En plena tensión entre Estados Unidos y Venezuela, el papa León XIV se mantiene muy informado sobre el enfrentamiento y, en las últimas semanas, habló abiertamente sobre el tema. CNN tiene entendido que el Vaticano mantiene contacto cercano con el nuncio apostólico en Caracas, el arzobispo Alberto Ortega, quien se comunica frecuentemente con los obispos y el Gobierno del país.
La Iglesia en Venezuela busca ayudar a solucionar las tensiones a través de vías pacíficas y de diálogo y cuenta con una presencia influyente en el Vaticano. Una de las personas más poderosas dentro de la estructura de la Santa Sede es el arzobispo venezolano Edgar Peña Parra, sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado de la Santa Sede y una figura diplomática clave.
El propio León XIV urgió a Estados Unidos a no incursionar en Venezuela, en el vuelo de retorno luego de su visita a Turquía y Líbano, a principios de diciembre.
“Realmente creo que es mejor buscar maneras de diálogo, quizás presión, incluso presión económica, pero buscando otra manera para cambiar, si eso es lo que decide hacer Estados Unidos”, dijo el papa.
León XIV dijo a los periodistas que el Vaticano y la conferencia episcopal venezolana están “buscando maneras para calmar la situación, buscar sobre todo el bien del pueblo”. León XIV visitó Venezuela en diciembre de 2006, como Prior General de la orden de San Agustín.
En octubre pasado, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, aseguró que le había pedido al pontífice que lo ayude a “preservar la paz” en su país mediante una carta.
Encabezados por el entonces papa Francisco, los esfuerzos diplomáticos previos del Vaticano para mediar entre el Gobierno de Maduro y la oposición en 2016 no prosperaron, al igual que otro intento tres años después, cuando Maduro le escribió al pontífice solicitando su asistencia. Francisco insistió en que ambas partes debían pedir la ayuda del Vaticano.
El Vaticano tiene un historial de mediación en conflictos en América Latina, incluida la disputa por el canal de Beagle entre Chile y Argentina a finales de los años 70 y principios de los 80, además de haber apoyado el proceso de paz en Colombia, que culminó en un acuerdo, en 2016.
“Monseñor Roberto es una persona muy prudente, muy calmada, por supuesto muy inteligente, con una actitud de cercanía, de escucha, de atención a todos. Y la acción vendrá luego. Él es capaz de estar muy atento y en silencio. Pero eso no quiere decir que no está haciendo o no está actuando o no está pensando cómo debe actuar. Esto es clave, esto es importante”, explicó a CNN César Piscoya, teólogo peruano y asesor del Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), sobre la personalidad del pontífice.
La Villa San Vicente de Paúl
A orillas del mar peruano y a poco más de 20 kilómetros de la ciudad de Chiclayo, en el norte del Perú, está Puerto Etén, que acoge a la villa San Vicente de Paúl, donde viven familias venezolanas desde 2019. Esta villa, conformada por un albergue y un grupo de casas, es el resultado de un proyecto conjunto entre varias organizaciones y liderado por la congregación vicentina y la campaña “13 casas”.
Para muchos, este lugar se ha convertido en un símbolo y legado de la atención y respuesta del ahora papa León XIV al éxodo del pueblo venezolano, que se extendió en América Latina.
En un video grabado en agosto de 2019, se ve a un orgulloso monseñor Robert Prevost, obispo de Chiclayo en ese entonces, llegar caminando por la arena y bendecir la primera zona de la Villa.
“Es un proyecto muy importante porque ofrece un lugar donde personas con grandes necesidades pueden llegar… para sentir nuevamente la esperanza”, le dijo el “Padre Roberto”, como muchos lo llamaban, a una joven reportera.
“(Se) va a poder ayudar a muchas personas, aquí en nuestra región Lambayeque donde hay mucha necesidad, hoy especialmente para los inmigrantes”, agregó Prevost en ese entonces, refiriéndose a la ola de inmigrantes venezolanos que recibió en Chiclayo desde 2018.
El albergue en la villa ha visto pasar a más de 5.000 venezolanos, según Juan Carlos Reaño, laico vicentino coordinador del proyecto 13 casas en Perú y quien colaboró con Prevost desde 2016. Muchos de ellos llegaban en autobuses, camiones o caminando, luego de una larga travesía.
“Este albergue es un espacio de milagros, un espacio donde mucha gente ha podido tener tranquilidad, porque venían caminando, desplazados, de vivir en las calles”, dijo Reaño resaltando el liderazgo de Prevost al recibir y acompañar a cada uno de ellos.
El albergue espera hoy que nuevas organizaciones se unan al proyecto y así contar con mayor financiamiento para continuar funcionando.
Chiclayo y la ola de inmigrantes
De acuerdo con cifras de la ONU, casi 7,9 millones de venezolanos abandonaron su país. Más de 6 millones se refugiaron en América Latina y el Caribe hasta mayo de 2025, según la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela. Colombia ha recibido el mayor número de estos migrantes, seguido por Perú, que registró más de 1,6 millones hasta noviembre de 2025.
Mas de 20.000 de estos migrantes pasaron por Chiclayo y entre 3.500 y 4.000 familias venezolanas están radicadas en Lambayeque, según cifras de la Comisión Movilidad Humana y Trata de Personas de la Diócesis de Chiclayo.
Con aproximadamente 678.000 habitantes, Chiclayo es la capital de la región de Lambayeque y es conocida por la alegría y cálida bienvenida de su gente, además de su cocina y música. Pero, como muchos destinos en América Latina, esta ciudad aún necesita mejor infraestructura pública y servicios básicos y no estaba en condiciones de recibir un alto número de inmigrantes en 2018.
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