Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

viernes, 18 de septiembre de 2015

“Venezuela, el complejo regreso a la democracia” por Alejandro Arratia Guillermo

El gobierno necesita señalar un culpable de los problemas que aquejan al país. Con un enemigo, un “mal mayor”, “una urgencia nacional”; la inseguridad, el desabastecimiento, la inflación, la devaluación del bolívar, los presos políticos pasan a segundo plano y hasta se olvidan. La prioridad la ocupa la Patria amenazada. La denuncia contra laRepública Cooperativa de Guyana y el intento de movilizar a la población por la defensa de laGuayana Esequiva no dio los resultados esperados. El discurso viró al origen del desabastecimiento manipulando el hecho cierto de mafias en la frontera y contrabando que siempre ha existido: en un período viene de Colombia a Venezuela y en otro se invierte la orientación del trasvase de los bienes. Pero no hay que llamarse a engaño: ese cuento da dividendos.

El dato político más importante de los últimos tiempos es que todos los sondeos de opinión presentan una mayoría consistente del bloque agrupado en la Mesa de la Unidad Democrática(MUD) para las elecciones del próximo seis de diciembre. Por ello, para el liderazgo civilizador es un sinsentido distraerse en la evaluación de cuánto gana o cuánto pierde el régimen con el ex abrupto de cerrar la frontera. La reflexión y la acción política deberían dirigirse a unificar criterios acerca del carácter del régimen, premisa fundamental para comprender por qué bloquean el paso sin amilanarse por el costo político. Desarrollar las hipótesis que surgen del próximo movimiento en la estrategia oficial, y, lo más importante, interrogarse acerca de la respuesta adecuada y el estado de las fuerzas opositoras es condición para cumplir con las exigencias del momento.

Los demócratas deben perseverar en la orientación de ir al proceso electoral y ganar las elecciones para iniciar un proceso legal de transformación de las instituciones. Varias consideraciones vienen al caso. Elbolivarianismo asumió el poder en una indiscutible confrontación democrática, mas hace tiempo cruzó la línea divisoria y se ubicó en el lado de las dictaduras del siglo XXI. Ha promovido y realizado elecciones a granel. Lo seguirá haciendo porque está en la cartilla de estos autoritarismos. Pierda o gane, sea “limpio” o no el acto comicial, su esencia es la misma. Sin embargo, el ejercicio del voto podría ser el inicio de la transición a la democracia, siempre y cuando funcione un programa y un accionar político pragmático, eficaz y eficiente.

Nadie puede responder sin matices las grandes preguntas: ¿la excusa del conflicto fronterizo será utilizada para suspender las elecciones? ¿Perdiendo las elecciones cederán legal y pacíficamente cuotas de poder? Antes de embarcarse en el ejercicio de interminables sofismas, más vale dirigir las energías a afinar la política pre y post comicios. Cuenta la historia que nada de lo que ha sucedido en país alguno –en cualquier parte y en todos los tiempos- fue por generación espontánea y sin la certera dirección de líderes y organizaciones. A esa premisa la acompaña otra: garantizar la participación de todos los posibles afectados -de uno u otro lado del universo político, económico e institucional-, que estén dispuestos a luchar por la transición pacífica en legítima defensa de sus intereses.

Fácil discurrir con el trasfondo histórico en la cabeza -las transiciones españolas y chilenas son unas de las referencias implícitas-, difícil liderar el juego en el terreno enfrentando legalmente enemigos de la democracia acostumbrados a cambiar las reglas. La ilegitimidad del régimen es progresivamente reconocida por las mayorías, pero los recursos de los tahúres son infinitos. En las cifras favorables que arrojan los sondeos influyen corrupción, desastre económico y negación de la libertad. Determinante para llegar a esta hora prometedora ha sido la conducción política. El triunfo electoral es un paso gigante, solo un paso; lograr la acertada, serena y combativa utilización de la mayoría parlamentaria será antídoto contra las frustraciones y peldaño para la transición democrática.

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