Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

1.12.25

LOS INDULTADOS DEL 28 Por Douglas Zabala



El 23 de enero de 1931 fue publicado en la Gaceta Oficial N° 18.676 un indulto firmado por el presidente Juan Vicente Gómez.

 

El dictador de entonces, aprovechando que el país venía de conmemorar el centenario de la muerte del Libertador Simón Bolívar, quiso iniciar el nuevo año con un “gesto de benevolencia” dejando en libertad a los jóvenes que en años anteriores habían tenido la valentía de exigir democracia y libertad.

 

El decreto, fechado el 22 de enero, era de una precisión jurídica letal. En su Artículo 1° establecía: "Se concede indulto a los reos de delitos políticos y conexos, cualquiera que sea el estado en que se encuentre su causa". Esta cláusula, "cualquiera que sea el estado", fue la que abrió las rejas tanto a los condenados como a quienes estaban encarcelados sin juicio.

 

Sin embargo, la mano que liberaba también señalaba los límites. El Artículo 2° era igualmente contundente: "El presente indulto no comprende a los individuos que hubieren delinquido contra la cosa pública, ni a los que estuvieren comprendidos en el Código Militar por delitos de traición a la Patria".

 

El indulto estaba dirigido principalmente a los jóvenes de la Generación del 28, que habían desafiado al gomecismo en 1928 y languidecían en las mazmorras de La Rotunda y el Castillo de Puerto Cabello.

 

Las celdas se vaciaron, pero la libertad en Venezuela tenía una condición: El Exilio. Los indultados no pudieron regresar a sus hogares; la mayoría fue conducida al muelle de La Guaira con una opción simple: el destierro o el regreso a prisión.

 

Así, Rómulo Betancourt, Jovito Villalba, Gustavo Machado y demás prisioneros políticos liberados emprendieron el camino hacia Colombia, México y Costa Rica. Gómez, lejos de desactivarlos, con el indulto los proyectó como los fundadores de la democracia venezolana.

 

Hoy, casi un siglo después, la sombra de la prisión por motivos políticos persiste. Una democracia verdadera no puede construirse sobre la represión de las ideas. En la Venezuela de hoy, al igual que en 1931, no debería existir un solo preso político.

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