
Hoy los populistas del continente ponen el grito en cielo cuando Estados Unidos decide enviar parte de su fuerza naval a las costas de Venezuela. Alegan violaciones a la soberanía y amenazas a la soberanía cuando precisamente son ellos los principales violadores de ella con un descaro tal que hoy cuando exigen el respeto a sus fonteras, francamente da risa.
¿Se olvida el criminal Nicolás Maduro que ellos financiaron las campañas en Bolivia, en Ecuador, en Argentina y en Colombia? Cada vez que grita indignado su socio el criminal Diosdado Cabello, ¿se le olvida que él es el principal enlace con los narcotraficantes colombianos y con las FARC y el ELN que operan desde allí? También se le olvida a este asesino, que hoy funge indignado por la amenaza a la soberanía, ¿que fue él quien dio la orden de asesinar al exiliado teniente Ronald Ojeda en Chile?
En el continente hay otros líderes que hoy pretenden salvaguardar la soberanía venezolana a pesar de haber dado ejemplos claros y contundentes de violaciones a la soberanía política de un país. El mejor ejemplo es el de Gustavo Petro quien no solo se inmiscuyó en la política interna de Perú y de Ecuador sino que ha dado ejemplos claros de su mirada de política exterior en la que no existen fronteras cuando su mirada ideológica se ve retada como es el caso de la guerra en Gaza.
Sin embargo, también habría que mirar las violaciones a su propia soberanía que los gobiernos de Chavez y Maduro han permitido en su país al igual que Nicaragua y Bolivia. El Wagner Group ruso combatió al lado de las fuerzas militares venezolanas cuando se enfrentaron a un reducto de las Farc. Hoy la seguridad interna y la inteligencia venezolana están en manos de Rusia y de Cuba. Es más sin esa ayuda externa, la dictadura venezolana ya habría caído.
Lo mismo se puede decir de Nicaragua donde hoy hay una central de inteligencia electrónica rusa, algunos dicen la más grande por fuera de su país, que operan los servicios de inteligencia rusos. Ningún nicaraguense puede entrar a la brigada militar donde está localizada esta central y desde donde obviamente la operan los rusos con total impunidad.
Argentina, durante el gobierno populista de Cristina Kirchner, entregó una parte de su territorio al gobierno chino para montar una central satelital operada por las Fuerzas Militares chinas y donde por cierto los argentinos tienen vetos absolutos para poder entrar. Cuando cambió el gobierno argentino y llegó al poder Mauricio Macri trato de renegociar las condiciones pero la presión económica que ejerció China lo obligo a desechar esa intención. Lo mismo sucedió en Chile cuando el presidente Gabriel Boric pretendió impedir la entrada de China a unos sectores económicos críticos y volverlos de sola utilidad y explotación por parte del estado chileno. Fue tal la presión política y económica que China ejerció, pues una parte eran minerales estratégicos como el litio, que también le tocó dar reversa a esa iniciativa.
Hablar de Cuba y su intervencionismo histórico en América Latina da como para una enciclopedia. Lo que hoy hacen los distintos grupos criminales transnacionales como el Tren de Aragua, que tiene además lazos con la criminal dictadura venezolana, ya hace parte de la crisis de seguridad nacional que enfrentan los distintos países y la soberanía no ha sido obstáculo.
La decisión del presidente Donald Trump de convertir la criminalidad transnacional en una amenaza a la seguridad nacional comienza a equilibrar esta lucha donde los criminales aprovechan las fronteras para facilitar su trabajo. La soberanía de un país deja de ser un obstáculo para perseguir a los criminales.
La declaración del Cartel de los Soles como una organización criminal y a Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Vladimir Padrino como líderes de ese cartel es el principio de una fase de esta lucha donde la soberanía se había convertido en un obstáculo. Hoy, eso ya no es así. Ya era hora. Y que los criminales paguen.
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