La reelección de Santos garantiza, en principio, la continuidad del diálogo con las FARC. En su segundo mandato, inaugurará también las conversaciones con el ELN. ¿Qué falta para el fin al conflicto armado?
Si la campaña electoral giró alrededor de la posibilidad de continuar -o no- el diálogo con las FARC, el triunfo del presidente Juan Manuel Santos fue leído por el mismo gobierno y por distintos analistas como un respaldo a ese proceso, que se inició en 2012.
Con el resultado, Santos ganó cuatro años más para seguir las negociaciones con la guerrilla, sumar al ELN, refrendar los acuerdos e iniciar así la transición del conflicto armado a la paz, anhelada desde hace más de 50 años por los colombianos.
El segundo mandato de Santos comenzará en agosto y, a pesar de que se presupone esa continuidad, deberán plantearse cambios y adaptaciones, siempre y cuando los insurgentes mantengan su voluntad de negociar. "Hay cuatro retos de aquí en adelante", señaló el investigador de la Fundación Ideas para la Paz, Carlos Prieto, en diálogo con Infobae.
En primer lugar, los tiempos. "Hay que ser muy precisos para establecer el límite de tiempo que tiene el proceso de paz. Los temas que faltan -reparación de las víctimas y abandono de las armas- son muy importantes. Probablemente el pronóstico no se cumpla, pero la falta de un límite temporal claro y de resultados tangibles puede jugar en contra", afirmó Prieto.
El mandatario aseguró esta semana que para fines de este año o comienzos del próximo se firmará la paz, aunque insistió en que esa es sólo su aspiración, porque no cree en las fechas fatalistas y se tardará lo que sea necesario.
Por otro lado, se deberá mejorar la comunicación y la información que se ofrece sobre las conversaciones con las FARC y, eventualmente, el ELN. "El Gobierno aprendió que es necesario informar a la ciudadanía sobre lo que está sucediendo en La Habana, cómo es el proceso y cuáles son los resultados", enfatizó el politólogo.
La refrendación de los acuerdos que se alcancen entre las FARC y el Gobierno constituye un tercer reto, dado que casi 7 millones de personas votaron por el uribista Óscar Iván Zuluaga, candidato que se opuso al diálogo con las guerrillas. Elaborar una estrategia que atraiga a quienes no confían en el proceso de paz no será fácil.
"Uno puede interpretar, a partir de las elecciones, que una mayoría apoya el proceso de paz. Pero si bien los resultados son un espaldarazo a la negociación, hay que conquistar a los que se oponen o son escépticos, porque la refrendación necesitará mucho más apoyo del que recibió el presidente en los comicios", explicó Prieto.
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