Hoy domingo 9 de julio, se cumplen exactamente100 días desde que se iniciaron en Venezuela las protestas populares por diversas razones, unas más complejas que otras, pero con una dimensión social espeluznante que afecta el sistema político en general, al Estado de Derecho, así como a los Derechos humanos de toda índole, lo cual revela que estamos en una crisis institucional de grandes dimensiones, de una trascendencia histórico política, jamás experimentada en el país.
Al respecto, vale la pena repasar la historia reciente, que a mi juicio, fue el detonante para que las mayorías de ciudadanos demócratas estallaran compulsivamente en busca de respuestas y alternativas funcionales para exigir garantía de la calidad de vida y los derechos humanos. Durante el año 2016, cerca del 70% de venezolanos estaban dispuestos a sufragar en el Referendo Revocatorio presidencial, constitucionalmente establecido (art. 72), lo cual fue premeditadamente reprimido por el Poder electoral (CNE), por mandato del Ejecutivo Nacional, como si fuera poco, en ese mismo periodo, correspondía realizarse las elecciones para gobernadores de estado, que también, fue obstaculizado por el ente electoral (CNE), estos dos casos en particular, generaron una frustración colectiva generalizada, la sociedad se sintió oprimida y vejada institucionalmente, lo cual provocó una sensación de infortunio social.
Adicional, a la grave crisis de escasez de alimentos, de medicinas, del desempleo, de la terrible inseguridad, apagones de electricidad, elevada inflación, desnutrición, hambre, entre otros aspectos negativos, en el mes de marzo de 2017, la Sala constitucional del Tribunal Supremo de Justicia TSJ, enarbola dos paradójicas sentencias, exactamente la 155 y la 156, con las cuales se pretendió desconocer atribuciones institucionales de la Asamblea Nacional y habilitar al Ejecutivo para que pudiera legislar en un conjunto de aspectos cruciales en la vida nacional, sin contar con el aval del Poder legislativo y en el contexto del Decreto de Excepción, alargado más de dos veces, ilegal e inconstitucionalmente.
Debido a esta situación política, emergieron simultáneamente en todo el país, protestas sociales que durante estos 100 días, se han combinado con la participación de amas de casa, de la iglesia, los sindicatos, de profesionales, técnicos, universitarios, así como del movimiento estudiantil, (protagónico), de trabajadores, de los gremios de profesionales, de empresarios, de los partidos políticos agrupados en la Mesa de la Unidad MUD, en fin de la sociedad civil en general. Estas protestas, han tenido diversas modalidades: trancazos, plantones, tomas de esquina, marchas diurnas y nocturnas, caminatas, paros temporales, entre otros, las cuales, lamentablemente y por falta de direccionalidad política, en algunos casos, se han mezclado con acciones de la delincuencia, las cuales han sido superadas gradualmente, en definitiva, tales protestas cívicas, han tenido éxito, porque el objetivo se ha cumplido progresivamente en estos 100 días.
Según la Dra. en Ciencias Políticas Erica Chenoweth, experta en el estudio científico de insurgencias, tras analizar distintas situaciones de calle en el mundo durante el período 1900-2006, logró demostrar que grupos, de al menos mil manifestantes, buscaron un cambio de gobierno o liberación de un territorio, algo que nadie había investigado sistemáticamente, a su entender, "...Históricamente, las protestas pacíficas que no crecen en tamaño y diversidad, para incluir a personas fuera de las áreas urbanas y de muchas edades, clases y tendencias políticas, por lo general, han fracasado". De allí deriva su teoría de "la regla del 3,5%", según la cual el poder no está en las armas, sino en la gente, incluso afirma: “...ningún gobierno puede soportar la resistencia constante, activa, visible, coordinada e inclusiva de apenas el 3,5% de su población, sin terminar cediendo ante las demandas o desintegrándose. Desde su perspectiva de análisis, asegura que ningún gobierno está completamente aislado del resto del país, porque todo funcionario público tiene familia y amigos que conforman y seguirán en su entorno, pase lo que pase. Por eso, en muchos casos comienza a expandirse la desobediencia.
Sociológicamente, la gente recurre a la protesta no violenta para generar cambios políticos, es más, la autora mencionada comprobó que en los 106 años analizados y comparados, los resultados arrojaron que, numéricamente las campañas pacíficas de resistencia civil fueron doblemente más eficientes para lograr sus objetivos que las insurgencias violentas, incluso, ante regímenes autoritarios con alto nivel de represión.
Cabe destacar que históricamente, las campañas de resistencia civil han surgido y tenido éxito en muchos tipos diferentes de sistemas políticos, incluyendo dictaduras y regímenes represivos. Pero siguiendo el criterio de la Dra. Chenoweth, ninguna clase de país es inmune a este fenómeno. Por tanto, las campañas no violentas son exitosas porque tienen más probabilidades que las violentas de apelar a sectores más amplios de la sociedad, que les permite construir poder desde abajo.
Por consiguiente, la sociedad venezolana entera (90%), está segura, alegre, optimista de recoger los frutos políticos del esfuerzo realizado en estos 100 días de protesta cívica activa, pacifica, comprometida con la causa del cambio hacia la Democracia como única opción de progreso social. Lamentamos profundamente, con todo el dolor en el alma, los sacrificios de los jóvenes que han fallecido en estas acciones de calle, pero hoy se convierten en unos héroes históricos cuya radiante juventud nos alumbra el camino a seguir. Pueblo venezolano, la lucha continua, la paz es nuestra guía, la Democracia es el objetivo. La acción pacifica nos llevara por senderos de luz y provecho, el cambio está cerca. Dios y la Patria nos lo agradecerán infinitamente.
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