Mucha gente se pregunta si valdrá la pena votar el domingo 8 de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción de María. Incluye gran cantidad de personas desencantadas que sufren el incumplimiento de las demagógicas promesas de funcionarios en quienes, hace años, depositaron su confianza y, al final, los defraudaron. Sin duda, ese argumento luce claro y contundente para apelar por la opción fácil, "la abstención"; pero, en verdad, ¿vale la pena abstenerse pasivamente no sólo de cumplir con un deber sino de renunciar, sin luchar, a un derecho? Es imposible sacar eso de la cabeza a quienes así piensan, aun cuando el gobierno y su Presidente levantan alharaca para hacer creer que luchan contra la corrupción de todo tipo, a todos los niveles, y al tiempo vemos a la boliburguesía ostentar riquezas indebidas, exhibidas a lo largo y ancho del continente y hasta se fotografían con bienes mal habidos.
No se trata de exculpar a los incapaces que de una u otra forma les han robado sus sueños, pero independientemente de la condición política, social o religiosa, sería bueno preguntarnos, además, cuál es nuestra cuota de responsabilidad en el fracaso de la actual gestión municipal. Porque no sólo basta votar, también es necesario involucrarnos y comprometernos como seres participativos y protagónicos, ejercer nuestra ciudadanía reclamando, practicar la controlaría social y acumular suficiente autoridad moral para exigir a los candidatos cumplir su deber como funcionarios y hacerlos comprender que su labor transitoria en el cargo público es servir al ciudadano y luchar para que su comunidad alcance una calidad de vida dignificante y cada vez mejor.
¿Quién dice que nuestro silencio cómplice y manifiesta pasividad no han sido el combustible que aviva el fuego para tan amarga tragedia? La mala administración municipal deja de ser culpa de los funcionarios incapaces y pasa a ser de todos aquellos que renunciaron, pasivamente, a su derecho al sufragio. Me decía el doctor Jorge Alvarado Romero, afamado médico nacido en el carabobeño Güigüe y aquerenciado en Maracay, que: "en el peor de los casos, posiblemente nuestro voto no nos garantice la victoria, pero no votar sí que nos aseguraría la derrota".
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Tal Cual digital - LIBREMENTE
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