Hoy, la noticia es su Testimonio y responsabilidad ante la historia, publicado cuando lo sacaron del Gobierno, pero escrito cuando venía sospechando que lo harían. Al contar sus desvelos en la construcción del socialismo y lamentar la chapuza actual, lanza dos misiles que no impactan por su originalidad, sino por venir de quien vienen. La corrupción, que la guarimba institucional querrá tragar, y que quien ocupa el vacío constitucional de Chávez no es líder para la revolución. Lo mismo que otros camaradas dicen en privado, aunque muchos lo niegan en público.
Pero más que eso llama la atención saber que ciertas decisiones fundamentales según la propaganda, no son parte del "buen vivir en el socialismo del siglo XXI", sino meros recursos demagógicos para ganar las elecciones de 2013 y quedarse con el poder político. Y enuncia seis, nada menos: Mucha plata para la seguridad social; calidad de vida vía gasto público; subsidiar alimentos, electricidad, combustible, agua, transporte, bienes de consumo y vivienda; y también a empresas públicas deficitarias para salvar "a corto plazo" empleos y salarios; para eso, endeudar a Pdvsa y al Gobierno central dentro y fuera del país, y mantener una tasa de cambio favorable a las importaciones pero destructiva de la economía privada. O sea, lo mismo que confesó el difunto de las misiones para salir con bien del Revocatorio de 2004. No se trataba de cambiar la historia, sino de ganar votos y seguir mandando. Unos para seguir enchufados, otros para hacer la revolución y otros más para las dos cosas, que también se puede.
Por no irse callado, es castigado con el estigma de la traición. Puede acabar siendo responsable de los 20 millardos de dólares a empresas de maletín que denunció. Para emular a Pilatos, hace falta agua limpia. El agua sucia no lava.
Fuente: http://www.notitarde.com/
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