno de Maduro es más frágil que ayer. Porque a la crisis económica, social y política que arrastra, suma este nuevo elemento: defraudó al único dirigente político de nivel que arriesgó de buena fe medirse en la contienda. Ahora convierte a Falcón en un adversario que lo enfrentará con mayor decisión. Pero Falcón ya no es el mismo Falcón. No se trata del exgobernador de un estado, de una región llamada Lara, sino de un dirigente de impacto nacional, excandidato presidencial, que recorrió el país, y marcó un discurso, un programa, una propuesta, y abonó una imagen.
Falcón ahora se siente traicionado. La dirigencia que lo acompañó se siente traicionada. Falcón quería jugar limpio y Maduro y el chavismo en el poder le jugaron sucio. En el comando de campaña anotan la violación de 5 aspectos clave del acuerdo:
Primero, no se cerraron los centros a la hora fijada, 6 de la tarde, y en caso de que hubiera votantes, estos debían ejercer el derecho al voto puertas adentro, por lo que, igual, el centro debía cerrar.
El gobierno de Maduro violó el acuerdo de garantías electorales / Foto: @NicolasMaduro
Segundo, se incumplió la disposición de que los puntos de apoyo –los llamados puntos rojos- a la militancia chavista estuvieran ubicados a 200 metros del centro de votación. Pues no: el comando de Falcón detectó 11.000 puntos rojos dispuestos a escasos metros del centro de votación. Y los puntos rojos constituyen una maquinaria de presión y control del votante chavista.
Tercero, el uso del carnet de la patria para presionar y comprar votos a favor de Maduro, en el entendido de que el carnet de la patria es un programa multisocial del Estado y no del partido de gobierno. Falcón, al mediodía del domingo, denunciaba él mismo este aspecto, y cómo se podía jugar con la conciencia del venezolano, comprándole su voto.
Cuarto, se había convenido que los testigos electorales seleccionados por la autoridad comicial, el Consejo Nacional Electoral, iban a actuar con transparencia y en total independencia. Pues no. El comando de Falcón denuncia que al menos en mil centros no contó con testigos.
Así comienza un nuevo capítulo de esta historia electoral en Venezuela. Porque Nicolás Maduro hoy es más ilegítimo que ayer, teniendo en cuenta la escasa participación, o la alta abstención, y teniendo en cuenta que a pesar del uso desmedido del poder, no pudo movilizar al voto chavista y por lo tanto quedó bien lejos de sumar los 7, 8 y hasta 10 millones de votos que pregonó iba a conseguir.
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