Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

jueves, 16 de febrero de 2017

Isla de Toas, el pueblo aislado de Venezuela donde el infierno social azota con fiereza, Gustavo Ocando Alex

Las constantes fallas del transporte aíslan a los 11.000 habitantes de la isla y encarecen su calidad de vida.

El agua del lago luce verdosa. Como su pie derecho. María Felinda Ojeda, una trigueña menuda de 19 años, se retuerce de incomodidad en una silla de ruedas en el muelle de San Rafael del Moján, perteneciente al estado de Zulia, en el noroeste de Venezuela.

Su pierna reposa inmovilizada en ángulo de 45 grados sobre una tabla de madera firme.
Le preocupan tanto la hinchazón como la tonalidad que ha tomado su pierna durante las 24 horas de espera por un bote hasta su natal Isla de Toas, un territorio de apenas tres kilómetros cuadrados anclado en el Lago de Maracaibo.

"La isla no sirve. Vamos a tener que dejarla botada", refunfuña, mientras empuña una cobija de motivos azules contra su pecho, afiebrada, escondida del sol del mediodía bajo una delgada lámina de zinc.

Aislados en Toas
La razón de su hastío quizá sean los 40 días que tuvo recluida en un hospital de Maracaibo, a 80 kilómetros de distancia. O la bala que le perforó y destrozó el fémur en aquel tiroteo ocurido durante el tradicional compartir de Fin de Año en la plaza del pueblo.

O probablemente le aborrezca recordar que en su terruño lacustre no hay centros asistenciales donde tratar a cabalidad semejante emergencia. O tal vez haya sido la avería, a medio camino, del remolcador petrolero que le llevaba hacia tierra firme para hallar la ayuda y las medicinas que no se encuentran en su poblado.

Trasladarse desde y hacia isla de Toas es tan trágico como el castigo de Sísifo, un rey de la mitología griega condenado a empujar cuesta arriba una piedra enorme que siempre tendía a rodar hacia abajo antes de llegar a la cima.

A veces imperan los problemas de combustible -un galón de gasolina cuesta 4.000 bolívares y las embarcaciones usan dos por viaje-. También hay escasez de repuestos para las lanchas, botes, peñeros. El ferry del Estado tiene por costumbre averiarse constantemente.

Además estallan con cierta frecuencia protestas locales como la de hoy. Los Sísifo de Toas quedan varados cada tanto. Se hacen inalcanzables los cinco kilómetros de distancia entre la isla y El Moján o los 2,5 que le separan de San Carlos, Maraca o Zapara, las otras islas del litoral.

"Nos morimos pelúos"
En el atracadero de cemento desgastado y cabillas oxidadas se forman en fila 60 personas. Acumulan horas aguardando bajo un techo de palmas secas. Confían en que en algún momento amaine la protesta que desde hace cuatro días impide la entrada o salida del transporte lacustre.

La mayoría espera con bolsos, maletines, cartones de huevos, bolsas de refrescos, galones con detergentes y enseres múltiples que en la otra orilla no se producen ni menos se hallan a precios solidarios.

Ruthmary León, una joven de 25 años que anhela visitar a sus padres, despotrica.
"Allá nos morimos pelúos", dice, haciéndose eco de una expresión coloquial muy lugareña. La frase denota abandono.

Leer mas: http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-38992503

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