El primer encuentro entre los líderes de los países desde 1949 comienza a eliminar uno de los últimos remanentes de la Guerra Fría.
Durante un minuto, el Presidente chino, Xi Jinping, y su par taiwanés, Ma Ying-jeou, mantuvieron sus manos apretadas ante las cámaras de unos 500 medios de comunicación, buscando inmortalizar el momento que los podría hacer pasar a la historia como los mandatarios que iniciaron una era de acercamiento entre ambos países, 66 años después de la guerra civil que los dejó enfrentados a cada lado del estrecho de Taiwán.
"Somos familia, y la sangre es más espesa que el agua (...) Ninguna fuerza puede separarnos", le dijo Xi a Ma antes de iniciar la primera cumbre entre presidentes de las dos naciones, a puertas cerradas en un hotel de Singapur. "Aunque estén rotos, nuestros huesos siguen unidos por los tendones. Seguimos siendo hermanos, compatriotas", añadió en una cita llena de simbolismos, pero de poco contenido.
El líder taiwanés usó la instancia para pedir respeto mutuo después de décadas de hostilidades. "Ambas partes deberían respetar los valores y el modo de vida de la otra", sostuvo.
Desde 1949, Beijing considera a Taiwán una "isla rebelde" que debe ser reunificada incluso por la fuerza, luego que -derrotados por los comunistas en la guerra civil- los nacionalistas del Partido Kuomintang (y su República China) se refugiaran en ese territorio. Entonces Mao Zedong fundó la República Popular China en el continente.
"Aunque sea un primer encuentro, nos sentimos como si fuéramos viejos amigos. Tenemos ante nuestros ojos los frutos de la reconciliación", agregó Ma.
Es por eso que el apretón de manos entre los dos líderes asiáticos podría tener una trascendencia en esa región equivalente a la que tuvo el saludo entre los presidentes Barack Obama y Raúl Castro para América, en abril pasado. Y si bien no se espera que la reunión genere cambios concretos en las relaciones entre Beijing y Taipei -ya que no se pactó ningún acuerdo- este encuentro puede comenzar a poner fin a uno de los últimos remanentes de la Guerra Fría (las Coreas aún están en un conflicto en armisticio).
En la cita, el Mandatario chino ofreció a Taiwán abrir su postura a ciertas peticiones, como una mayor presencia internacional, si es que la isla mantiene su rechazo al independentismo -ya que aún no declara formalmente la secesión- y se mantiene fiel al Consenso de 1992, que reconoce una sola China (pero permite la libre interpretación al término). "Esperamos menos interferencia cuando Taiwán quiera participar en procesos de integración en algunos organismos, y Xi dijo que lo tendría en cuenta y haría ajustes", subrayó Ma tras la cumbre.
Taiwán, que solo tiene relaciones diplomáticas con 22 estados, lleva cuatro décadas intentando ingresar como observador en entidades de la ONU (donde solo está representada China), pero para eso necesita que Beijing retire su bloqueo.
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