La Copa Confederaciones era mucho más que un evento deportivo. Era el primera de las numerosas grandes citas que en esta década tendrán lugar en Brasil (Visita del Papa, Mundial, JJOO…) y que buscaban proyectar al exterior una imagen de Brasil de modernidad y de potencia emergente consolidada.
Ese objetivo está hoy en entredicho tras las protestas que han ocupado las calles de las principales ciudades del país. Todo lo ocurrido estos días hace que muchos piensen que “la fantasía de que el país está en el paraíso, una maravilla, terminó… a partir de ahora, la cosa fue para atrás rápida y sorprendentemente. La acusación a Dilma es que, en dos años, echó por la borda el patrimonio político, económico y social que heredó de Lula. La familia lulista esta en pié de guerra tanto como los manifestantes y por poco no subirán la rampa de Planalto”, asegura Eliane Cantanhede del diario Folha de Sao Paulo.
El gobierno y el resto de autoridades han tratado de maquillar la mala imagen que transmite el país, con poco éxito, aunque evidenciando que ese tema, el de la imagen del país ante el exterior, es central en todo lo que está ocurriendo. “Las manifestaciones hablan del proceso democrático, de un país transparente, que tiene derechos de manifestación”, afirmó el secretario ejecutivo del Ministerio de Turismo de Brasil, Valdir Simão.
El secretario de Turismo del Ayuntamiento de Río de Janeiro, Antônio Pedro Figueira de Mello, añadió que las imágenes de las protestas “hablan del proceso democrático” en Brasil, un país “transparente, que tiene derechos de manifestación”.
Rumores falsos, pero significativos
El viernes saltó el rumor de que la Copa Confederaciones podía trasladarse a otro país, al menos en su fase final. Era un rumor descabellado pero que se extendió lo cual habla de las dificultades de imagen por las que atraviesa el gobierno de Dilma Rousseff.
“La Copa de las Confederaciones se está realizando en Brasil y el Mundial 2014 tiene que realizarse en Brasil y vamos a garantizar que eso ocurra de la mejor manera posible”, afirmó el secretario general de la FIFA, Jerome Valcke.
Pero versiones periodísticas dijeron que el organismo rector del fútbol podría hacer jugar las finales en otro país si la situación se agrava.
Según el sitio web UOL y el diario Folha do S. Paulo, la FIFA tiene un “plan B” ante la continuación de las protestas: jugar las semifinales y la final, previstas a partir del miércoles, en un territorio extranjero, que podría ser según el periódico en Estados Unidos, Europa e incluso China.
Valcke se reunió con el personal brasileño de la FIFA y del Comité Organizador para analizar cómo las protestas afectan a las sedes de la Copa de las Confederaciones, en Brasilia, Belo Horizonte, Recife, Salvador, Fortaleza y Río de Janeiro.
“No hay amenaza de cancelación, pero queremos seguridad para jugadores, árbitros, periodistas y para nosotros. Para todos en general”, pidió Valcke.
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