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Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

martes, 10 de abril de 2018

Nicolás Maduro es un mandatario tóxico para la comunidad internacional Por Juan Carlos Zapata

Carlos Vecchio, 49 años, huyó de Venezuela en 2014. Es el número dos del partido de Leopoldo López. En esta entrevista asegura que el modelo y Nicolás Maduro ya están derrotados. Sólo falta sacarlos del poder. Vecchio es hoy el dirigente partidista que acumula más tiempo en el exilio. Perdió la cuenta de los países que ha visitado. Y dice que de todos los líderes con los que se ha reunido, Felipe González y Ricardo Lagos son los que más lo han impactado. Afirma que Maduro es un dictador y Diosdado Cabello un criminal.

Nicolás Maduro está derrotado, dice Carlos Vecchio. Y sentencia: Lo que pasa es que “aún no lo hemos sacado del poder”. O sólo falta sacarlo del poder. Parece un contrasentido. Para Vecchio no. “Ellos –se refiere al gobierno, a Maduro, al grupo que lo sostiene en el poder- pueden extender la agonía. Pero no pueden parar el cambio”. Vecchio es dirigente del partido de Leopoldo López, Voluntad Popular. Es el número dos de la organización. Viene de reunirse con el presidente Emmanuel Macron de Francia.

Y esta entrevista con ALnavío ocurre luego de la reunión con el presidente del gobierno de España, Mariano Rajoy. En ambas citas estuvieron presentes, además de Vecchio, el expresidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, y el alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma. Los tres encabezan, desde el exilio, tres corrientes, tres organizaciones, de la oposición venezolana, pero la fotografía que los muestra juntos en París y Madrid, en los palacios del Elíseo y La Moncloa, envía un mensaje rotundo de unidad hacia todos aquellos que enfrentan la dictadura de Maduro. La imagen guarda semejanza con otra de hace 60 años en la que aparecen los tres líderes que encabezaban –con ópticas a veces distantes- la resistencia contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, los históricos Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba. Los dos primeros alcanzaron la Presidencia de la República. “De frente y en todos los frentes”, apunta Vecchio como consigna y mensaje político, en el sentido de que es posible y necesario avanzar sobre las diferencias, tanto así, que los puentes se han extendido hacia lo que hoy se denomina el chavismo disidente. Así, admite que se conversó con el exministro y general Miguel Rodríguez Torres –hoy preso en Venezuela- y con Luisa Ortega Díaz, la fiscal general destituida por la espuria Asamblea Nacional Constituyente. “Con todo el que quiera un cambio en Venezuela estamos dispuestos a hablar”, señala Vecchio. Inclusive con Cuba, con China, con Rusia, países aliados y sostenes del régimen de Maduro. “Con ellos, no hay conversaciones, no en estos momentos. No por parte de nosotros. Pero hay países que sí lo hacen, que sí hablan”. Esta semana, Vecchio, Borges y Ledezma llegarán a Lima, donde se celebrará la Cumbre de las Américas. La delegación opositora será más numerosa, con la incorporación de dirigentes de otros partidos como Acción Democrática y UNT. La oposición está obligada a enviar ese mensaje contundente de unidad a dos meses de las elecciones convocadas por Maduro y que la comunidad internacional condena por falta de garantías, por fraudulentas, porque son un traje a la medida para el dictador.

El 5 de junio de 2014 Carlos Vecchio huyó de Venezuela. Entonces, Leopoldo López ya estaba preso. Logró escapar como en 2017 lo haría el alcalde Ledezma, por la frontera con Colombia. Borges se quedaría en el exterior, en el exilio, este mismo año, 2018, luego del fracaso, en República Dominicana, de la mesa de negociaciones entre gobierno y oposición. Vecchio dice: Escapé por los caminos verdes. Se entiende. Por caminos secundarios. Por vías que a veces podían ser trochas, rutas de alto riesgo. Quienes huyen poco hablan de los detalles de la operación. En Venezuela se han registrado en los tiempos de Hugo Chávez y Maduro, algunas fugas espectaculares. La del sindicalista Carlos Ortega. La del banquero Eligio Cedeño. La del excandidato presidencial Manuel Rosales. La de Vecchio. La de Ledezma. Por aire, mar y tierra. Disfrazados y sin disfraz. De noche y de día. Por donde escapó Vecchio escapan ahora cada día miles y miles de venezolanos de la miseria, del hambre, de la falta de atención médica, de la inseguridad, de la hiperinflación, de la ausencia de democracia, de la persecución. Escapan los pobres. Escapa la clase media. Escapan médicos, ingenieros, maestros, periodistas, jóvenes, obreros, estudiantes, emprendedores, amas de casa; escapan militares que desertan de la Fuerza Armada. Suman más de tres millones. El fenómeno se conoce en el mundo como el éxodo venezolano. Y ya constituye un problema regional que preocupa a Colombia, a Brasil, a Perú, Panamá, Chile, Ecuador y Argentina, entre otras naciones. Escapar es una operación riesgosa, admite Vecchio. “En el camino puedes dejar la vida”. Corrió con suerte. Sigue vivo y activo. “Fue una de las decisiones más difíciles. Uno no se plantea en pleno siglo XXI abandonar el país por razones políticas”. Vecchio parece otro. Lo es. En el exilio, como en la cárcel, como en la clandestinidad, se curten los liderazgos. Otro dirigente del partido de Vecchio, David Smolansky, también lucha desde el exilio. Y Freddy Guevara, vicepresidente de la Asamblea Nacional, tuvo que asilarse en la embajada de Chile en Caracas. El régimen se propuso destruir al partido de Leopoldo López. Llegó a acusarlo de organización terrorista. “Cuando decides irte, te marca ese momento”, señala Vecchio.

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