La democracia está en un “mínimo” peligroso a raíz de las arbitrariedades de un Gobierno al que sólo le importa permanecer en el poder, sin importar a qué costo y por cuánto tiempo logre sus objetivos.
La gobernabilidad, entendida como la capacidad del Gobierno de atender las demandas de la sociedad, está en un “mínimo” tan peligroso que pareciera que no hay gobierno más allá de la represión y del miedo que pretenden imponer.
Esa falta de gobernabilidad hace que los problemas de los ciudadanos se multipliquen y por ejemplo la seguridad está en el “mínimo”, mientras la delincuencia está en un nivel máximo.
La distribución de alimentos y la posibilidad que la mayoría pueda acceder a ellos también está en el “mínimo”, por lo cual la cantidad de personas que están pasando hambre, comen de la basura o han perdido peso de forma acelerada está en un punto muy elevado.
El acceso de los medicamentos que necesita cualquier venezolano para una afección de salud también está en el “mínimo”.
Los servicios públicos están en el “mínimo”. Cuando no son los apagones o variaciones en el servicio eléctrico, es la escasez de agua, la falta de gas e incluso el pésimo servicio de internet y hasta de telefonía.
Cuando un venezolano requiere atención gratuita de salud y se dirige a un hospital o ambulatorio público, también se consigue que está en el “mínimo”.
La confianza de los venezolanos también está en el “mínimo”, por la poca credibilidad institucional que afecta las acciones y decisiones de quienes ocupan cargos públicos y hasta políticos, como es el caso de la Mesa de la Unidad Democrática.
Pero lo más grave es que la esperanza de una Venezuela de progreso y oportunidades también está en el “mínimo”, lo que se traduce en una creciente migración de talentos hacia otros países.
Y finalmente el interés de quienes forman parte o han ocupado el Gobierno por resolver los problemas que afectan a la mayoría de los venezolanos también está en el “mínimo”.
Venezuela, lamentablemente, es el país que sirve como el peor ejemplo de lo que pudo ser en el marco de sus riquezas, pero no ha sido producto de la corrupción, el despilfarro y la ineficiencia.
Somos un país en el “mínimo”.
La opción de revertir esa tendencia está en nosotros.
El “mínimo” no puede ser para siempre.
@VerdadesRumores
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