Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

sábado, 23 de julio de 2016

Víctor Álvarez: CLAP; El problema no es abastecer sino producir

Según el Cendas, el precio de la Canasta Alimentaria Familiar se ubicó en junio en Bs. 277.432,88, un aumento de 22,5% en comparación con mayo de 2016 y 766,3% entre junio-2015 y junio-2016. Hoy el costo de los alimentos para una familia de cinco miembros equivales a 18.4 salarios mínimos. Para compensar el impacto de la inflación sobre la capacidad adquisitiva de los trabajadores, se han decretado 12 aumentos del salario mínimo en 3 años de gobierno.

Pero los aumentos por decreto se han convertido en “pan para hoy y hambre para mañana”. En una economía con alta inflación de costos y de demanda, y una creciente escasez estructural, cada aumento salarial es pura ilusión monetaria porque las familias que viven de un ingreso fijo, nominalmente ganan más bolívares, pero realmente compran menos bienes, y así buena parte de sus necesidades básicas queda insatisfecha. Para compensar el auge inflacionario y la escasez el Gobierno lanzó los Comités Locales de Abastecimiento Popular (CLAP) que tiene entre sus tareas el reparto de las bolsas de comida.

A través de los CLAP se pretendió distribuir casa por casa los productos de la canasta alimentaria. Según el INE, en Venezuela hay 30 millones de habitantes que conforman 7 millones de familias. Para estimar la cobertura de los CLAP convengamos que cada familia tiene en promedio 4,3 miembros (30.000.000/7.000.000). Una persona consume en promedio 1 kilo de alimento diario, para un total de 30 kilos/mes. Si multiplicamos esta cantidad por 4,3 miembros, resulta que cada familia requiere aproximadamente 130 kilos/mes. Las bolsas CLAP contienen 10 kilos de comida y la promesa es que lleguen con una frecuencia quincenal. Si esta meta se logra, cada familia recibiría 20 kilos/mes, lo que representa un déficit de 110 kilos/mes. Hasta ahora, la bolsa de alimentos ha sido recibida por el 20 % de las familias, equivalente a 6 millones de personas.

Distribuir bolsas de comida casa por casa y a todos los hogares venezolanos requiere una colosal capacidad logística que ninguna empresa privada ha sido capaz de desarrollar en décadas. Mucho menos lo puede lograr en cuestión de semanas un Estado burocrático e ineficiente, sin personal calificado ni entrenado, sin organización ni métodos, sin infraestructura ni redes de almacenamiento y transporte, sin los mecanismos de control que mantengan a raya a la corrupción. El burocratismo estatal y la débil organización comunal no garantizan la cobertura de 7 millones de hogares a lo largo y ancho del territorio nacional. Ni siquiera la descomunal inversión que a lo largo de más de una década se hizo en la redes de Mercal, Pdval y Bicentenario, ni con la expropiación e intervención de cadenas de alimentos como Cada, Éxito y Día a Día, se logró cubrir el 40% de la población.

Incentivos perversos a la corrupción

Cuando no se había olvidado el escándalo de Pudreval y aún están frescas las imágenes de los gerentes de los Abastos Bicentenario presos, las denuncias en torno a la corrupción en los CLAP no se hicieron esperar. El precio de la bolsa es de aproximadamente Bs 3.400, pero los productos que contienen al ser vendidos al detal generan un ingreso superior a Bs. 16.000, equivalente a una ganancia de más de 12.000 Bs por bolsa. Un verdadero incentivo perverso para los corruptos y especuladores que siempre encuentran la manera de echarle mano a los productos subsidiados para revenderlos. Las bolsas de comida son vendidas en el mercado especulativo cinco veces más caras y hasta en Colombia ya se consiguen. Con frecuencia, los distribuidores aplican un “tumbao” y entregan la bolsa incompleta para luego revender los productos que le sacan.

Los CLAP fueron muy mal recibidos por vastos sectores de la población. En la práctica, el control del reparto de alimentos opera como un instrumento de dominación, ya que para tener acceso a la bolsa de comida hay que registrarse en unas listas de la Unión Nacional de Mujeres, UBCH, Frente Francisco de Miranda y Consejos Comunales, lo cual provoca la exclusión de quienes no quieren participar de esas fórmulas de control.

Hasta ahora, ningún intento gubernamental por sustituir los canales de comercialización del mercado ha servido para garantizar una amplia cobertura en la distribución de alimentos. La gran mayoría de los hogares canaliza su acceso a los alimentos a través de las redes tradicionales de distribución y comercialización conformada por mercados municipales, bodegas, abastos y supermercados cuyos anaqueles están cada vez más vacíos por la falta de producción y proveedores.

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