Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

sábado, 30 de septiembre de 2017

Ingeniería electoral: votos para ganar elecciones, Héctor Cortez Ruiz

El día “D”, o día de la elección representa el momento decisivo de una campaña electoral. Resultar victorioso en ese momento es el objetivo de todo actor político que ostenta el poder o del “Candidato”. Para ganar una elección se requiere un conjunto de acciones que abarcan desde la investigación política (grupos focales, encuestas, diarios de campo, tracking poll), el diagnóstico del entorno partiendo de las variables: situación socioeconómica (inflación, tasa de desempleo e índice delictivo), datos sociodemográficos de los votantes (edad y sexo), resultados de las últimas votaciones (votación histórica y universo electoral), así como el estudio del mercado (preferencias partidistas, conocimiento de candidatos, nivel de bienestar, necesidades de la población, expectativas de la población, inconformidades de la población), para definir el marketing político, o la estrategia.

La información representa uno de los recursos más valiosos en una campaña electoral, partiendo de ella se puede establecer la estrategia, el discurso e incluso las herramientas de promoción política a utilizar, determinadas en función de la data recabada de la inteligencia política (información obtenida desde el seno de los adversarios, empresas, organizaciones no gubernamentales y de instituciones públicas). De ella se generan issues, bullets e incluso sofismas, utilizados para generar opinión pública y posicionamiento al candidato.

En el caso de que el candidato recurra a todas las herramientas del marketing político, pero su adversario directo tiene una intención de voto que supera el 51%, está en una disyuntiva, dado a que el padrón electoral tiene un número finito de electorales, es allí donde entra en juego la ingeniería electoral como herramienta del marketing político, y es que a diferencia de lo que se cree, no consiste en las maquinarias o estructuras electorales que se encargan de movilizar el voto, sino de restarle votos al adversario.

Una estrategia de ingeniería electoral utilizada con mayor frecuencia es la división del voto o fragmentación, que consiste en romper alianzas partidistas o generar sofistas entre los grupos que apoyan al adversario para disminuir la intención del voto; o en su defecto, tratar de sumarle votos a quien está de último en las encuestas pero que presenta intereses comunes con el contrincante de mayor fuerza, para así ampliar la posibilidad de obtener la victoria. Para ejemplificar, en el caso de Venezuela, dada a la polarización entre el oficialismo, constituido por el gran polo patriótico que está unido y robusto en procesos electorales, y la oposición que está conformada por la colisión de diversos partidos con diferentes corrientes ideológicas así como intereses personalistas de poder; el clima electoral se muestra favorecedor a los candidatos de oposición dado al entorno altamente desgastado y de crisis que define al gobierno, por lo que los candidatos aliados al oficialismo se convierten en la opción menos preferida por los electores por capitalizar la escases, el desabastecimiento, la inseguridad y el hambre.

Ante este entorno, pareciera que no hay posibilidad alguna de que un candidato del oficialismo gane; pero, las divisiones internas de la oposición abren paso a que el gobierno ejecute acciones capaces de irrumpir la fuerza del voto en contra de ellos, llevando a cabo la “ingeniería electoral”. Puntualizando, el caso de los ahora detractores de la MUD, María Corina Machado y Antonio Ledezma, con el Movimiento “Soy Venezuela”, que a pesar de aclarar que no llaman a la abstención en las próximas elecciones, señalando de “electoralistas” a los partidos de la MUD y que incumplen la decisión del plebiscito del 16 de julio, en el cual se renovarían las autoridades de los poderes públicos, entre otros aspectos; aunado a las fracturas tras el proceso de primarias que dejó evidentes heridas en actores políticos que fueron señalados, bajo la propaganda negra, de traidores o incluso comparados con las practicas “chavistas”; y además de ello, el surgimiento de nuevas figuras en un proceso de “independientes”, los cuales notoriamente restan votos a las figuras de la oposición; todo ello resta por si solo el voto opositor, mientras el oficialista se mantiene firme en su tope, que oscila entre el 20 y 30%.

Simulando la ingeniería electoral, es una aritmética simple. Si el oficialismo tiene un sólido 20% y la oposición un 76% a favor (rechazo al oficialismo y a lo que representa), la aplicación de la ingeniería electoral consiste en restar y disminuir ese porcentaje a su máxima expresión, ¿cómo?, incentivando la abstención, ampliando la cobertura mediática del movimiento “Soy Venezuela”, facilitando recursos a la campaña de los independientes que se muestran como candidatos opositores al régimen, generando sofismas en contra de los candidatos abanderados por la MUD y promoviendo el desencanto de aquellos que no resultaron ganadores pero fueron a primarias; así como la generación de nuevas ideas, como los comunicados públicos sobre el “Diálogo” entre el gobierno y la oposición en los que el gobierno deja entrever la “negociación de la oposición” con el firme propósito de confundir al elector y hacerles ver que les están mintiendo.

Con este ejemplo, solo queda claro que la ingeniería electoral va acompaña de una estrategia comunicacional “hecha a la medida”, en la que los diversos actores políticos, empresariales y ciudadanos juegan un papel esencial, por ello, se debe ser astuto y no ser parte de la estrategia que resta votos. La ingeniería electoral puede hacer ganar a quien tiene pocas posibilidades.

@osorioanamaria (Periodista/ Análisis del discurso/ Marketing político/ Locutora)

osorioanamaria@outlook.es
 

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