Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

lunes, 27 de mayo de 2013

La Habana en blanco y negro (I) / HÉCTOR SILVA MICHELENA


Después de que la policía la sometiera a un interrogatorio de 11 horas en 2011, Berta Soler, una de las fundadoras del grupo disidente cubano conocido como las Damas de Blanco, recibió un ultimátum.

Durante una entrevista en las oficinas de The Wall Street Journal en Nueva York, Soler me dijo que el funcionario del Ministerio del Interior que la escoltó hasta su hogar le dijo que ella y Laura Pollán (otra fundadora del grupo) debían irse de Cuba "porque por nosotras es que se mantenían las Damas de Blanco".

Su respuesta no se hizo esperar, según contó. "Si hay alguien que tiene que irse del país son los Castro", contestó.

Los cubanos han sido puestos contra el paredón y fusilados por menos, pero la valentía de Soler no es de extrañar para el régimen.

Durante siete años, a partir de 2003, las Damas, vestidas de blanco de pies a cabeza, fueron juntas a misa en la iglesia de Santa Rita para luego recorrer pacíficamente las calles y exigir la liberación de sus familiares que eran presos políticos.

A menudo, eran atacadas por agentes de Castro, con rasguños, golpes de puño y patadas. Pero nunca se amilanaron, incluso después de que el régimen endureciera sus tácticas al subirlas a autobuses, llevarlas lejos de sus hogares y abandonarlas en el camino para que regresasen por su cuenta.

Para 2010, las fotografías de la brutalidad de la que eran sujeto tomadas con teléfonos celulares se convirtieron en una vergüenza internacional lo suficientemente grande para la dictadura, que comenzó a deportar a los prisioneros y sus familiares más cercanos a España. Era una estrategia clásica de los Castro: durante más de medio siglo, los líderes más fuertes de la disidencia, los que no podían ser sometidos eran asesinados o exiliados.

El esposo de Pollán, Héctor Maseda, y el esposo de Soler, Ángel Moya, fueron parte de un pequeño grupo de prisioneros de conciencia que se negaron a abandonar la isla. A la larga, Castro les dio la libertad condicional, pero las Damas no se desintegraron sino que, por el contrario, empezaron a luchar por la liberación de todos los prisioneros políticos y por los derechos humanos.

El grupo crecía y se expandía por toda la isla cuando, en 2011, le dijeron a Soler que se fuera de Cuba.

Diecisiete días después, el 14 de octubre de 2011, Pollán murió misteriosamente en un hospital de La Habana, rodeada de agentes de seguridad.

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